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El jefe de Obstetricia del Hospital Austral expresó su postura y, si bien consideró que no se debe criminalizar a la mujer, avisó que su práctica no disminuye las muertes maternas. Pidió un debate serio a partir de las cifras reales sobre el tema.
Mientras continúa siendo eje de debate en la clase política pero también en la opinión pública, la legalización del aborto sigue sumando las voces de profesionales que exponen sus puntos de vista sobre la temática. En este contexto y tal como estaba estipulado, el jefe de Obstetricia del Hospital Austral, Ernesto Beruti, y la investigadora y docente de la Facultad de Ciencias Biomédicas, Ángela Suburo, brindaron una charla acerca del desarrollo del embrión, de su interacción con la mujer, de la percepción del dolor fetal y de las cifras difundidas en la opinión pública sobre la cantidad de muertes por esta práctica.
“Para tener un debate serio se debe partir de las cifras más reales posibles. En el año 2016 murieron 171 mil mujeres por distintas causas en Argentina, mientras que las muertes por embarazo, parto y puerperio representan un total de 245 fallecimientos. Dentro de ese número se encuentran las muertes por aborto”, explicó Beruti, quién además consideró que si bien una muerte por aborto “es una tragedia”, su legalización “no disminuiría la mortalidad materna” como consecuencia de la intervención, que de acuerdo a las cifras del ministerio de Salud es la tercer causa de muerte de mujeres en el país.
Además, indicó que en ese mismo año se registraron unas 43 muertes de mujeres por abortar, pero que en 12 de esos casos el fallecimiento se había generado por “un aborto espontáneo”, lo que redujo el número a 31. Y que la legalización del aborto no necesariamente reducirá ese número. “En 2015, los casos de aborto (entre espontáneos y voluntarios) terminados en muerte fueron 55: hubo una reducción del 20 por ciento para 2016. En 2009, fueron 87: reducción del 50 por ciento en siete años entre 2009 y 2016, es decir que está disminuyendo sin la legalización”, sostuvo.
A su turno, Suburo afirmó que la existencia de un embrión “es un hecho asombroso” y que la vida comienza en el momento de la fecundación. “Es un cambio sustancial. La sola penetración del espermatozoide en el óvulo es un ser humano en desarrollo al que la mujer reconoce como distinto pero acepta, ya que baja las condiciones de rechazo”, dijo.
Por último, enfatizó en que parte del problema radica en la creencia de que el embrión “es una cosa de la que se puede disponer libremente” y no siente dolor. “Esto es absolutamente falso. El embrión desde la quinta semana puede reaccionar ante los estímulos dolorosos. No sabemos si tiene consciencia de que eso que le pasa es dolor pero, de todos modos, el dolor lo siente”, concluyó.
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