Lunes 25 de Noviembre de 2024

Emotivo reencuentro de un hombre con sus hijos tras siete años en situación de calle


  • Miércoles 07 de Junio de 2017
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Luis Márquez paraba en el edificio de Telefónica, en Pilar centro. El sábado volvió a Santa Fe y abrazó a sus hijos tras más de una década. Luis Márquez, un hombre de 67 años, pasó los últimos siete de su vida parando en el edificio de Telefónica, en Vergani e Independencia, al igual que otras personas en situación de calle. El sábado volvió a Santa Fe, su provincia natal, y abrazó a sus dos hijos por primera vez en una década, en un emocionante reencuentro. La revinculación de Márquez con su familia fue gestada por el área de Desarrollo Social del Municipio. “Estuvo todo un año recibiendo nuestras visitas, sin querer aceptar nuestra ayuda” relató Mirta Miño, subsecretaria de Acción Social, en diálogo con Resumen. “Le decíamos que queríamos ayudarlo, que qué lindo sería que pudiera estar con su familia, pero no nos aportaba ningún dato”. Márquez se caracterizaba por ser un hombre hosco, “muy reacio a salir de la situación de calle”, y con adicción al alcohol, si bien se alimentaba bien gracias a la colaboración de una asociación civil que trabaja con personas en situación de calle. Al contraer una bronquitis derivada de estar expuesto a la lluvia, fue internado en el Hospital Sanguinetti. Entonces, el equipo de situación de calle municipal empezó a lograr reconstruir la vida de Márquez, quien finalmente aportó datos para poder contactar a su familia, que había quedado en Santa Fe. Hace diez años Márquez ya había rechazado el acercamiento de su hijo, por lo que la tarea de revinculación no era sencilla. “Le pedimos permiso para comunicarnos con su familia, y entonces empezamos a trabajar también desde ese lado” contó Miño. La subsecretaria de Acción Social señaló que “nuestra estrategia principal no es la búsqueda de un hogar u hospedaje, porque eso sigue siendo un paliativo. Nuestra prioridad es la revinculación con su historia, para que recupere su vida de padre, hermano, abuelo”. De esta forma, el hombre regresó a vivir el sábado a La Conquita, su ciudad natal, cerca de la frontera con Chaco, acompañado de dos trabajadores sociales y dos choferes. Partió con su documento, ropa, controles médicos al día y seis meses sin consumo de alcohol. No faltaron lágrimas en el reencuentro con sus hijos, en un abrazo que esperó más de una década. “Verlo al lado de sus hijos, prolijo, sonriente, con buen peso, es muy emocionante” dijo Miño.

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