Por Lourdes Filgueira Risso, del Frente Pilarense
Como un capitán, que mientras se le hunde el barco se dedica a pintar la proa. Así parecen las acciones del Gobierno de Ducoté y de Cambiemos en general. La pintura de un jardín por aquí, tapar un pozo por allá, y la repetición como mantra de un slogan de marketing #CercaTuyo que se choca contra una realidad sólida como un iceberg.
Desde el Frente Pilarense venimos haciendo talleres y actividades por todos los barrios de Pilar hace mucho tiempo. En esos talleres, a través de un juguete, de un par de anteojos o de una clase de cocina nos encontramos con un otro, que con algo de sencillez y bastante de resignación, nos cuentan: “Perdí el trabajo, así que empecé a vender tortillas en la calle”. “Tengo la presión por las nubes, ¿sabes? Es muy angustiante no llegar a fin de mes”. “Dejé la universidad, no puedo pagar el colectivo y ya no tengo la beca que me permitía dedicarle tiempo”. “Yo le digo a mi nene, que no se queje por comer arroz toda la semana que por lo menos tenemos algo”. No son las mágicas historias de superación y esfuerzo que cuentan funcionarios y funcionarias de Cambiemos en sus redes sociales. Es la realidad que atraviesan hoy personas de carne y hueso, que escuchamos todos los días en los distintos barrios de Pilar.
La situación económica y social se les hace cada vez más cuesta arriba. Un padre que pierde el trabajo, una madre que hace horas extra en alguna casa, la plata que no alcanza, la boleta de luz que no se puede pagar y la precariedad como forma de vida (“nos tuvimos que enganchar, aunque preferiríamos pagar”). El techo de la casa que se rompe y no hay plata para arreglarlo, la pieza que se llueve, el hijo mayor que se deprime y abandona la secundaria. Y así, la espiral en caída. “Volví a mandar a los nenes al merendero, así me aseguro que coman”.
Es cierto, la indigencia, la pobreza, la falta de trabajo, no son novedades. En Argentina y en Pilar los padecemos hace años. Más precisamente hace 219 años. Algunos intentan mirar para atrás para encontrar culpas y responsabilidades. Yo prefiero mirar el iceberg. Que está adelante. Que nos dice en cada taller que organizamos “la realidad está aquí”. Y que nos muestra que los 170.000 puestos de trabajo que se perdieron en un año, que el 33,6% de pobreza, que el cierre de al menos 15.000 comercios y Pymes en el último tiempo, no son números, son realidades que sufren las personas.
Cuando observo esa realidad, y veo las respuestas que da este Gobierno, pienso que no puede ser. Que no se puede anunciar la mejora de una fachada con bombos y platillos, la inauguración de wifi en las plazas como un gran avance o la mejora del tránsito como una gran batalla ganada. No se puede porque hay cientos de miles de niños, niñas, jóvenes, adultos que están padeciendo las medidas políticas y económicas de este gobierno. Y no es justo, ni sano. Ni para ellos, ni para nadie. Porque en una sociedad, nadie se salva solo, y si el barco choca, nos hundimos todos.
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