Miércoles 24 de Abril de 2024
Entrevista

“El tiempo en el que me tocó ser intendente fue tan dramático que no lo pude disfrutar”

A 20 años de los estallidos, de las cacerolas, de los saqueos y del que se vayan todos, el ex mandatario Sergio Bivort recibe a Resumen para recordar lo vivido desde la gestión municipal.


  • Viernes 24 de Diciembre de 2021
Sergio Bivort

Los 20 de diciembre no son una fecha más en nuestro país desde aquel 2001. En Pilar gobernaba Sergio Bivort, un joven abogado que desembarcaba en la política con muchos proyectos y desafíos, y con un amplio respaldo de la ciudadanía que había corrido por primera vez -desde la vuelta de la democracia- al peronismo. Veinte años después nos proponemos indagar en los recuerdos, algunos más nítidos y otros más difusos, de aquellos momentos tan particulares de nuestra historia nacional y también local.

¿Cómo encontró a la administración municipal en diciembre de 1999 cuando se hizo cargo del Ejecutivo?

Desde el punto de vista administrativo muy desorganizado, había que realizar toda una reforma -aunque no sé si es esa la palabra- pero sí un esfuerzo de organización administrativa e incluso digital, porque en ese momento se estaba haciendo la transición hacia lo digital, sobre todo en la parte de Rentas, de Recaudación. El primer año de gestión lo dedicamos a eso: a emprolijar o reorganizar administrativamente el Municipio. Considero, y sin recaer todo el peso en el intendente que me antecedió, que el Municipio hasta ese momento nunca había tenido una organización demasiado efectiva; había aumentado en una organización precaria y ya en ese momento por el tamaño que tenía Pilar exigía otra cosa distinta, y eso fue lo que tratamos de hacer. A mi me habrá tocado una parte y a quienes me siguieron continuar con eso, de ponerse cada vez en sintonía con una sociedad que es muy compleja y a la cual no se la puede administrar con lápiz y papel.

¿Recuerda de ese cambio o reordenamiento qué proyecto puntual logró concretar?

Lo más importante fue haber cambiado todo el modelo de recaudación, eso se hizo en su momento con la contratación de una UTE, que yo sé que después tuvo mucha controversia, pero desde el punto de vista de la organización municipal fue una transformación increíble. Fue un antes y un después. Incluso en ese momento, que no había inflación porque teníamos la moneda estable y con la enorme recesión que hubo en esos cuatro años, la recaudación se incrementó en casi un 80 por ciento; entre la recaudación que yo tenía en el año 99 en la municipalidad y la que se fue en el 2003.

“Fue un desastre porque se fue enrareciendo el clima a medida que avanzaban los meses”

Antes de que usted asumiera la gestión de Pilar había vivido el arribo de muchos nuevos vecinos que elegían esta ciudad para instalarse, ¿ese crecimiento poblacional había sido acompañado con obras públicas o faltaba mucho por hacer?

Creo que Pilar no estaba acompañado por obras en general, más allá de la gente que había venido. Una de las grandes obras que hicimos en ese momento fue todo el sistema de iluminación de Pilar. Durante los cuatro años de mi gestión pasó de estar muy poco iluminado a tener un sistema de iluminación total, se llegó a iluminar todo. Muchas de las calles eran de tierra, y en eso trabajamos; pero lo que teníamos era un gran déficit en general. Creo que hoy el tema de la iluminación está solucionado y ahora se está cambiando a un sistema de luces led, y en cuanto al tema de las calles se nota que está mejor; lo que sigue siendo un déficit es agua y cloacas en cuanto a lo que falta en cuanto a infraestructura.

Y ya pasaron 20 años desde que en la presidencia de la Nación estaba Fernando de la Rúa, ¿cómo era la relación en aquel momento con las autoridades nacionales?

Nosotros no teníamos relación con el gobierno nacional. El presidente, desde el punto de vista personal, siempre fue conmigo muy afable. Es más, siempre recuerdo un episodio rarísimo: él tenía la costumbre de ir a misa a la parroquia del centro de Pilar con la mujer y el domingo siguiente a que asumiera el cargo me avisan que el presidente Fernando De la Rúa está esperándote en la puerta de la farmacia -que era de mis abuelos- porque quiere saludarte. Había ido a misa y se había cruzado. Tardo cinco minutos en llegar y me lo encuentro a De la Rúa con la mujer sentado en un banco de la plaza, frente a la farmacia, esperándome para saludarme. Era una persona muy afable desde lo personal, pero desde lo institucional con nosotros como municipio nunca tuvo relación. No sólo con De la Rúa, tampoco con otros funcionarios, no era habitual tener relación con ellos.

¿Y con los que lo sucedieron tampoco?

No, no, no. Yo conviví con la gestión de De la Rúa, con los cinco presidentes, con Duhalde un tiempo largo y la última parte del mandato con Kirchner; pero nunca tuve relación.

¿Cómo repercutió la crisis política, económica y social de la Alianza en Pilar?

Creo que como en todos lados. La verdad es que fue un desastre porque se fue enrareciendo el clima a medida que avanzaban los meses. Creo que el primer año no fue tan grave, porque más allá de la crisis siempre cuando un gobierno empieza la gente tiene la expectativa de que la cosa puede mejorar; pero a partir del segundo año fue cada vez peor y después del resultado de las elecciones (de medio término) fue insostenible y la gente estaba con un estado de furia en general. Y ese estado de furia en general por la situación económica y social repercutía también en nosotros como funcionarios locales. A la gente no le importa si sos nacional, el intendente o un concejal, si está todo mal, y está todo mal. De hecho, la frase que se vayan todos es porque no importaba qué cargo ni qué rango; la gente estaba totalmente hastiada de la dirigencia.

Fueron momentos de cacerolas, saqueos, del que se vayan todos, ¿qué medidas o acciones se llevaban adelante desde la Comuna cuando se comienza a desatar la crisis?

Nosotros habíamos implementado un programa, que lo habíamos copiado de Moreno, se compraba en enormes cantidades directamente a productores de frutas y verduras y se vendían en unos bolsones a 1 peso de aquella época -que como estaba la convertibilidad era 1 dólar- y la gente por ese dinero se llevaba no menos de 10 kilos de frutas y verduras. Y después se hacía lo que se podía también con el reparto de mercadería en general y después cuando ya fue el desenlace de los hechos de violencia, había una parte de ayuda directa del Municipio pero también la otra parte era hablar con todos los comerciantes de la zona que estuvieran dispuestos a perder, entre comillas, dinero pero voluntariamente repartir. Y de hecho un montón lo hicieron para preservar que no hubiera saqueos; muchos comerciantes repartieron mercadería a gente que les iba a pedir.

Observándolo a la distancia, después de 20 años, desde el rol de intendente que desempeñaba en aquel momento, ¿cree que se podrían haber realizado algún otro tipo de acciones?

Es muy difícil, es muy difícil porque en el transcurso de 24 a 48 horas lo que venía siendo un mal humor, mal humor, mal humor, se transformó en acción directa y era incontrolable; no sabías de dónde venía ni a dónde iba. Honestamente, lo que sí creo es que la mecha de todo eso, mi sensación porque no tengo ninguna prueba, es que no fue algo casual. Pero después si el desborde generalizado, si no fue casual, al que se le ocurrió la idea tampoco imaginó que iba a ser tan grande el desbarajuste que se armó. Era imposible prever nada porque, insisto, no era algo que te lo veías venir con seis meses de anticipación, eso pasó y pasó.

¿Hubo de esos hechos o situaciones puntuales que se vivieron en Pilar alguna que recuerde en particular por el motivo que fuera?

Como imagen me quedó grabado, de esos tres o cuatro días, que yo todas esas noches salía a recorrer el partido como hasta las 2 o 3 de la madrugada, porque se daba que durante el día había mucha furia y a la noche se calmaba, la gente estaba en las puertas de sus casas. Y una de las imágenes que me quedó porque era muy fantasmagórica era que en todas las esquinas, de todos los barrios, la gente prendía fuego. Había fuego y los vecinos se reunían porque pensaban que iba a venir de otros lugares a saquearlos a ellos. Había barrios en los que en cada esquina se repetía esta situación.

“La frase que se vayan todos es porque no importaba qué cargo ni qué rango; la gente estaba totalmente hastiada de la dirigencia

¿Se llegó a dar alguna situación que hayan venido de otros municipios o de otros barrios?

No, no, pero era lo que todos repetían. Vos escuchabas que decían que venían de tal lugar u otro y por eso estaban ahí. Esa imagen se veía en todos lados, en Derqui, en Del Viso, en Villa Rosa, en todos los barrios había cantidad de esquinas con piquetes de fuego.

En el momento en el cual De la Rúa decreta el Estado de Sitio, ¿se dieron en Pilar hechos de violencia extrema?

Honestamente no recuerdo hechos graves de la policía en nuestro municipio, sí al revés, que la policía colaboraba en todos los supermercados o comercios que admitieron donar comida, en muchos casos, la policía resguardaba a quienes estaban repartiendo para garantizar un cierto orden y en otros casos los supermercados le daban al Municipio la mercadería y se repartía; y la policía siempre colaboró para evitar los desbordes. Si los hubo, yo no los recuerdo.

El 20 de diciembre el entonces presidente renuncia y abandona la Casa Rosada en helicóptero, ¿recuerda qué estaba haciendo y dónde se enteró?

Realmente no lo recuerdo, aunque quizá estaba reunido con otros intendentes. No tengo presente haberlo visto en vivo a eso. Recuerdo sí que durante esos días durante las jornadas teníamos muchas reuniones con los intendentes del conurbano, más bien por zonas, pero estábamos mucho tiempo juntos monitoreando todo lo que sucedía en los municipios y viendo cómo era el desenlace. Todo el mundo sabía que iba a haber un desenlace institucional en cualquier momento; por eso estábamos todos los intendentes atentos a todo lo que sucedía.

Un trabajo articulado…

Sí; articuladamente por un lado para la contención de la crisis, y por el otro pensando en la sucesión porque era evidente que lo de De la Rúa no caminaba y había reuniones permanentes por la cuestión política.

“Honestamente, lo que sí creo es que la mecha de todo eso, mi sensación porque no tengo ninguna prueba, es que no fue algo casual”

En aquel momento yo hablaba con muchos intendentes, algunos con muchos años de experiencia y de gobierno y también hacían lo que podían; nadie tenía experiencia de un país saqueado y devastado.

¿Cómo era la relación política con la oposición?, ¿ayudaron en la crisis o la utilizaron políticamente?

No recuerdo ni una cosa ni la otra. No recuerdo ni que hayan colaborado demasiado, ni recuerdo que lo utilizaran para beneficio propio. No quiero faltar a la memoria pero, si tengo algún recuerdo de eso es que de alguna manera se corrieron de la escena; no fogoneando, eso seguro que no, nunca fogoneando el desborde pero sí dejando que nosotros asumamos la responsabilidad de contener la situación.

¿En quién o quiénes de las personas del gabinete se respaldó durante el momento de mayor crisis?

Básicamente en quienes eran los más cercanos: los secretarios, que estaban todo el día dedicados a eso. Te imaginas que estamos hablando de 10 o 15 días donde nadie pensaba en otra cosa que no fuera salir de esa situación.

¿El alejamiento de De la Rúa era un secreto a voces, un rumor que circulaba con fuerza?

Era algo que se escuchaba desde el resultado de las elecciones; pero lo que se escuchaba era algo como… De la Rúa no llega al final del mandato, pero no que en un mes o mes y medio se desencadenara el final. Era un secreto a voces que era muy difícil que De la Rúa llegara al final de su mandato. También hay que tener en cuenta, porque si no somos todos frágiles de memoria, que el barril de petróleo valía en ese momento creo que 25 dólares y la soja creo que 150; en mayo del 2002 (seis meses después de la renuncia) la soja costaba 500 dólares y el petróleo 80 o 100; con esto quiero decir que no se si él hubiera tenido seis meses más con esos precios de los commodities si hubiera ocurrido lo que pasó, porque en el fondo todo esto es economía. No obstante, no era difícil pensar que él no iba a llegar a cumplir con su mandato.

“Era un secreto a voces que era muy difícil que De la Rúa llegara al final de su mandato”

¿Qué le dejó su intendencia al partido de Pilar?

La reorganización administrativa del Municipio, el tema de las luminarias, la reconversión de la mayoría de las plazas, de los espacios públicos, que se hizo en ese momento que era algo que venía muy dejado, todos los destacamentos policiales que se hicieron, esto desde la gestión puntualmente. En el marco de la situación general que estábamos viviendo hicimos unas cuantas cosas, pero yo creo que si tengo que poner un balance creo que me queda más en el debe que en el haber.

¿Cómo vivió su familia su paso por la gestión?

Mal, yo creo que mal porque no estaba acostumbrada a eso y en el marco de cómo se dieron todas las cosas la verdad que no la pasaron bien.

¿Y usted desde lo personal?, le tocó afrontar la pérdida de su padre, sus hijos eran muy chicos.

Fue una experiencia de vida muy importante, y no me quejo de eso. Yo lo busqué, yo lo decidí, no fue que alguien me dijo vení para acá y me puso esa mochila. Lo que sí está claro es que el tiempo en el que me tocó ser intendente fue tan dramático que no lo pude disfrutar, la verdad es que no lo pude disfrutar. Me quedaron muchas cosas que tenía en mente hacer que evidentemente no pude concretar, entonces fue más sufrido que disfrutado el momento. Y, si bien yo perdí la interna con Humberto (Zúccaro) y decidí no ir a la general, creo que fue la mejor decisión porque - viéndolo a la distancia- me siento mejor ahora alejado de la política que en el momento que estaba.

Por último, ¿la política es un capítulo cerrado ya en su vida, o se puede escribir una nueva historia?

A mi me gusta la política, pero ahora no estoy para aceptar ningún cargo, ni electivo ni en el Ejecutivo. Me gustaría, quizá, colaborar con algún gobierno que tenga ganas de trabajar en cambios profundos.

 

Clarisa Bartolacci

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