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El vicepresidente segundo y titular de la subcomisión de Fútbol anunció su alejamiento definitivo de la institución por diferencias con la mayoría de la Comisión Directiva. No hay certezas sobre la continuidad del plantel.
Una vez más, la interna en la dirigencia de Fénix amenaza con complicar el futuro de la institución, que vivió una temporada histórica con la clasificación al Reducido de la Primera B Metropolitana.
En la jornada de ayer, el vicepresidente segundo y titular de la subcomisión de Fútbol -uno de los sostenes económicos del club- renunció a su cargo y anunció -por “enésima” vez- su alejamiento de la vida institucional de la entidad pilarense -al parecer- de forma definitiva.
El argumento esgrimido por el dirigente fue el incumplimiento de las condiciones que había solicitado a principios de año, con la falta de acceso a la información sobre el padrón de socios como principal justificación.
Además, otro aspecto que habría molestado al hombre responsable del fútbol del club fue el acercamiento que tuvo Alberto Mateo, ex vicepresidente primero, quien volvería a cumplir funciones en la institución pese a que se había alejado por pedido del titular de la subcomisión de Fútbol.
Otros puntos del eterno conflicto entre las dos facciones de la dirigencia de Fénix son el manejo de las divisiones inferiores –con ideas encontradas de trabajo- y la falta de renovación de la Comisión Directiva (que, según se rumorea, podría tener elecciones en octubre próximo).
En este contexto, al verse en minoría en la CD (que en este grupo cuenta con los tradicionales dirigentes de Capital Federal y algunos de Pilar), el vicepresidente segundo optó por volver a anunciar su salida, prometiendo no regresar mientras el club siga siendo manejado por la actual dirigencia.
Esta renuncia promete ser el primero de varios capítulos de una nueva temporada de la novela dirigencial que Fénix sufre en casi todos los recesos. Una historia repetida que tiene varios villanos y solo un grupo de héroes: los jugadores, quienes viven momentos de incertidumbre a los que están tristemente acostumbrados.
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