El magistrado alquiló una casa en el country de Pilar, pero un grupo de socios pidió a las autoridades del Club, que se le niegue la entrada por fallar a favor de la excarcelación de empresarios K.
El Tortugas Country Club es uno de los barrios cerrados más antiguos del país, y sus residentes ostentan un poder económico que también lo hacen ubicar entre los más exclusivos.
Conocido por ser sede una de las sedes donde se juegan los campeonatos más importantes de polo, durante los últimos días se ha convertido en noticia, pero por algo muy alejado del deporte.
Se trata de un grupo de socios que se reunieron para solicitar a las autoridades del lugar que se prohibiera la entrada a uno de los jueces que falló a favor de la excarcelación de Cristóbal López, empresario relacionado con el fraude hacia el Estado durante el gobierno kirchnerista.
El camarista Jorge Ballestero, persona en cuestión, había alquilado una vistosa residencia de dos plantas, galerías, jardín y pileta, ubicada frente a uno de los laterales de la cancha de polo en el barrio cerrado, por la cual se supo que debió pagar dos años por adelantado, lo cual implicó un monto de 120 mil dólares.
Así fue como el magistrado federal, bien conocido para buena parte de la opinión pública, atrajo pronto la atención de todo el Tortugas, donde residen empresarios exitosos en múltiples mercados, banqueros, financistas, políticos, y otros magistrados y funcionarios del Poder Judicial.
En tanto, el escándalo que desató el voto sobre el caso “Cristóbal López” en la Cámara Federal sumió a Ballestero en una crisis junto a su colega, Eduardo Farah. Ambos formaron mayoría en los tres votos del tribunal de alzada en el proceso que se sigue a los empresarios K Cristóbal López y Fabián De Sousa, a quienes beneficiaron con la excarcelación y, más todavía, con el cambio de carátula, ya que de deliberado fraude contra el Estado, tramado desde el Estado mismo, los hechos en que participaron López y su socio se vieron reducidos a una evasión impositiva.
A raíz de esto, el conflicto inmediato podría arrinconar a Ballestero al punto de no lograr el acceso al propio lugar que alquiló y donde buscaba descansar, debido a que su presencia generó una inmediata masa crítica de socios del Tortugas que prefieren no tenerlo cerca.
Más de doscientos socios del club, donde el silencio y la discreción suelen ser los criterios que más pesan, les pidieron a las autoridades que nieguen a Ballestero su ingreso como socio adherente del country. Y además, cabe destacar que no sólo fue un pedido informal, sino que lo hicieron por escrito y firmando ese reclamo con sus nombres y apellidos.
Finalmente, a la espera de lo que sucederá ante la demanda, los residentes hicieron claro su repudio a la asociación del juez con su vecindario, y también manifestaron a los administradores su rechazo a que utilice cualquiera de las instalaciones del club.
Dejar un comentario