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Finalizó el Programa Pescar USAL del ciclo lectivo 2014. Los alumnos egresados corresponden a la séptima promoción y ya suman 121 desde la creación de la escuela en 2008. El programa forma parte de la promoción educativa de Acción Social que la Universidad del Salvador lleva adelante.
La Fundación Pescar existe hace ya once años en la Argentina y posee 23 centros alrededor del país. Los “Centros Pescar- Educando para el Trabajo” buscan estimular el desarrollo integral de los jóvenes para recobrar el sentido de la cultura del trabajo y ayudarlos a la inclusión en el mercado laboral. “Los planes de educación que en su momento fueron muy positivos, hoy no ayudan para inculcar valores de trabajo, dedicación y esfuerzo”, afirma Silvia Titó, la orientadora y coordinadora de la Escuela Pescar USAL, con sede en el campus de Pilar.
Durante nueve meses, la Universidad del Salvador ofrece a 21 alumnos de escuelas estatales la posibilidad de cursar en contra turno del horario escolar, el programa de “Atención al cliente”. Al capacitarlos para su primera inserción laboral, los egresados del programa poseen una ventaja competitiva muy importante frente a los pares. “A los alumnos se los fortalece en la adquisición de hábitos. Y cuando los hábitos son buenos, son virtudes”, afirma la profesora Silvia Titó. La entrega de los profesores y el éxito que logran los alumnos al finalizar el programa cumple con el lema de la fundación, la conocida frase de Lao Tsé: "Si quieres quitar el hambre a un hombre, dale un pez; pero si quieres que no vuelva a tener hambre, enséñale a pescar".
¿Cómo surgió la relación entre la USAL y la Fundación Pescar?
La fundación nació en Brasil por la necesidad que tenía un empresario de conseguir empleados para su fábrica. Como no encontraba personal especializado ni responsable, se le ocurrió formar un centro que capacitara jóvenes para su firma. Edgardo Palmero, fundador de la Empresa Palmero, tomó la idea de allá porque tenía el mismo problema. Decidió hacer un centro en su empresa e inmediatamente le comentó la idea a los directivos de la USAL, y desde el primer momento la universidad apoyó el proyecto. Desde entonces, colabora con la fundación a través de los recursos humanos, la planificación y la programación de los cursos.
¿En qué se hizo enfoque para el armado del programa?
Entre la universidad y la fundación querían lograr una formación humana integral y no solo capacitarlos desde el punto de vista técnico. Tiene mucha vinculación con los valores y la formación ciudadana y ética. En definitiva, todo lo que hace que una persona se desarrolle plenamente y que a partir de estos recursos pueda aspirar a un futuro mejor, permitido por las ofertas laborales.
¿Cómo funciona PESCAR?
Funciona como una franquicia social. Los alumnos aprenden la especialización que les puede brindar el centro en el que están cursando. En Palmero aprenden todo lo relacionado al metal mecánico, por ejemplo. En la universidad la especialización es atención al cliente. Fue a partir del año 2008, en que la universidad decidió que, además apoyar a la fundación a través de los recursos humanos, quería un centro propio. Y así nació la Escuela Pescar USAL, que está en el campus de Pilar.
¿A quiénes está dirigido el curso?
Está orientado a chicos nacidos en deficiencia de recursos y oportunidades. Esto se fue constriñendo a quienes están cursando el último año del secundario en escuelas desfavorecidas, porque ya el hecho de llegar al último año en situaciones adversas habla de un compromiso personal, de responsabilidad y de deseo de superación. Nuestro objetivo es poder brindarles una herramienta más para las búsquedas laborales.
¿Cómo se involucró usted con el centro?
Yo en ese momento trabajaba en temas de responsabilidad social dedicado a la promoción educativa y me contactaron para sumarme al proyecto. Estoy como orientadora y articuladora del programa, que consiste en la coordinación de todo lo que hacen los chicos. Toda la educación es través de talleres. Los alumnos no están acostumbrados a la educación no formal, así que hay que crear todo un cambio en la mentalidad del chico que al principio lo hace sentir medio perdido. No hay nadie que lo esté coaccionando con la nota, sino que la idea es ensayar lo que va a ser un trabajo en su vida futura.
El rol del docente parece fundamental.
El rol del docente es fundamental. Los chicos cada vez tienen menos idea previa del deseo de capacitarse como un bien. Creo que el aprendizaje es lo connatural, un don que uno recibe, que permite un acceso al propio ser y a la vinculación con el mundo. Ese tema está un poco quebrado en nuestra sociedad contemporánea. Y por eso es que hay que rescatar estos valores. Rescatar justamente este deseo personal y a partir de ahí ayudar a crear la conciencia del regalo del aprendizaje. Y eso forma parte del rol del docente.
La Universidad del Salvador todos los años se hace cargo del programa de manera total. La beca otorgada a 21 alumnos como máximo incluye transporte desde las escuelas a la universidad, almuerzo, uniforme, todos los útiles escolares que usen en el año y acceso a todas las facilidades de la universidad. Además, los chicos hacen rotaciones laborales en áreas administrativas de la universidad para vivir la experiencia directa de un trabajo. Fiel al lema de la USAL "Ciencia a la mente y virtud al corazón", además de las posibilidades que brinda el programa, la mayoría de los profesores universitarios que se hacen cargo de los talleres, enseñan de forma voluntaria.
¿Los chicos siguen yendo al colegio mientras realizan el programa?
Es condición. Si abandonaran el colegio no pueden seguir en Pescar. Sin título secundario no hay posibilidad de inserción laboral y nosotros creemos que de alguna manera es poner el norte donde debe estar. El secundario es lo primero y después podes capacitarte. Hay muchos de nuestros alumnos que quieren seguir estudiando. Nuestro objetivo no es prepararlos para la universidad, aun cuando estamos en ella. Yo al principio era mucho más idealista y secretamente quería que todos estudiaran e insistía mucho en eso. Ahora pienso que lo mejor es que consigan un trabajo y que si andando tienen la necesidad de seguir una carrera universitaria o terciaria, lo hagan.
¿Usted arma el programa o puede modificarlo?
El programa es común y fue armado por la Universidad desde el principio. Yo agrego cosas según los intereses de los alumnos. Siempre agregar, no sacar. De hecho, dentro de nuestro programa, tenemos otro que se llama “Aprender colaborando”. Cada grupo aprende algo y el fruto de ese aprendizaje se dona a las instituciones que más lo necesitan. Hubo un año en que el grupo estaba fascinado con las manualidades. Hablé entonces con la directora de la carrera de escenografía y creamos un taller para aprender a trabajar con madera. Armamos bancos de escenografía que donamos a jardines de infantes. Otros años los chicos reciclaron computadoras y las donaron a jardines maternales y geriátricos.
¿Cómo hacen para elegir a los alumnos?
Las escuelas nos fueron señaladas por la Municipalidad de Pilar y por la Inspección de Educación. Este año participaron los alumnos de las Escuelas de Gestión Pública Nº 1 "14 de septiembre" (Los Cardales), la Nº 9, "María G. de Galvagno" (Fátima), y la Nº 39, de Almirante Irízar. Nosotros presentamos el programa en cada escuela durante noviembre para los chicos del año próximo. Los chicos se presentan en forma voluntaria y los seleccionamos a través de una entrevista conmigo, con dos psicólogas de la universidad y con gente especializada de la fundación. Se le toman algunos tests psicológicos que miden niveles de agresividad, responsabilidad y compromiso y con todos esos datos hacemos una selección. Buscamos a quienes puedan convivir en grupo y sumar algo a sus pares.
¿Cuáles son los talleres?
Técnica de autoconocimiento y autoestima, que son fundamentales. Técnicas de estudio, taller de ceremonial y protocolo, relacionado a cómo comportarse socialmente, aprender a conversar y a vincularse. Taller de orientación vocacional, que es dirigido por una de las profesoras de la carrera de Psicología y por los alumnos del último año que lo realizan como una experiencia de pasantía laboral. Otro es el taller de informática, del que realmente salen con todas las herramientas de Office para poder trabajar. Taller de administración, de economía y de plan de negocios para un emprendimiento personal. De hecho, hay varios ex alumnos que han podido empezar su propio emprendimiento.
Silvia Titó recuerda a algunos de sus alumnos y cómo se desempeñan hoy en el ámbito laboral. Uno trabaja en el Sheraton mientras estudia Recursos Humanos. Otro ya está en cuarto año de Agronomía y otra es maestra inicial en el Jardín N° 901. Más del 50 por ciento de los alumnos egresados de Pescar consigue trabajo y esto representa un logro enorme para la fundación.
Para una sociedad en la que cinco de cada diez jóvenes no termina el colegio, donde la Argentina está posicionada en los últimos puestos de las pruebas internacionales de comprensión lectora, matemáticas y ciencias, el rol que ocupan estos programas se vuelve esencial. Centros como este demuestran día a día que hoy la escuela pública no alcanza. Centros como estos luchan para promover el esfuerzo, el aprendizaje y el trabajo como derechos universales, en una sociedad que parece estar en contra de ellos. Centros como estos son los que vienen a llenar los huecos dejados por el sistema de educación estatal argentino. Profesores como Silvia Titó y el resto del cuerpo de profesores voluntarios de la USAL, devotos de la educación y del saber por el saber en sí mismo, son los pocos que quedan para revertir una situación que se está volviendo temiblemente preocupante.
Azul Rizzi
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