La fundación de Pilar como tal es algo que, a ciencia cierta, es desconocida. Si bien el Municipio del Pilar fue formalmente creado el 24 de octubre de 1864 por la Ley Nº442, promulgada al día siguiente y el 25 de octubre de 1864 se dividieron los distritos de la provincia de Buenos Aires, lo que delimitó el Partido de Pilar (Ley Provincial Nº422) lo cierto es que Pilar data de años antes. De no haber sido así, ¿cómo podría haberse firmado el Tratado del Pilar en nuestra ciudad?
Historiadores de nuestro partido han dedicado años de su vida y carrera a determinar con certeza, o toda la que sea posible, el momento en el que nuestro pueblo tuvo sus inicios pero esto ha sido tema de debate en reiteradas oportunidades.
“El origen de Pilar, como muchos pueblos de la provincia, lo da la Parroquia. La primera unidad administrativa es la Parroquia del Pilar, que se crea en 1772, pero el nombre de Pilar lo conocemos en 1729, que es la primera vez que aparece un documento en la historia. En el mismo se menciona que en la casa de María Cabezas, que era una vecina de la zona de “Pilar Viejo”, tenía un oratorio donde se veneraba a una Virgen del Pilar. Esa es la primera vez que se menciona, al menos es lo que nosotros hemos encontrado”, aseguró la historiadora Silvia Villamagna en una interesante entrevista concedida a Resumen en 2019.
El poblado, ubicado en aguas del Río Luján, comenzó a llamarse “Zona de Pilar” y dependía en sus inicios de la Parroquia de Luján pero Villamagna explicó que “ante la gran cantidad de gente que se fue asentando, se hizo un pedido al obispo de Buenos Aires para crear una Parroquia. Con ello llegaría un cura párroco y los libros, que es nuestra principal fuente de información”.
El historiador Aldo Beliera nos aporta un documento excepcional de la época, que nos servirá para situar actualmente la Capilla y el poblado. Fue realizado en el año 1799, donde se observa un diseño incorporado en el juicio promovido por D. Luís Antonio de Tagle, cura Vicario del Pilar, contra los herederos de Gerardo Pérez de la Rosa, por el derecho a unas tierras contiguas al templo.
En este diseño está demarcado un arroyo, cuya curvatura ha servido para ubicarnos años atrás. Según esta especie de mensura, el pueblo habría tenido una extensión aproximada de 400 varas por otras 400 varas, (unos 344 metros por cada lado).
La Iglesia, el único edificio demarcado importante, habría estado a unas 200 varas del arroyo (170 metros). El pueblo y a juzgar entonces por este documento, era un caserío muy reducido, con pocos hogares y escasos vecinos.
El Capitán Félix de Azara en uno de sus viajes durante el año 1784 expresa que la Capilla del Pilar “tiene alrededor unas 30 casas o ranchos”. Esta dimensión del pueblo, también es validada por los argumentos que los pilarenses llevaban a las autoridades del Cabildo para convencerlos del traslado del pueblo: “…desde la construcción de la Parroquia, solo hay una pocas casas armadas con horcones de madera y techos de paja”.
Si extrapolamos estos datos sobre una imagen del barrio actual, notaremos que aún hoy existen vestigios indudables de este poblamiento, ya que el cementerio contiguo a la Capilla primitiva está preservado y ubicable a la precisión. Ese dato nos permite ubicar específicamente a la Capilla ya que el cementerio estaba ubicado como en este caso, al costado.
Asimismo, la delimitación de las calles por ejemplo, coincide su mayoría con la predisposición de las casitas del Pilar Viejo. Más aún, la donación de la “cuadra en cuadro” que hiciera María Cabezas es visible si lo miramos desde una altura apropiada.
Por último y según fue constatado, en el año 1865 la señora Francisca Navarro de Navarro compró a la Municipalidad de Pilar la quinta “la Virgen” como se conocía en aquel momento a las tierras de 3,42 hectáreas de superficie que tenía antiguamente la Capilla y cementerio.
Hacia el año 1829 dejaron de realizarse oficios religiosos en el Pilar Viejo para pasar a la nueva Parroquia Nuestra Señora del Pilar.
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