Mario Gorosito está de estreno. Su nuevo cargo como director del hospital Meisner le mostró un escenario nuevo en la medicina. “La gestión me encanta”, cuenta desde su despacho lleno de cajas con nuevos insumos para la maternidad de Derqui.
Pediatra especializado en neonatología, hoy sus estudios siguieron por la Universidad del Salvador, donde sigue formándose para la gestión. Su principal aprendizaje parece estar relacionado al grupo de trabajo y es adonde su trabajo apuntaría directamente: “El grupo humano es lo más lindo que tenemos, son todos profesionales con gran espíritu y con un deseo enorme de mejorar”.
El pasado 16 de abril inauguraron las obras realizadas en el Hospital Meisner. Entre las reformas principales, Gorosito destacó la cocina, la residencia para madres y el nuevo sector de neonatología. “Nuestra gran adversidad sigue siendo el lugar chico”, afirma, sin dejar de recalcar los espacios y comodidades ganados.
¿Fueron suficientes las obras de ampliación del hospital?
El hospital viene creciendo hace mucho, pero aunque agrandemos, sigue faltando espacio. Cuando el Meisner era solo una clínica, era suficiente para la comunidad de Derqui, pero quedó chica cuando la adquirió la Municipalidad de Pilar para servicio público. Fue un cambio necesario porque todos los pacientes se atendían en el hospital Sanguinetti y la gente no entraba. Las madres se recostaban en reposeras después de haber tenido a su bebé, por ejemplo. En el 2004, pediatría se trasladó al Hospital Falcón y acá trajeron obstetricia y neonatología. De a poco se adquirieron casas de la zona para ir ampliando el espacio y se agregaron el servicio social, el registro civil y los consultorios. Hoy un paciente se hace todos sus análisis y chequeos en un día.
¿Cuánto duró el recambio?
El tiempo de obra no es preciso. La cocina y la residencia para madres se cambiaron en un fin de semana. La conexión que hicimos en la cocina con el sistema cloacal que tiene una planta purificadora también se hizo en dos días. Generalmente trabajamos los fines de semana para no alterar el funcionamiento del hospital.
¿Las ampliaciones respondieron a las necesidades del hospital al verse sobrepasado de pacientes?
Nosotros tenemos un giro de cama muy alto. Obstetricia siempre tiene un índice elevado porque los pacientes están entre dos y tres días internados, dependiendo del tipo de parto. No obstante, nuestro recambio es mucho más alto de lo normal porque estamos al cien por ciento de ocupación. Hay gente que está esperando el alta para que otro pueda usar esa cama. Puede haber hasta cinco pacientes esperando en dilatación para poder pasar a una habitación, especialmente en los horarios nocturnos.
¿Cuál es el promedio de pacientes?
Tenemos 4500 partos por año, unos 12 o 13 al día. Es un número alto para una maternidad, y es importante porque produce un gran impacto en la salud. La sección de neonatología puede funcionar perfecto en una clínica privada, pero solo teniendo 60 o 70 partos al mes.
¿Cuántos bebés necesitan cuidados especiales?
En 2014 pasaron 800 chicos por el servicio de neonatología. Se calcula que un 10 por ciento de los pacientes de obstetricia pasan por la terapia neonatal por algún motivo. Esto puede ser por aspectos médicos, como los bebés prematuros, o por aspectos sociales, como la violencia doméstica. En los segundos casos, las familias son contenidas por el equipo de servicio social y el de psicología.
¿Cuántos médicos tiene el hospital? ¿Y guardias?
Uno ve solo la fachada del Hospital Meisner, pero hay todo un equipo atrás. Son 330 médicos, y más de diez conforman la guardia: un anestesista, una instrumentadora, dos obstetras, cuatro obstétricas y gente de laboratorio.
Una de las críticas que más se le hace al hospital es la falta de disponibilidad de médicos de guardia.
Puede verse por ese lado, pero también hay que tener en cuenta que un 35 por ciento de los pacientes atendidos vienen de otros partidos. Son pacientes que se quejan por mala atención, cuando en su propio lugar les cerraron la puerta. Uno de los motivos más comunes es la falta de anestesistas. Los pacientes que vienen acá nos dicen que les ponen un policía en la puerta del hospital que les dice que está cerrado. Y la gente viene acá y nos acomodamos. Nunca les hemos dicho que no.
¿Qué opina del traslado del hospital al nuevo edificio de Panamericana?
Me parece espectacular. Bien por la gente y bien por nosotros. Realmente nos merecíamos una cosa así. Estamos contentos. Es como si te mudaras a una casa nueva, que te genera alegría y expectativas. Todo lo que sea crecer es lindo.
¿En qué punto de desarrollo está el hospital en tecnología?
Eso es parte de la comunidad de la salud. Si necesitamos un tomógrafo por ejemplo, tenemos el servicio de tomografía en el Hospital Sanguinetti, que se realiza en menos de un minuto. Si tenemos un problema con un paciente durante más de un mes, estamos conectados con el Hospital Falcón. Además, tenemos conexión directa con el Hospital Garrahan, que nos reciben los casos más complejos, como los que necesitan cirugía neonatal o cardiovascular. A ellos también les interesan nuestros pacientes, y además saben nosotros aceptamos al paciente de vuelta para que termine su recuperación acá. Y en neurocirugía estamos conectados con La Plata, pero son casos especiales.
¿Cuáles son los problemas que suelen verse más en el hospital?
La prematurez, que está relacionada con el control del embarazo. Solemos recibir a los prematuros a último momento y está demostrado que si el prematuro es controlado desde que está en la panza, hay más posibilidades de obtener mejores resultados con el bebé. Los prematuros tienen problemas pulmonares, de regulación de temperatura y problemas neurológicos por inmadurez. Pero para evitar casos como estos, se necesitan que al menos esté 24 horas antes del parto. Si la mamá llega a las 2 de la mañana porque está con hemorragia, y ves que los controles fueron insuficientes, no tenés mucho que hacer.
¿Tiene que ver con aspectos sociales?
Hay algunos aspectos que a veces la sociedad no considera. Hay mujeres que no se cuidan, pero no podemos generalizar. Podemos hacer algo por la prematurez si incentivamos el cuidado. La prematurez es multicausal, hay factores médicos que influyen, no solamente el aspecto social. Desde el aspecto social hay que incentivar a las mamás a asistir a los controles. En realidad el 1 o 2 por ciento de los 4500 partos son prematuros, pero llaman la atención porque duelen mucho. Cuando un bebé fallece, duele, entonces te queda esa impotencia de cuánto podrías haber hecho cuando las cosas ya vienen mal controladas.
¿Cuántos bebés murieron el año pasado?
Murieron unos 14, no tengo bien claro el número. Pero es un número que lo tendemos a bajar.
¿Qué tipos de desafíos vive como director?
Mi desafío es la visión. Quiero que la maternidad Meisner esté cada día mejor. Mi misión como director es conformar este grupo humano para que siga creciendo y siga tratando bien a la población. Y afortunadamente tenemos mucho apoyo del secretario de Salud y de la Intendencia.
¿Cómo llegó al cargo de director?
Para ser director o secretario de salud, tiene que haber apoyo desde afuera. Parecería ser un cargo político, pero no soy el único director que tuvo el hospital. Uno aprende de los modelos de otros directores. Yo recorro el hospital, me gusta hablar con la gente, saber sus problemas, tratar de resolverlos. Los otros directores hicieron su propia gestión y fueron creciendo. Yo soy un eslabón más. Hoy me toca hacer esto, hoy es mi estilo, pero el objetivo siempre es el mismo: los pacientes y la salud de la mamá y la familia. Los pacientes son los protagonistas de este hospital. Hoy me toca hacer esto a mí y tiene impronta personal. Yo había sido subdirector de Ricardo Franzosi, el ex director. Cuando a él le ofrecieron una dirección en el Hospital de Clínicas, me dejó a mí para que siguiera.
Antes de terminar la entrevista, el doctor Gorosito quiso hacer un último comentario. “El hospital forma parte del programa ‘Maternidad segura y centrada en la familia’, de UNICEF”, cuenta orgulloso. Para pertenecer al programa, hay diez pasos que cumplir. ¿El logro más grande? Permitir que el padre esté presente cuando nace su hijo. Una de las últimas implementaciones fue la división de la sala de partos en distintos boxes para que un papá pueda estar presente a la hora del nacimiento sin ver qué ocurre al lado. “Hay más de una cosa para sentirse orgulloso y poder decir que es lindo gestionar esto”, concluyó.
Azul Rizzi
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