Falleció Susana Aguiar, emblema de Las Madres del Dolor pilarenses

El pasado viernes, en la víspera de su cumpleaños número 62, falleció Susana Aguiar, la vecina pilarense que trascendió a la opinión pública por el asesinato de su hija, Gisela Vallejos, el 26 de noviembre de 2000. La joven de entonces 18 años, estaba completando sus estudios secundarios en el Instituto Almafuerte de Pilar. Había salido a bailar con sus amigas, pero no regresó a su casa, lo que motivó que sus familiares radicaran la correspondiente denuncia por desaparición de persona en la Comisaria Pilar Primera.

Al pasar los días y no tener noticias de su paradero, comenzaron a organizarse marchas exigiendo a las autoridades policiales y políticas mayor celeridad en la investigación. La peor de las presunciones se confirmó nueve días después al encontrarse su cadáver, en un descampado a metros de Panamericana y Rivadavia.

El cuerpo tenía signos de violación y con una ropa interior de la propia víctima anudada en el cuello, con la que había sido ahorcada. Comenzó ahí un calvario para la familia, dado a las desprolijidades con que se manejó el caso desde el mismo momento de la aparición del cadáver, cuando las autoridades policiales cometieron el error garrafal de no haber protegido la escena del crimen, invadida por periodistas, policías y curiosos ni bien se lo descubrió.

“La clave está en el Pellegrini”

Susana Aguiar, ante la lentitud y negligencia de las autoridades competentes, inició una lucha personal para lograr el esclarecimiento del crimen de su hija, golpeando la puerta de Tribunales, requiriendo el apoyo e interés de los políticos de turno y recurriendo a los medios locales y nacionales para mantener el interés en el caso.

La familia tuvo varios abogados y tras tanta insistencia finalmente se detuvo a un remisero local, luego liberado, a quien se sindicó como posible autor del crimen. El hombre estuvo dos años detenido, pero a la postre fue declarado inocente. Dentro de los cientos de datos, referencias y mensajes anónimos, Susana recibió un llamado de una persona que no se dio a conocer que le dejó una frase enigmática: “La clave está en el Pellegrini”, que derivó a los investigadores a buscar ese hilo de posible conexión con el crimen. Pero en 2004, se produjo un hecho que sacaría del estancamiento a la causa.

Una mujer denunció ante la Justicia que su novio, Ariel Leiva, le había confesado ser el autor del crimen, aduciendo que en un rapto de locura, “le había entrado el diablo en el cuerpo”. Leiva confesó ante las autoridades que había conocido a su víctima la misma noche del crimen y que tras caminar unas cuadras ingresaron al descampado donde se consumaría el posterior asesinato.

Fue condenado en 2006 a 14 años de prisión por el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 6 de San Isidro. En marzo de 2013 la condena quedó firme en 13 años y 6 meses. Tomando en cuenta su fecha de detención, Leiva cumplió ocho años de prisión, recuperando su libertad.

Volviendo al enigmático mensaje telefónico, se comprobó que Leiva había pasado unos años como interno en el Instituto Carlos Pellegrini de Pilar.

La lucha de Susana Aguiar contra casos impunes en Pilar como el de su hija no se detuvo y se puso al frente del grupo autodenominado Madres del Dolor pilarenses que integran familiares de Sandra Almirón, Carla Milens y Pablo Mazzetelle, entre otros jóvenes pilarenses cuyos asesinatos aún no están esclarecidos.

Susana Aguiar falleció el pasado viernes en la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital Central de Pilar, donde se encontraba internada desde hace unos meses por un cuadro de cáncer pancreático. Susana era viuda y dejó de esta manera huérfanos a dos hijos menores que Gisela: Camila y Juan Ignacio. Había nacido el 28 de octubre de 1961.

Oscar Mascareño