La discusión llevada a cabo en la Cámara de Diputados respecto de la ley de despenalización del aborto, alienta esperanzas en la sociedad sobre la mejora en el funcionamiento de nuestra democracia.
Los cambios en el escenario internacional son cada vez más vertiginosos. Estos cambios abarcan cuestiones políticas, económicas y sociales. La reunión entre el presidente de los Estados Unidos de América Donald Trump y su par de Corea del Norte, la cumbre del G7 desarrollada en Canadá, el cambio de postura de varios países europeos respecto de la inmigración y lo que sucede en varias naciones de América central son solo algunas muestras que avalan lo señalado.
La reunión entre Trump y el líder coreano apunta a descomprimir la tensión internacional sobre la desnuclearización de varios estados. La cumbre del G7 mostró divergencias que tienen que ver fundamentalmente con temas comerciales entre varias naciones europeas y la hasta hoy principal economía del mundo, la que dirige Trump. Varios estados europeos, entre ellos Bélgica, han dado un giro de 180 grados a su política respecto de la inmigración ilegal. Ello llega al extremo de criminalizar a aquellos ciudadanos belgas que otorguen hospedaje y solidaridad hacia los inmigrantes ilegales. Es decir, una Europa abierta y liberal en el pasado se orienta en estos días hacia la xenofobia.
En lo que se refiere a algunos países de América central, entre ellos Venezuela, México y Nicaragua las novedades son por demás preocupantes. Sobre la situación desgarradora que padece Venezuela a manos de la dictadura de Maduro, se suman hoy las condiciones de violencia política que sufren México y Nicaragua. En el primero de estos países de cara a las elecciones a llevarse a cabo el 1º de julio, se registran hasta el comienzo de esta semana 112 homicidios de políticos. Como se ve una campaña política marcadamente sangrienta. En Nicaragua se registran en estos días 137 muertos producto de la represión a las protestas que estallaron en abril pasado contra el régimen que lidera el Presidente Daniel Ortega. Deseamos fervientemente, desde esta columna, que en estas tres naciones cese la violencia y de paso al diálogo que posibilite una convivencia pacífica.
En el orden nacional asistimos esta semana a la discusión política en el parlamento respecto de la ley que propone la despenalización del aborto en la Argentina. Este debate se desarrolló en el ámbito de la Cámara de Diputados. Este trámite parlamentario tuvo lugar después de una maratón de exposiciones en la comisión respectiva, a cargo de personas que separadamente dieron sus puntos de vista sobre este delicado tema. La separación consistió en que la asistencia a estas reuniones se concretó alternadamente entre aquellos que estaban a favor y aquellos que estaban en contra. Cabe señalar que las referidas exposiciones fueron vertidas por personas que desempeñan diversas actividades y profesiones. Este proceso convocado por los legisladores reunió mayoritariamente a periodistas y artistas. Los mencionados aportaron en su gran mayoría vivencias personales y no hubo prácticamente opiniones científicas con sustento, amén de la falta de discusión cara a cara. Lo señalado no hacía prever el tono del desarrollo que el debate tuvo entre los diputados tanto en la comisión respectiva, como en las exposiciones y discusión ya en el mismo recinto previa a la votación.
Es de destacar respecto al sensible tema que nos ocupa tres hechos que, a mi juicio, representan una contribución muy positiva al desarrollo de nuestra imperfecta democracia. Los tres tienen que ver con decisiones tomadas por el Presidente Macri. El primero fue poner esta problemática en la agenda política. El segundo lo constituyó su compromiso público en el sentido de no vetar la ley en caso ser sancionada. Y el tercero, algo nunca visto hasta hoy en la política argentina contemporánea, dejar que los diputados del espacio Cambiemos que lidera, votaran según el criterio y convicciones de cada uno de ellos.
El tono mayoritariamente tolerante y respetuoso que prevaleció en el proceso de exposición y votación dentro del recinto de la Cámara de Diputados, atento al sensible tema en discusión, permite al ciudadano común advertir que la sociedad en la que se desenvuelve está viva. Y que la discusión desnudó la diferencia entre algunos que quisieron imponer sus puntos de vista desde el enojo y la mayoría que aún relatando experiencias personales lo hicieron sin querer imponer o ganar. Un proverbio chino dice “que las discusiones no son para ganar sino para llegar a la verdad”. En este caso el proverbio aplicado a la sesión llevada a cabo entre el miércoles y jueves pasado apunta a votar, en su tratamiento futuro en el Senado, a lograr la sanción de la mejor ley para la sociedad en su conjunto. En este contexto, entre los diputados se logró un diálogo que derivó en muchos casos en una conversación colaborativa por demás positiva. Y por primera vez en muchos años de vida parlamentaria, se escucharon aplausos de aquellos que piensan en un determinado sentido hacia aquellos que no piensan como ellos. Esta transversalidad también reveló que el fanatismo espanta votos.
La referida sesión mereció el siguiente comentario de la periodista, ex-legisladora y pensadora Norma Morandini en un reportaje radial… “los legisladores que participaron de esa sesión salieron como distintos legisladores y personas respecto de cómo entraron a la misma”. Lo señalado hasta aquí permite alentar la esperanza de un mejor funcionamiento de nuestra imperfecta democracia.
Hoy se recuerda en la Argentina el Día del Libro, por lo que desde este espacio homenajeamos a todos aquellos que tienen vinculación directa o indirecta con esta industria que produce algo tan noble, formador y duradero como el libro en papel.
Fernando Robles
Analista político y economista
Seguime en
www.fernandorobles.com.ar
Dejar un comentario