- Juegos Bonaerenses
Época de los 90´. Diego Armando Maradona se alejaba de la exposición mediática. A pesar de estar en pleno auge mundialista, luego de haber tenido aquel famoso episodio (contra unos periodistas y un fotógrafo, a quienes les disparó con un rifle de aire comprimido). Al encontrarse en el ojo de la tormenta, el futbolista eligió como destino de aislamiento Marisol, también llamado Oriente, en Coronel Dorrego, junto a su esposa y sus dos hijas.
En aquel balneario se encontraba en su casa de verano un referente del automovilismo, el piloto de Turismo Carretera Jorge Oyhanart. El Vasco viajaba a la costa cada semana con un amigo para pescar tiburones, uno de sus pasatiempos favoritos de la época. Pero en una de sus entradas al mar, se encontró con un pedido inusual.
Maradona que se encontraba disfrutando con su familia en la playa, vio al piloto de Pilar adentrarse en las aguas y quedó fascinado. “Fue casualidad de encontrarnos ahí. Él quiso saber un poco más de esta experiencia, se acercó y me preguntó si yo lo podía llevar y le dije que sí”, cuenta Oyhanart a Resumen.
Cuando algo se le metía en la cabeza al 10, no había quien se le atreviera a decir que no. Sin embargo, el Vasco, bien conocido por no tener pelos en la lengua, le dejó en claro que para practicar esta actividad, era necesario salir en un horario en que el mar esté calmado. La puntualidad no se negociaba.
“El mar tiene una hora para entrar y es a la madrugada casi amaneciendo. Al otro día de pactar, fui a la casa a las 5 de la mañana. Le toqué bocina un par de veces y nada. Dije, chau, me voy”. Ese día el piloto y su compañero tuvieron una de las mejores jornadas de pesca, sacando tres tiburones.
“Cuando llego a la playa lo veo ahí, como si nada. Él se quería matar. Le dije flaco, te toqué bocina tres veces y nada, a lo que me retrucó y me dijo venime a buscar mañana. Pero le advertí yo te toco bocina y si no llegas a salir me voy. Para mí que ni durmió, porque no llegué a tocar que ya estaba afuera esperándome. O pasó de largo, realmente no sé cómo le daba el físico. Le gustaba la joda”, relata el Vasco entre risas. “Metimos la lancha en la rompiente, pero tuvimos tanta mala suerte que cuando estamos por salir, tocó la pata abajo, la lancha se puso de costado y a la primera ola nos llevó a la playa de nuevo. Terminamos patas arriba y con el parabrisas roto. Zafamos porque en esa época estábamos diez puntos físicamente”, señaló.
Al otro día, los tres volvieron a intentarlo. “El mar parecía una pileta de lo calmo que estaba”, señaló el de Pilar. Y como muchos lo sabrán, las habilidades del Diego no solo eran con la pelota. Solo le costó unos cuarenta minutos de lucha para que pudiera sacar los primeros especímenes.
“A la primera ya pudo sacar un par de tiburones que pesaban como unos 80 kilos. Fue una linda experiencia de la cual me quedaron fotos y muchas anécdotas”, asegura el Vasco.
Tras esa primera racha positiva, Maradona quedó tan enganchado con la pesca que le pidió que se quedara el resto de la temporada. “Yo me venía los domingos para trabajar en el taller. Pero como el me pedía que lo acompañe, iba desde el jueves y estábamos los siguientes días pescando. Así lo hicimos durante todo el mes”, relató.
El trato de ambos fue tan bueno, asegura Jorge, que poco tiempo atrás “uno de mis amigos de la ACTC viajó a Dubai, en la época que él estaba dirigiendo allá. Le dijo que yo le mandaba saludos y él se acordó. Le dijo uy el Vasco, como no acordarme de él. Si habremos pescado tiburones en la costa. El tipo todavía se acordaba de mí”.
Como es de público conocimiento, Diego Maradona es un gran fanático de los autos. Manejó toda clase de vehículos e incluso recibió una invitación de Williams para manejar uno de sus vehículos en 1987, experiencia que no se concretó por partidos programados con el Napoli. El gusto que sí pudo darse, fue en Argentina. Se subió al Ford de Oscar Aventín en el autódromo de Buenos Aires. Quedó tan emocionado que hasta prometió seguirle los pasos a la categoría.
“Tenía pensado llevarlo de acompañante en el TC, pero en el 93’ dejé de correr. Cuando me retiré me pregunté qué le convenía, a qué auto se podía subir, a lo que le contesté: a ninguno. Esto no se puede recomendar, pero él no tenía problema. Todo lo que sea deporte, él se subía. Y no lo hacía nada mal”, cerró Oyhanart.
Belén Gómez
Las fotos fueron compartidas por Pablo Chavo Odriozola en el grupo de Facebook vasco oyhanart
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