Jueves 25 de Abril de 2024

“Si se revisan los antecedentes, casi todas las primeras escrituras en Pilar están firmadas por Guillermo Oriol”


  • Domingo 27 de Octubre de 2019
Imagen del articulo
  Después de 63 años, cesa sus actividades una de las primeras escribanías que tuvo la ciudad de Pilar. Fundada por don Guillermo Pedro Oriol en el año 1956, tuvo continuidad con su hija Graciela y más tarde con su nieta María Paula, completando la tercera generación de escribanos de la tradicional familia pilarense. Diez años antes de que por disposiciones legales llegara el momento de finalizar con la actividad, la escribana Graciela Alicia Oriol, decidió poner fin a una actividad que desarrolló desde muy joven –apenas recibida- siendo en principio adscripta de su padre don Guillermo Pedro Oriol, uno de los pioneros en el rubro en Pilar. “Estoy en plenos trámites de mi jubilación y mi hija María Paula Burcheri, que es mi adscripta renuncia al registro 4 de Pilar, para después de 13 años dedicarse a pleno a su profesión primigenia que es la abogacía. Yo cumplí el pasado mes de septiembre 65 años y cuando tenía 2 años, mi papá se instaló en Pilar. Mi padre venía de Rosario donde había nacido y donde también nací yo. Mi mamá era de Bella Vista y hermana del prestigioso oftalmólogo Hugo Daniel Nano. Se conocieron en Bella Vista, se casaron y se fueron a vivir a Rosario. Yo, que soy la hija mayor de cuatro hermanos, nací allá. Las vueltas de la vida hicieron que mi padre se enterara que había un registro vacante en Pilar. Esta situación le vino muy bien a mi abuelo Nano porque su hija se iba a vivir cerca de su casa en Bella Vista. Mi familia primero se instaló en la calle Lorenzo López frente adonde está hoy el Banco Galicia y después en la casa que era del arquitecto Pedro Marzano en calle Ituzaingó, donde funcionó la escribanía durante muchísimos años. Cuando cumplí los 8 años nos mudamos a este edificio en la calle Fermín Gamboa 543, donde se instaló la escribanía definitivamente”, comenzó Graciela Oriol su chala con Resumen. ¿Podemos decir que la escribanía Oriol fue la primera en instalarse en Pilar? En realidad la primera escribanía de Pilar fue la de Balbiani. Cuando mi papá llegó a Pilar el escribano Balbiani hacía mucho que había fallecido. Estaba también el escribano Constanza que era lego, porque en ese tiempo se estilaba que autorizaran a idóneos a ejercer la profesión sin haber cursado la carrera universitaria. Es decir que cuando llegó mi padre había dos escribanos en Pilar, Constanza y mi papá con el registro 4 que había sido de Balbiani. Cuando el otro escribano se jubiló mi padre durante muchos años fue el único profesional en la materia en Pilar, por eso si se revisan los antecedentes, casi todas las primeras escrituras realizadas en Pilar están firmadas por Guillermo Pedro Oriol. Incluso tampoco había abogados en esa época y mi tío Nano, ya fallecido, venía los sábados a atender en Pilar.
Mi padre  tuvo siempre el deseo de ser gobernador de Rotary, pero no quería dejar su profesión”
Mi abuelo Hugo Nano fue fundador del Rotary Club de Bella Vista y le sugirió  a mi padre que se hiciera rotario, porque le dijo ‘que así lo iban a conocer más’. Fue así que él mismo lo presentó a Rotary Club de Pilar. Por otra parte, mi tío Nano, el oftalmólogo, un día lo llevó al cementerio de Pilar y recorriendo las bóvedas le dijo ‘estas son las familias con las que te vas a relacionar acá’. Pronto mi padre se transformó en un pilarense más y se olvidó de su Rosario natal. Se hizo muy pilarense y amigo de la gente de Pilar. Mi padre fue 50 años rotario. Él tuvo siempre el deseo de ser gobernador de Rotary, pero no quería dejar su profesión. ‘No puedo dejar de trabajar para ocuparme de tan importante y honrosa distinción”, nos comentaba. A Mario Burcheri, mi marido, lo llegó a ver gobernador del distrito, pero a mí no. Sabía de mi nombramiento y me preguntaba cuándo iba a asumir. Lamentablemente falleció un año antes de que asumiera como gobernadora distrital. ¿Desde chica sabías que ibas a continuar con la profesión de tu padre? Tanto mi hermana Julieta como yo, seguimos la carrera de derecho y después nos matriculamos y juramos como escribanas. Primero se recibió Julieta, aunque ella esa menor que yo, porque me casé joven y eso hizo que se prolongaran más mis estudios. Julieta fue adscripta de mi papá, con el título de notaria hasta que sale a concurso un nuevo registro en Pilar; mi hermana se presenta, lo gana y se independiza con su propio registro. Su hija Guadalupe Eiras es su adscripta. Al quedar vacante el puesto, mi padre me adscribe a mí. Continúo como adscripta hasta que mi papa se jubila. Por la  Ley Notarial de la Provincia de Buenos Aires, los escribanos se jubilan de oficio cuando cumplen los 75 años. Por eso yo siempre digo que a mi papá ‘lo jubilaron’, porque si fuera por él, no se hubiera jubilado nunca, porque amaba su profesión. Entonces pasé yo a ser la titular de la escribanía con 35 años, porque ya había pasado el plazo legal para hacerlo que es de 10 años como adscripta. Pasan los años y se recibe mi hija María Paula de abogada en la Universidad del Salvador. Al año la pude adscribir y estuvimos 13 años trabajando juntas. Mi papá vivía al lado de la escribanía, así que al principio venía todo el tiempo, porque para él la profesión era su gran pasión. Hasta que un día dijo ‘me parece que acá molesto’ y no vino más. ¿Por qué tomaste la decisión de jubilarte 10 años antes? Cumplí 30 años de profesión y tengo otras actividades. Mi vida tomó otro rumbo, con mi marido tenemos campos en el norte. Él está mucho allá y yo por el tema de la escribanía, lo puedo acompañar muy poco. Por eso tomé la decisión de cesar con la actividad para poder tener mayor libertad para hacer otras cosas. Además, me parece que es una edad prudente para retirarme de la profesión, dar un paso al costado y dejar el espacio a los más jóvenes que vienen atrás. Quiero disfrutar más de mi familia y de mis nietos. Siempre hay actividades nuevas por realizar y la vida continúa. ¿Qué paso con tus empleadas que ya venían de la época de tu papá? Ellas sabían desde hacía tiempo de mi intención de jubilarme, lo que no sabían es que María Paula iba a tomar la decisión de no continuar con la escribanía. Pero lo tomaron muy bien y llegamos a un muy buen acuerdo de cesación laboral. Estuvimos prácticamente 26 años trabajando juntas, entraron muy jóvenes y cobraron su indemnización correspondiente como marca la ley. ¿Aprendiste mucho de la profesión trabajando junto a tu padre? Fue un gran consejero en todo sentido, es más lo traigo a mi memoria siempre en diversos aspectos de mi vida, porque siempre tenía pensamientos positivos y atinados para toda ocasión y no solo en lo concerniente a la profesión. Me dejó muchas enseñanzas, él era muy amigable, muy compañero y la verdad que trabajar con él fue realmente un placer, porque nos daba seguridad, sin ser un dictador. El dejaba hacer, dejaba trabajar; en ese sentido siempre fue muy abierto. Aparte tenía un gran sentido del humor, cuando le preguntábamos si estaba desocupado para hacerle una consulta, él nos respondía: ‘si estuviera desocupado, estaría ahora en Mar del Plata’. ¿El registro número 4 queda vacante ahora? Exactamente, si el Ministerio Público considera que hay que abrir un nuevo registro público en Pilar, saldrá a concurso, sino nunca más sale a concurso. Es decir si se considera que con los 14 escribanos que hay en Pilar es suficiente para atender a la demanda y solucionar los problemas en temas notariales que se dan en el distrito, no habrá un nuevo llamado a concurso. Hay una situación que no es de dominio público: en Pilar hay muchísimos barrios cerrados y todos los desarrolladores prácticamente escrituran en Capital Federal ya que tienen jurisdicción también en Provincia de Buenos Aires, como nosotros la tenemos en CABA. No obstante, me ha tocado escriturar dos o tres barrios, procesos que inició mi padre y luego continué yo. ¿Si no hubieras sido escribana, que otra activad profesional hubieras realizado? No me veo haciendo otra cosa que la actividad notarial. Siempre me gustó el derecho. Enseguida que me recibí, me adscribí. Yo  hice la carrera de abogacía sabiendo que iba a ser escribana. Yo mamé esta profesión de chica y nunca quise ejercer como abogada, caso contrario al de mi hija que quiere dedicarse al derecho civil.
Yo siempre digo que a mi papa ‘lo jubilaron’, porque si fuera por él, no se hubiera jubilado nunca, porque amaba su profesión”
La escribanía llegó a su tercera generación. Mi papá no pudo ver a María Paula ejercer como escribana, que fue su gran deseo. Él cuando la escribanía cumplió 50 años, ya estaba pensando en los 60 y con Paula al frente de la actividad que él había iniciado en Pilar. Me comentabas que tuvieron que notificar a gente que no vino a retirar sus escrituras. Hay gente que curiosamente recién retira su escritura cuando la necesita. Se olvidan o piensan que el documento está mejor resguardado en la escribanía que en su propia casa. Ante esa situación llamamos a los titulares y por suerte ya se entregaron todas las que quedaban. La semana pasada firmamos la última escritura que se atrasó por temas administrativos, no por demoras de los propietarios y menos de la escribanía. En pocos días ya tengo que entregar toda la documentación al Ministerio Público. Hace tanto tiempo que vengo planeando y organizando el cese de mis actividades, de tal manera que el final de la escribanía lo vivo tranquilamente, sin que haya significado un golpe traumático para mi vida. Ya hace dos años que tomé la decisión y la estoy cumpliendo, precisamente a un mes de la fecha estipulada: el 17 de septiembre de este año que fue el día de mi cumpleaños número 65.
Me parece que es una edad prudente para retirarme de la profesión, dar un paso al costado y dejar el espacio a los más jóvenes que vienen atrás”
¿Recordas alguna anécdota digna de contar en tantos años de profesión? Anécdotas hay muchas, pero recuerdo una en particular. Me pasó una vez con una escritura que firmé en al Banco Nación, ya que yo fui escribana del banco. Un señor era dueño de un supermercado, pero no sabía leer ni escribir.  Un hombre súper honesto, que va a pedir un crédito hipotecario al banco Nación, poniendo como garantía el supermercado de su propiedad. Al lado del negocio él tenía otro terreno baldío. Se firmó la escritura y él conocía  la documentación de sus propiedades por las carpetas de distintos colores donde estaban las escrituras correspondientes. Cuando estábamos por firmar y tomamos con el gerente una de las carpetas que creímos era la de la edificación, el hombre nos dice esa carpeta no corresponde al supermercado, sino al terreno baldío, la reconoció por el color de la carpeta. El banco iba a hipotecar un terreno baldío que no tiene el mismo valor que la superficie edificada de un supermercado. El gesto del señor me llamó la atención, porque lo único que sabía era firmar, pero fue tan honesto que detectó el error que iba a cometer el banco en la firma de los avales para el otorgamiento del préstamo. ‘Eso no es lo que estoy hipotecando –dijo- es el terreno que está al lado’. ¿Qué le dirías a los futuros escribanos de Pilar? Que es una muy linda profesión porque uno comparte una de las posesiones más importantes de una persona que es su propiedad. Prestamos un verdadero servicio a la comunidad, donde dos partes se encuentran para completar una operación, donde uno se va contento porque compra y el otro porque vende. Los escribanos debemos ser muy cuidadosos, ya que como decía mi papá ‘ante la duda, abstente’. Que no se metan en cosas extrañas, raras. Que sean lo más transparentes posibles, porque así se va adelante en esta apasionante profesión. Oscar Orlando Mascareño

Dejar un comentario

Los campos marcados son requeridos *

También te pueden interesar