Viernes 19 de Abril de 2024

El peso de las palabras


  • Domingo 11 de Noviembre de 2018
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Cuando clasificamos un hecho como importante o intrascendente, podemos equivocarnos porque nos falta la perspectiva que da el tiempo y las consecuencias que se desprenden de dicho suceso. Hace unos días ocurrió algo  que podríamos tildar de anecdótico, me refiero a los dichos de la Ministra de Seguridad en ocasión de ser reporteada informalmente mientras cenaba en un lugar público. El hecho podría ser considerado intrascendente, si no tuviéramos en cuenta la repercusión que ha tenido en diferentes ámbitos y no lo relacionáramos con diferentes expresiones, comentarios  y glosas suscitadas en torno a esta cuestión, relacionadas, siempre de algún modo con  el campo de la “seguridad”. Tanto quienes aprobaron su pensamiento en esta materia como los que vienen haciendo un aporte cavernícola a la cuestión, deberán reflexionar acerca de la gravitación de las palabras en el orden fáctico. Ha dicho la Ministro Bullrich en esa oportunidad que “el que quiere llevar armas, que las lleve”, que esa es en todo caso una elección personal, “porque estamos en un país libre”. Sabemos que los funcionarios no han sido electos por el voto popular, sabedores de esta circunstancia, parecen sentirse libres de toda responsabilidad, haciendo gala no sólo de su incontinencia verbal, sino de su desconocimiento de la ley, y de las obligaciones que supone actuar en un ámbito democrático. Supongo que al hablar como habla, la ministro toma como referencia el modelo norteamericano sobre este tema, hoy muy cuestionado, sin advertir que en Estados Unidos los defensores de esta postura están avalados por una enmienda constitucional. Se apoyan en la ley en tanto que nosotros, en nuestro país, no tenemos ningún aval constitucional que respalde semejante disparate. Las expresiones de una funcionaria con tan alta responsabilidad no sólo escandalizan sino que sobre todo preocupan. Qué podemos hacer nosotros, los ciudadanos de a pie, que nos sentimos inermes frente a esta y otras embestidas autoritarias. ¿Qué hacer? ¿Cómo defendernos de estos arteros ataques al estado de derecho y a nuestras costumbres más valiosas? No mucho tal vez, pero algo sí, sin duda: decirlo, comentarlo, señalarlo. Que no se convierta en anécdota más o menos pintoresca. Ya que se nos propone como modelo el llamado primer mundo, les recuerdo que en países como Canadá y los países europeos hay una clara restricción al uso de armas de fuego por civiles y penas severas para quienes infrinjan la ley en esa materia. Estados Unidos no es lamentablemente un buen ejemplo al respecto, pues como resultado de esta arcaica costumbre cada tanto nos llega la noticia de que hubo un “tiroteo” expresión incorrecta (porque los tiros vienen de una sola dirección) que deja un tendal de muertos, las víctimas por lo general, son individuos inermes, frente a esa locura asesina. Muchos ciudadanos argentinos entre quienes me cuento no queremos eso para nosotros. No lo aceptamos, sería bueno que quienes han sido elegidos para gobernarnos, lo tengan en cuenta. La presencia de una ministro que hace alarde de  un pensamiento autoritario, sin medida, y que histriónicamente se viste de Rambo, para asustar no sé a quién, nos deja atónitos y muy preocupados. Me pregunto si hay un brote de fascismo autóctono: instigación a la violencia, policía brava, persecución política, racismo, represión, desprecio por las minorías, indiferencia ante el dolor ajeno. Desde este sencillo lugar, que sólo busca compartir reflexiones esperamos ser “escuchados” y tenidos en cuenta. Estamos a tiempo.   Elsa Robin

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