En medio de una profunda crisis económica que impacta directamente en los comercios de cercanía, las panaderías bonaerenses atraviesan un momento crítico. A los fuertes aumentos en los costos de producción se suma una pronunciada caída en el consumo, lo que ya ha obligado a muchos panaderos a tomar medidas extremas para intentar sostener la actividad, como vender facturas del día anterior a mitad de precio. Sin embargo, el panorama se agrava: hoy ya no solo se discute el precio, sino la continuidad de este producto clásico de los desayunos y meriendas argentinas.
“El costo de producción nos superó ampliamente. Ya no podemos seguir absorbiendo todo lo que viene aumentando”, afirmó Martín Pinto, referente de la Cámara de Industriales Panaderos (CIPAN) y presidente del Centro de Panaderos de Merlo. Según detalló, con los precios actuales de las materias primas, una docena de facturas debería venderse entre $18.000 y $25.000 para poder cubrir los gastos básicos. Actualmente, se comercializan en torno a los $8.000, y desde el próximo lunes, ese valor se incrementará a $12.000.
“La verdad que así no se soluciona el problema, porque tenemos que seguir aumentando. Si no vendemos a $8.000, menos voy a vender a $12.000. La solución no es aumentar”, expresó Pinto en una entrevista con el canal LN+. La situación es compleja: subir los precios espanta a los clientes, pero mantenerlos impide cubrir los costos de producción.
Uno de los factores más relevantes que presiona sobre los precios es el aumento sostenido de insumos básicos. Según denunció el dirigente panaderil, por cuarta semana consecutiva se registraron subas en el precio de la grasa y la margarina, dos elementos esenciales en la elaboración de facturas. “Ya suman un 20% de aumento”, precisó.
Estas cifras contrastan con los datos oficiales de inflación. El último índice disponible, correspondiente a mayo, registró una suba de apenas el 1,5%, la más baja desde abril de 2020. La inflación acumulada en lo que va del año es del 13,3%, con una variación interanual del 43,5%. No obstante, Pinto sostiene que la realidad del sector panadero no se ve reflejada en esos números. “Hablan de un 2% de inflación pero a mí las cosas me aumentan entre un 6 y 8% y hasta un 12%. ¿Cómo hago yo si ya vengo retrasado con los aumentos que no los puedo llevar a cabo porque no hay ventas?”, se preguntó.
Desde la CIPAN aseguran que la situación del sector es insostenible. Según datos recientes, desde la asunción de Javier Milei como presidente se han registrado al menos 1.400 cierres de panaderías en toda la provincia de Buenos Aires, impulsados por la baja en el consumo y la imposibilidad de sostener la rentabilidad.
Pinto dio un ejemplo concreto de la magnitud de esta caída: en su panadería, las ventas de pan disminuyeron un 50%, mientras que la comercialización de productos como masas dulces, tortas y sándwiches de miga se desplomó un 75%. “Eso se hace todo por pedido. Hoy la gente viene y te compra por unidad. La gente compra lo que puede y no lo que quiere”, remarcó.
En paralelo, se observa un cambio profundo en los hábitos de consumo de la población. Cada vez más familias eliminan de sus mesas productos que antes formaban parte de su cotidianidad. En ese contexto, las facturas —emblema de la panadería argentina— corren el riesgo de convertirse en un lujo inalcanzable para muchos bolsillos.
El nuevo valor de $12.000 por docena que entrará en vigencia en los próximos días busca, al menos parcialmente, paliar la situación. Pero ni los propios panaderos creen que esta sea una salida viable. La incertidumbre crece y con ella, el temor a que el tradicional aroma a medialunas y vigilantes desaparezca de los barrios bonaerenses, dejando tras de sí un nuevo síntoma del deterioro del poder adquisitivo y de la pérdida del consumo popular.
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