En pleno Villa Crespo, en Canning 392, nació el 2 de diciembre de 1905 don Osvaldo Pedro Pugliese, uno de los músicos de tango más admirado y querido por varias generaciones de argentinos. Tenía apenas 19 años cuando compuso un tango de antología. Eso sucedió en 1924 y el tango se llama “Recuerdo”. Pero la historia no comienza en ese punto, hubo un antes importante en la vida y en la carrera de don Osvaldo. Hubo un padre músico aficionado que tocaba la flauta en los primitivos conjuntos del arrabal porteño. Hubo también, hermanos músicos (Adolfo y Vicente) y una madre que lo alentaba cariñosamente con un “Al Colón” cuando lo escuchaba entregado a la música horas y horas. Existieron muchas cosas que lo marcarían para siempre: el sentido ennoblecedor del trabajo, el espíritu solidario, el orgullo de ser fiel a las propias convicciones y por supuesto el talento que fructificó generoso con los años.
Si ha habido alguien a quien puede aplicarse con absoluta propiedad, eso de “honrar la vida”, esa persona es Osvaldo Pugliese, a quien hoy evocamos en este espacio y hablando de recordar lo primero que asoma a nuestra memoria es precisamente el tango “Recuerdo”, precoz fruto de su talento.
Este, su primer tango (1924), fue llevado al disco en 1926 por Julio de Caro con quien curiosamente ha tenido Pugliese una relación en cierto modo de filiación. Se dice y él mismo lo afirmaba que era un decariano, esto es un seguidor de la línea interpretativa que desarrolló Julio de Caro. Este estilo marcó un antes y un después en la historia del tango. Suele decirse que con De Caro termina la llamada Guarda Vieja y se inician tiempos de renovación para el tango. Resulta interesante, por otra parte, prestar atención a lo que dice Horacio Ferrer en su trabajo “El tango y su evolución”, texto en el cual señala que “podría hablarse con toda justicia, de obras antes y después de “Recuerdo”; de instrumentistas antes y después de “Recuerdo”.
En cuanto a lo que llama la conjunción De Caro–Pugliese dice Ricardo Horvath que no es casual ya que el segundo siempre adhirió y mantuvo una línea consecuentemente decareana y es su innegable continuador. El propio De Caro así lo reconoció: “Él es mi hijo espiritual, mi mejor hijo. Lo son Troilo, Federico, Gobbi, el mismo Piazzolla; todos ellos, pero él fue el primero”. Así hablaba J. De Caro de Pugliese, expresando una valoración que fue compartida por muchos otros músicos de tango.
La orquesta: una historia dentro de la historia
Sabido es que la década del 30 fue una etapa llena de dificultades para los argentinos en general y para los músicos de tango marcada por especiales vicisitudes, sin embargo, en agosto de 1939 logra Pugliese constituir su propia orquesta, la que durante los 56 años siguientes, a pesar de los cambios que como es lógico experimentó, se convirtió en una de las más importantes de toda la historia del tango.
La orquesta significó para Pugliese algo más que un logro profesional, le valió contar con un instrumento que le permitiría expresarse en todas sus posibilidades y con lo cual consiguió un doble objetivo: por una parte construir y conservar un estilo inconfundible y por otra, responder a las demandas de actualización y perfeccionamiento que supone toda actividad artística viva.
Múltiples testimonios hablan de su modestia, de su bonhomía, y de la aguda inteligencia con la que dirigía este organismo colectivo: la orquesta, no siempre fácil de conducir. Para destacar esto basta recordar algunos hechos que aunque conocidos merecen subrayarse: En primer lugar la circunstancia de que la orquesta funcionara como una cooperativa en la que las ganancias se distribuían entre todos, y en segundo lugar el lazo afectivo y al mismo tiempo de respeto que se establecía entre sus miembros y el director.
Conocida es la anécdota que refiere cómo en las épocas en que el músico fue encarcelado por sus ideas políticas, la orquesta seguía actuando y sobre el piano los asistentes veían un clavel rojo, muda protesta de los músicos ante el injusto atropello y expresivo homenaje para el director forzosamente ausente.
Otro hecho que es digno de destacar es como ese organismo colectivo que es ‘la orquesta’ no opacaba los méritos individuales a tal punto que se la llegó a llamar ‘la orquesta de los compositores’. La mayoría de sus integrantes no fueron sólo ejecutantes de un instrumento sino que cada uno tocaba, arreglaba y componía, y sus composiciones a la vez eran incorporadas de inmediato al repertorio.
A modo de ejemplo podemos recordar “A mis compañeros”, “Yunta de oro”, de Osvaldo Ruggiero; “Bien compadre”, “El tobiano”, “La bordona”, de Emilio Balcarce; “Don Aniceto”, “El embrollo”, de Esteban Gilardi y muchos otros más.
Por supuesto que entre los autores también figuraba el mismo Pugliese que nos ha dejado obras bellísimas tales como “Recuerdo”, “Una vez”, “La yumba”, “Malandraca”, “a Agustín Bardi”, “Negracha”, “El encopado”.
Como ya dijéramos, en 1939 Pugliese logra uno de sus sueños más caros como músico: tener su propia orquesta, sin embargo la primera grabación data de 1943 (En el anverso: “El Rodeo” de Agustín Bardi y en el reverso “Farol” de los hermanos Expósito). Cuya letra transcribimos para nuestros lectores.
Farol
Un arrabal con casas
que reflejan su dolor de lata...
Un arrabal humano
con leyendas que se cantan como tangos...
y allá un reloj que lejos da
las dos de la mañana...
Un arrabal obrero,
una esquina de recuerdos y un farol...
Farol
las cosas que ahora se ven...
Farol
Ya no es lo mismo que ayer...
La sombra
Hoy se escapa a tu mirada,
Y me deja más tristona
La mitad de mi cortada
Tu luz,
Con olor a cigarrillo
Fue perdiendo luz y brillo,
Es una cruz...
Farol,
Las cosas que ahora se ven...
Dejar un comentario