Patricia sufría una cardiopatía desde hacía 26 años. Un mes atrás, “cambió mi calidad de vida y la de mi familia”, afirma luego de un trasplante de corazón en el Hospital Austral.
Patricia padecía miocardiopatía dilatada y en julio debió realizarse un trasplante de corazón. Gustavo Bastianelli, cirujano cardíaco del Hospital Universitario Austral, explicó que “Patricia tenía un problema eléctrico en el corazón por lo que había tenido marcapasos desde muy pequeña, era algo congénito. Eso la llevó a una disfunción en el corazón que derivó en una insuficiencia cardíaca. Ella sabía que se tenía que trasplantar, pero no sabía cuándo”.
“Tengo 51 años y a los 25 me diagnosticaron una cardiopatía. Me dijeron que tendría la vida de una persona mayor y viviría casi todo el tiempo sentada. Al principio no quería que me realizaran el trasplante y sólo tomaba medicación, pero con el transcurso del tiempo comencé a deteriorarme. Hoy lo único que siento es que el corazón es mío y que lo quiero”, cuenta la mujer.
Luego de tener una vida en la que sólo recibía medicación por rechazar otros tratamientos, en julio de 2017 Patricia empeoró y comenzó a descompensarse. Para ese entonces, vivía con ocho cables de cardiodesfribiladores que habían quedado en su cuerpo. “Todos me decían que no debía sacármelos pero en la última cirugía me agarró una infección y allí debieron dejarme internada y entubada”, contó. El doctor Bastianelli le explicó a su familia que debían operarla y ellos tomaron la decisión por Patricia.
“Fue un milagro, tenía un 20 por ciento de probabilidad de vida. El trabajo que hizo el doctor y su equipo no existe, no hay en el país cirugía en la que hayan sacado tantos cables de hace 20 años”, explicó la paciente. El cirujano aclaró que “retirar tantos cables abandonados adentro del corazón durante muchos años no es algo habitual, pero ella a su vez hizo una endocarditis, es decir una infección con esos cables y allí empeoró. Hicimos la cirugía de extracción, salió de su infección y luego apareció el corazón para el trasplante gracias a la generosidad del INCUCAI”.
El especialista destacó la importancia del acompañamiento del paciente en todo momento por parte de su familia y los profesionales. “Ella sabía que potencialmente su corazón iba a seguir empeorando y la íbamos a tener que trasplantar, pero lo veía muy lejano y por eso decía que no quería”, agregó.
Patricia asegura que no estaba preparada pero le sirvió darse cuenta del deterioro que sufría día a día y la necesidad de depender de todos. “Cuando llegó el momento del trasplante traté de pensar en positivo. Ya que se había tomado la decisión, había que recibirlo con alegría así que me fui a quirófano contenta. Ahora puedo decir yo sola qué quiero hacer, es comenzar una nueva vida con otras expectativas”, explicó.
Hoy Patricia se siente bien. Asegura que había olvidado lo que era esa sensación.
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