Nacida en el centenario patriótico, Ana Teresa Pomillo de Figueredo, se describe como una persona activa y que no puede permanecer quieta. Dijo que no sabe el secreto de la longevidad, pero sí dio sus consejos. “Lo más importante es la familia”, afirmó.
Nació en 1910, cuando Argentina cumplía un siglo de vida. Hoy, Ana Teresa Pomillo de Figueredo cumplió sus 105 años de vida y lo festejó a lo grande con sus hijos, nietos y bisnietos.
Ana Teresa nació en Torres, una localidad del partido de Luján de alrededor de 3 mil habitantes, ahora lleva una vida realmente activa para su edad en su domicilio pilarense. Si bien no suele salir de su casa, sí hace las actividades domésticas. Durante el día se maneja sola, limpia la casa, baldea los pisos, cocina, y durante la noche la acompaña una mujer por si le pasa algo.
La señora, que ya superó el centenario, ha sobrevivido a sus siete hermanos. Tiene cuatro hijos, 13 nietos y 17 bisnietos. Con todos ellos se reunió esta noche a celebrar sus 105 años cenando en el restaurante céntrico de Pilar, La Gringa.
Ante la pregunta que le hizo Resumen sobre cuál es el secreto de la longevidad, ella contestó que no lo sabe con certeza. No obstante, comentó que bebe 2 litros de leche por día y está en constante movimiento realizando diversas actividades. Según lo que cuentan sus familiares, Ana Teresa no se queda quieta ni por un segundo.
Luego destacó que lo que considera más importante de su larga vida es, sin dudas, la familia.
Sentimiento que demostró en la cena multitudinaria con todos sus parientes.
Teresa continuó dando indicios de una vida tranquila lejos de los excesos. Según ella, no solo se trata de estar constantemente en movimiento sino también de cocinar y comer comida sana.
En relación a este tema, el gastronómico, Ana Teresa señaló que puede comer de todo. Solamente algunos alimentos, como la carne, debe cortarlos en pequeños trozos. Los únicos problemas que tuvo en el último tiempo fueron el haberse quebrado la pierna hace un par de años y un inconveniente de la vista, dos temas que ya fueron correctamente tratados y hoy la señora ya se encuentra bien.
Entre las varias anécdotas que reveló, relató especialmente que cuando era joven, su marido se dedicaba a la venta de lechones y ella lo ayudaba a cargarlos. Un hecho que demuestra que aún, pasados los cien años, sigue con el mismo espíritu activo.
Dejar un comentario