Martes 16 de Abril de 2024

El Tratado del Pilar, un compromiso con el sistema federal


  • Lunes 24 de Febrero de 2020
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  Por la profesora Stella Maris Palermo Titular de la Cátedra de Historia Argentina I, Carrera de Historia.  Universidad del Salvador El año 1820 marcó un hito fundamental en la historia argentina. Hacia el final de la primera década revolucionaria, Santa Fe y Entre Ríos, cuyos caudillos eran partidarios de Artigas, sufrían el hostigamiento permanente del Directorio, hasta que el 1°de febrero se produce en los campos de Cepeda, el enfrentamiento final del ejército directorial y las fuerzas del Litoral dirigidas por Ramírez y López. Con la contundente victoria de estos últimos se concretó la caída del Directorio, poniendo fin al poder central y su intento por imponer un sistema unitario. La estructura virreinal se desmorona y en esta coyuntura se hace visible definitivamente una nueva realidad, el advenimiento de los estados provinciales autónomos. La derrota provocó una crisis en Buenos Aires al tiempo que posibilitó su conformación como provincia. Constituida como tal y con la designación de Manuel de Sarratea como gobernador, comenzaron las negociaciones de paz, que culminaron el 23 de febrero en la Capilla del Pilar, con la firma del Tratado que lleva su nombre, suscripto por los gobernadores de las provincias de Santa Fe, Entre Ríos y Buenos Aires. De sus doce artículos, la mayoría responde a decisiones propias de un armisticio, ya que el tratado debía poner fin a la conflagración. Entre otras medidas prescribe el cese de hostilidades; la declaración de amnistía; la solución de conflictos territoriales en un futuro congreso, el juicio público a los responsables de las hostilidades; la libertad de prisioneros y la evacuación de las tropas. Cabe destacar que se apela a la generosidad y patriotismo de los ciudadanos de Buenos Aires para acudir en auxilio de las provincias litorales ante el peligro de invasión inminente por parte de una potencia extranjera, que oprime a la Banda Oriental, sin mencionar expresamente a Portugal. Asimismo surge un segundo aspecto, la consideración de acuerdos de convivencia. Se admite la navegación de los ríos Paraná y Uruguay por buques de provincias amigas y la libertad del comercio de armas y municiones entre las provincias federadas. Sin duda lo significativo y fundamental del tratado y que lo convierte en un hito en la historia argentina es el primero de sus artículos. En él se fija con claridad la decisión y el compromiso de las provincias respecto al sistema de gobierno federal. Por otra parte reconoce como mecanismo para su aprobación la deliberación de diputados nombrados por el pueblo y reunidos en Congreso. A tal efecto fija la convocatoria a los 60 días en San Lorenzo, disponiendo la invitación a participar a las demás provincias. En otro orden, se acuerda remitirle copia del Tratado a Artigas, a la espera de que siendo de su agrado, pueda sumarse a las demás provincias federadas, lo que sería visto como un dichoso acontecimiento. Esta cuestión cobra sentido en el marco de la incertidumbre provocada por el impacto de la noticia de que Artigas había sido derrotado definitivamente por los portugueses en la Batalla de Tacuarembó (22/01/1820) y despojado de su territorio. A ello se sumaba el serio riesgo de invasión inminente a las provincias litorales, por lo que se afianza la posibilidad de la existencia de un acuerdo secreto que disponía el auxilio extraordinario de la provincia Buenos Aires a las del Litoral. En suma, el Tratado del Pilar forma parte de la serie de pactos interprovinciales que la Constitución Nacional reconoce como preexistentes, y cobra relevancia ya que sustenta la voluntad política de conformación de una sola nación bajo el sistema federal. En este sentido, sentó con claridad las bases que regirán sistemáticamente futuros acuerdos entre las provincias tendientes a la unidad nacional.

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