A 35 años de haber reconquistado la democracia, la mayoría de los argentinos la consideramos como el menos malo de los sistemas de convivencia y por sobre todo perfectible.
En las elecciones presidenciales llevadas a cabo en Brasil, el fin de semana pasado, esta vez los encuestadores no se equivocaron. Es así, que el candidato derechista Jair Bolsonaro derrotó por algo más de 10 puntos porcentuales al candidato protegido por Ignacio Lula da Silva. El ex–presidente del país vecino promovió, apoyó y tuteló desde la cárcel a Fernando Haddad su ex–ministro de Educación. Ya como presidente electo, Bolsonaro anunció que sus primeros viajes al exterior serán a Chile, a los Estados Unidos de América y a Israel. Asimismo, el candidato a ocupar el ministerio de Economía brasileño Pablo Guedes, ha manifestado que el mayor problema que ha de ocupar al nuevo gobierno será el déficit fiscal de ese Estado hermano. Sin duda la llegada al poder de Bolsonaro es una buena noticia para el Presidente argentino y es otro golpe que afecta políticamente al rejunte peronista y a la izquierda vernácula.
En el ámbito nacional, la misa celebrada en la Basílica de Luján abrió una grieta significativa en la Iglesia Católica Argentina. Al pedido público de perdón por ese acto opositor de Moyano y el kirchnerismo-cristinismo al Gobierno, que realizara el arzobispo de Mercedes-Luján Agustín Radrizzani se sumaron las declaraciones del obispo Oscar Ojea. Ojea, presidente de la Conferencia Episcopal Argentina señaló “que su comisión recibe a todos los que piden audiencia” y “que ello no significa validar el pensamiento de toda la gente que recibimos. Ni tampoco aprobar todas las conductas”. Y respecto de Radrizzani y la misa en cuestión argumentó “como un arzobispo de Mercedes-Luján se va a negar a hacer una misa por paz, pan y trabajo”.
A estas confusas y contradictorias declaraciones vale la pena agregar el último gesto del Papa Francisco. El Sumo Pontífice firmó y bendijo una remera usada en la polémica misa. La prenda se la llevaron la sindicalista de la CTA Ximena Rattoni, una de las organizadoras del evento, y Gustavo Vera, nexo entre el Vaticano y Pablo Moyano. Cualquier lector medianamente atento, percibe el guiño del Papa al acto llevado a cabo en la emblemática basílica. Las graves crisis humanitarias que azotan a varias regiones del mundo, los abusos sexuales y el avance ultraconservador de Iglesia Romana, parecieran no distraer al Sumo Pontífice de las múltiples internas de la política argentina.
Luego de los bochornosos episodios vividos dentro y fuera del Congreso de la Nación el pasado miércoles 24 de octubre, el proyecto de Ley de Presupuesto para el 2019 pasó a la Cámara de Senadores. El presupuesto apunta a que durante el año entrante se concrete una paridad entre los recursos y los gastos que administra el Estado Nacional. Es decir, como pregonan los entendidos, que el déficit primario sea igual a cero sin tener en cuenta los egresos en concepto de intereses por deudas financieras contraídas por el erario nacional. Para lograrlo se han subido algunos impuestos. Iniciativa nada original y muy poco imaginativa. No estaría mal que algunos funcionarios del área económica del Ejecutivo y legisladores oficialistas y opositores responsables, consideren la posibilidad de cobrar mayores impuestos a sectores que perciben ganancias extraordinarias. Los bancos y las compañías de seguro que brindan, en algunos casos, servicios de escasa o ninguna eficiencia podrían de este modo contribuir a disminuir el rojo fiscal. En el caso particular de los bancos sería una forma, aunque un tanto tardía, de reconciliarse con la sociedad después de la brutal apropiación de los ahorros de la gente en 2001.
En el campo político el peronismo sigue con su debate interno. El peronismo federal rechaza la idea de aliarse con el kirchnerismo-cristinismo. Mientras Manzur y Scioli quieren juntarse con esa facción, Urtubey, Schiaretti, Massa y Pichetto rechazan esa posibilidad. Felipe Solá y cuatro diputados más abandonan el Frente Renovador massista. Parte de la izquierda se suma a Solá como el caso de la diputada Victoria Donda. “Las diferencias con Cristina están en el pasado más que en el futuro” sentenció Solá seguramente mirando los números de recientes encuestas. Esta reflexión me recordó una respuesta expresada por Jorge Luis Borges cuando le preguntaron qué opinaba de los peronistas; dijo… “¿los peronistas? son una maravilla, tienen todo el pasado por delante”. Sencillamente genial con nueve palabras dio una lección de historia.
En la semana que pasó se cumplieron 35 años desde que todos los argentinos recuperamos la democracia. En aquella ocasión, luego de 7 años de una cruenta dictadura militar y de la irresponsable locura de la guerra de Malvinas, los ciudadanos votamos libremente. Las fórmulas que compitieron por el triunfo fueron la peronista compuesta por Ítalo Argentino Luder–Deolindo Felipe Bitel contra la radical compuesta por Raúl Ricardo Alfonsín-Víctor Martínez. Triunfó en primera vuelta el binomio radical con el 51,75 % de los votos. El gobierno encabezado por Raúl Alfonsín tuvo aciertos y errores, pero durante esa gestión y bajo la tarea incansable del Presidente se trabajó para reconstruir primero y consolidar después las instituciones.
El juicio a las juntas militares y el informe de la Comisión por la Memoria fueron hitos memorables en defensa de los derechos humanos. Las crisis generadas por una facción del ejército argentino, fueron afrontadas con decisión y coraje por ese líder nacional convencido que la convivencia democrática bajo el imperio de la ley era el camino para el progreso colectivo. En lo económico se atravesaron coyunturas complejas, pero Alfonsín no dudó en enfrentar a sectores poderosos como el sector financiero. Este grupo resultó determinante para que su gobierno no cumpliera el término constitucional completo. Esa circunstancia, más el abrupto final del gobierno de la Alianza en 2001 dio lugar a la creencia que sólo los gobiernos peronistas están “capacitados” para cumplir el mandato completo. Muchos años pasaron desde su paso por el poder como Presidente de todos los argentinos, hasta su desaparición física. La muerte lo sorprendió en el mismo departamento en el que vivía cuando le tocó asumir la primera magistratura. A la luz de la trama de corrupción de los cuadernos “Gloria” este solo hecho nos resulta poco más que inverosímil.
El Presidente Mauricio Macri inauguró en la Casa Rosada el pasado lunes 29 de octubre, la muestra denominada “Alfonsín por Alfonsín”. Es la primera de una serie que plantea rescatar la memoria de gobiernos democráticos anteriores. Asistieron al acto representantes de todo el arco político nacional. En la ocasión el Presidente definió a Alfonsín como una fuente de inspiración para lograr la unidad nacional. Trabajar por esa unidad desveló a ese “gallego calentón” como a él le gustaba autodefinirse. Trabajó para lograr la unidad bajo el apego a la ley. Por eso esta columna, a manera de homenaje hacia todos los argentinos de buena voluntad creyentes en la democracia, termina con el final de su discurso en el acto de cierre de campaña en octubre de 1983. Nada más actual y valioso.
“…Y en todas partes he dicho y permítanme que lo repita hoy, porque es como un rezo laico y una oración patriótica, si alguien distraído al costado del camino cuando nos ve marchar, nos pregunta como juntos hacia donde marchan porque luchan, tenemos que contestarle con las palabras del preámbulo: que marchamos, que luchamos para constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general y aceptar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que deseen habitar el suelo argentino”.
Fernando Robles
Analista político y economista
Seguime en www.fernandorobles.com.ar
Dejar un comentario