Jueves 12 de Junio de 2025

Cascos fríos: la tecnología que permite conservar el cabello durante la quimioterapia

Aunque están disponibles desde hace años, los cascos fríos siguen siendo una opción poco conocida en el país. Desde el Hospital Universitario Austral explicaron cómo funcionan, para qué casos se recomiendan y qué resultados ofrecen.


  • Martes 10 de Junio de 2025
Cascos fríos quimioterapia

La caída del cabello es uno de los efectos secundarios más visibles de la quimioterapia, y también uno de los más difíciles de afrontar emocionalmente. El pelo no solo cumple una función estética: es parte de la identidad personal y su pérdida puede afectar el ánimo, la autoestima y el modo en que una persona transita su tratamiento.

En ese contexto, los cascos fríos, también llamados gorras de enfriamiento, representan una alternativa eficaz y segura para reducir la caída del cabello durante la quimioterapia. Se trata de una tecnología que funciona mediante enfriamiento controlado del cuero cabelludo, provocando una vasoconstricción que limita la llegada de drogas citotóxicas a los folículos pilosos.

“El objetivo es disminuir el flujo sanguíneo en el cuero cabelludo para proteger los folículos y evitar que se dañen”, explicó el doctor Guillermo Córdoba, oncólogo del Hospital Universitario Austral. Según detalló, el casco se coloca 30 minutos antes del inicio del tratamiento, se utiliza durante toda la infusión y debe mantenerse al menos una hora más después.

Aunque la técnica comenzó a desarrollarse en los años 80 con métodos rudimentarios, como bolsas de hielo o geles, hoy existen sistemas automatizados que mantienen temperaturas constantes entre -4 grados y 4 grados. En el Hospital Austral se utiliza este sistema bajo supervisión técnica, con seguimiento profesional y protocolos establecidos.

El uso de cascos fríos está indicado principalmente en pacientes con cáncer de mama que reciben drogas como doxorrubicina, paclitaxel o docetaxel, entre otras. “No es un método universal. No se recomienda, por ejemplo, si hay riesgo de metástasis en el sistema nervioso central. La indicación siempre debe evaluarse con el oncólogo tratante”, advirtió Córdoba.

Aunque no garantiza la conservación total del cabello, su eficacia es alta: muchas pacientes logran evitar la alopecia completa y conservar parte de su volumen capilar. Para mejores resultados, se aconseja evitar el uso de calor, no cepillar agresivamente el cabello y espaciar los lavados.

Si bien la mayoría de quienes optan por este sistema son mujeres, alrededor del 90 por ciento, también hay pacientes varones que lo utilizan con buenos resultados.

“La quimioterapia ya no implica suspender la vida por completo. Hoy, con los cuidados adecuados, se puede transitar el tratamiento sin dejar de trabajar, hacer ejercicio o mantener una rutina”, afirmó el especialista. Conservar el cabello puede ser un factor clave para sostener el bienestar emocional y la sensación de normalidad.

Además de la intervención médica, existen ONGs como Luzca bien, siéntase mejor y Enlazadas, que ofrecen talleres de maquillaje para pacientes oncológicos, y redes como Quimio con pelo, que comparten alternativas caseras para quienes no acceden a la tecnología automatizada.

“Cuidar la calidad de vida es también parte del tratamiento. Cada recurso que contribuya al bienestar es valioso y merece ser difundido”, concluyó Córdoba.

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