Viernes 26 de Abril de 2024

El Quijote, un libro inagotable


  • Domingo 21 de Abril de 2019
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El 23 de abril se cumple un nuevo aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes y Saavedra, el genial creador de Don Quijote de la Mancha. Es nuestro propósito en esta oportunidad no sólo promover su recuerdo sino traer a estas páginas algunos textos, de los incontables, inspirados, ya en Cervantes, el autor, ya en sus criaturas. El Quijote, es sin duda un texto clave (llave), que cierra magistralmente una época e inaugura otra. Su protagonista: héroe y antihéroe a la vez, sigue haciéndonos emocionar, pensar y reír. Inagotable en sus significaciones es perpetua fuente de lecturas y relecturas. Entre los textos seleccionados hoy en nuestra mínima antología semanal transcribimos un fragmento de la sensata y sin desperdicios conversación que Don Quijote mantiene con Sancho a punto de acceder al gobierno de la Ínsula de Barataria. “Sabiendo (D. Quijote) la celeridad con que Sancho se había de partir a su gobierno, le tomó por la mano y se fue con él a su estancia con intención de aconsejarle cómo se había de haber en su oficio. Entrados pues en su aposento cerró tras sí la puerta e hizo casi por fuerza que Sancho se sentase junto a él, y con reposada voz le dijo: Infinitas gracias doy al cielo, Sancho amigo de que antes y primero que yo haya encontrado con alguna buena dicha te haya salido a ti a recibir y a encontrar la buena ventura. (...) (...) está, oh hijo atento a este tu Catón, que quiere aconsejarte, y ser norte y guía que te encamine y saque a seguro puerto deste mar proceloso donde vas a engolfarte; que los oficios y grandes cargos no son otra cosa sino un golfo profundo de confusiones. Primeramente, oh hijo, has de temer a Dios, porque en el temerle está la sabiduría, y siendo sabio no podrás errar en nada. Lo segundo, has de poner los ojos en quien eres, procurando conocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento que puede imaginarse. Del conocerte saldrá el no hincharte como la rana, que quiso igualarse con el buey; que si esto haces vendrá a ser feos pies de la rueda de tu locura la consideración de haber guardado puercos en tu tierra. Así es la verdad, respondió Sancho, pero fue cuando muchacho; pero después algo hombrecillo, gansos fue lo que guardé, que no puercos; pero esto paréceme a mí que no hace al caso, que no todos los que gobiernan vienen de casta de reyes (...) Haz gala, Sancho, de la humildad de tu linaje, y no te desprecies de decir que vienes de labradores; porque viendo que no te corres, ninguno se pondrá a correrte, y préciate más de ser humilde virtuoso, que pecador soberbio. Innumerables son aquellos que de baja estirpe nacidos han subido a la suma dignidad pontificia e imperatoria, y desta verdad te pudiera traer tantos ejemplos que te cansaran. Mira, Sancho, si tomas por medio a la virtud, y te precias de hacer hechos virtuosos, no hay para que tener envidia a los que los tienen príncipes y señores, porque la sangre se hereda y la virtud se aquista, y la virtud vale por sí sola lo que la sangre no vale”.
Jorge Luis Borges, escritor argentino (1899-1986) Un soldado de urbina  Sospechándose indigno de otra hazaña como aquella en el mar, este soldado, a sórdidos oficios resignado, erraba oscuro por su dura España.   Para borrar o mitigar la saña de lo real, buscaba lo soñado y le dieron un mágico pasado los ciclos de Rolando y de Bretaña.   Contemplaría, hundido el sol, el ancho campo en que dura un resplandor de cobre; se creía acabado, solo y pobre,   sin saber de qué música era dueño; atravesando el fondo de algún sueño, por él ya andaban don Quijote y Sancho.
Rubén Darío, poeta nicaragüense (1867- 1916) Un soneto a Cervantes Horas de pesadumbre y de tristeza paso en mi soledad. Pero Cervantes es buen amigo. Endulza mis instantes ásperos y reposa mi cabeza.   Él es la vida y la naturaleza, regala un yelmo de oros y diamantes a mis sueños errantes. Es para mí: suspira, ríe y reza.   Cristiano y amoroso caballero parla como un arroyo cristalino. ¡Así le admiro y quiero,   viendo como el destino hace que regocije al mundo entero la tristeza inmortal de ser divino!
Miguel de Unamuno (filósofo, narrador, poeta español, 1864-1936) Ensíllame a Clavileño tierna sombra de Cervantes; voy a buscar los gigantes de las ínsulas del sueño. Juntos en él cabalgaron Don Quijote y Sancho Panza; Sobre la misma esperanza Juntos los dos se abrazaron. Juntos los dos, caballeros de leño, leño de cruz vendados vieron la luz de los sueños verdaderos. Véndame a España la vista y ensíllame tu artilugio; voy a mi último refugio voy a mi última conquista.   4-VIII-1929 Este poema pertenece a Cancionero (1922-1936)

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