Viernes 04 de Octubre de 2024
Opinión

Educación y violencia

Por Guillermo Pellegrini Licenciado en Ciencia Política y miembro de ARALAC (Academia Rotaria Argentina de Letras, Artes y Ciencias)


  • Domingo 27 de Febrero de 2022
guillermo pellegrini

Deberíamos aceptar que la buena educación impartida con elevado nivel de profesionalismo es un elemento más de blindaje contra distintas y variadas formas de violencia, desde el robo hasta la subversión y el terrorismo.

También con instituciones bien consolidadas con un sistema democrático fuerte bien estructurado con activa participación de la ciudadanía, es una manera de evitar el deterioro del orden establecido por los ataques violentos en base a extremismos y fanatismos como estamos viendo actualmente en la sociedad. Evitemos el temor y el pánico en la comunidad que las distintas figuras de la violencia, donde no escapa el delito, el crimen organizado o el narcotráfico muchas veces disfrazado en el juego clandestino o en diversas actividades vinculadas también a la mala política, alteran el normal ritmo de vida que desea la población.

“Debemos enseñarle a los niños a aprender y comprender, como realizan otros países. La estructura educativa es alrededor de temas problemas, se fomenta la interconexión de disciplinas y saberes junto a la creatividad. El enciclopedismo en disciplinas o materias no va más. Todo está en internet. Lo importante es enseñar a pensar, crear, imaginar. Este es el mundo del futuro y para ello se debe preparar a los niños”.

“Nuestra educación y plantel docente deben ser reconvertidos integralmente en un proyecto estratégico como fue en 1880”. (Mario Krieger). Con la “Generación del 80”.

Transmitir no es lo mismo que enseñar, pero hay que poner vocación y emoción. Por eso la educación afronta nuevos retos, la llamada sociedad del conocimiento, también se refleja en el campo educativo. Lo que comentamos sobre la locura de los terroristas del Estado islámico (ISIS) y sus connotaciones, más los cambios profundos en la economía, la sociedad y el conocimiento crean un nuevo contexto en que la educación tiene nuevos paramentos, deberá cambiar y adaptarse a los nuevos tiempos, es una necesidad, una emergencia . No se puede confiar la educación a una sola etapa de la vida, sino que es necesario que se convierta en un elemento siempre presente.

La educación tiene que actuar como contrapeso del nuevo capitalismo, que muestra diferencias sociales cada vez más acentuadas y la globalización que rompe las formas habituales, de usos y costumbres, influyendo sobre nuestro estilo de vida.

Terrorismo, violencia junto con mala educación y democracias débiles e inestables con ciclos críticos; nos ponen frente a uno de los grandes problemas de la actualidad, esto es definitivo. Se necesitan ciudadanos responsables, comprometidos, alejados del fetichismo de lo inmediato que sepan esperar como el día espera la noche. Sin inmediateces exitistas, triviales y frívolas.

Los extremismos actuales pueden llegar a límites peligrosos, como perseguir y matar a seres humanos para imponer una idea o una ideología o doctrina en toda la sociedad. Es una intolerancia brutal que lleva a sus seguidores a realizar ataques suicidas, con bombas donde ellos mismos se inmolan matando niños y adultos inocentes en forma indiscriminada, para lograr un cambio en nuestra sociedad occidental donde ellos manejarían nuestras costumbres, tradiciones, creencias y nuestra libertad. Debemos ser intransigentes frente a la intolerancia. Ni hablar además de la incertidumbre de la sociedad frente a un descalabro como la pandemia que nos toca vivir.

América morena, mestiza, blanca esa mayoría silenciosa piensa y merece educación y un sistema democrático fuerte que no pueda entrar el fanatismo, donde la democracia sea un templo de construcción mediante la escuadra y el compás que nos marcan la rectitud y los límites de la convivencia en la diversidad. Es el único camino.

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