El mes de diciembre llega, siempre, cargado del espíritu navideño. Los preparativos para la Navidad, la comida, las decoraciones y la elección del lugar para pasar las fiestas son algunas de las conversaciones que en toda familia tienen lugar desde el primer día del mes.
El 8 de diciembre es el día elegido para poner en pie las decoraciones que no solo incluyen el árbol de Navidad, sino también el Pesebre al cual en nuestro país le damos suma importancia. Su armado es, en nuestros hogares, una tradición familiar.
Marisa Fornas, vecina de Del Viso, lleva esta tradición a otro nivel: con un Pesebre gigante. El mismo tiene 2 metros y medio de altura, poco más de 4 metros de ancho y 4 metros de profundidad y cuenta con pastores, reyes, la sagrada familia, ovejas, un burro, una vaca y camellos.
Está ubicado en la vereda de la calle Pizarro al 1368 en Del Viso y año a año, se vuelve cada vez más impresionante.
Fornas contó que el armado del Pesebre es una tradición familiar que inició su abuela materna, Antonia, en 1971. A sus 12 años, inundada por el espíritu navideño, ella comenzó a participar del armado y 40 años después, se ha convertido en esta obra de arte que cuenta con un puente colgante, tres caídas de agua, carretas, cacharros de barro, tres hornos de barro (hechos de telgopor), pinos (también de telgopor recubiertos con ramas artificiales), palmeras (hechas con ramas naturales, piñas desarmadas y hojas artificiales), frutas y verduras hechas en porcelana fría según detalló el medio El Bonaerense.
Tras un robo, el padre de Marisa se vio obligado agrandar el portón y los pilares, haciendo necesario que haya artículos más grandes en el Pesebre para que pudiera verse. “Un día estaba paseando por Luján y vi unas figuras de Pesebre de 30 centímetros de altura, me encantaron y empecé a comprarlas. Cada vez que podía iba a Luján y volvía con alguna figura nueva”, contó la mujer a El Bonaerense.
“Tuve que pedirle permiso a mi mamá para usar un pedacito del jardín del frente de la casa. Primero eran unos estantes cubiertos con tela, un telón celeste con nubes hechas de algodón o guata, pero cada año se hacía más grande y yo seguía comprando figuras”, añadió.
Marisa explicó que gran parte de lo que hay en la obra de arte, es hecho por ella y sus padres: “En julio y en agosto empezamos a hacer cosas a mano con telgopor, enduido, pintura. Hacemos cosas como ruedas de carretas, escobas, escaleritas, todo artesanal”.
Con los años, esto se ha vuelto una especie de atractivo turístico y muchos incluso, le piden para poder fotografiarlo. “Muchos tocan el timbre para pedir permiso para sacar fotos, obviamente que pueden hacerlo sin pedirlo”, aclaró.
“Parte de la pasión que le pongo al armado del Pesebre es para verlos a mis papás entusiasmados. Siempre digo que mientras ellos estén conmigo, lo seguiré armando. Verles las caras de alegría y orgullo al momento de terminarlo no tiene precio”, cerró.
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