La merecedora de la distinción fue Anselma Miranda Ayala, vecina del barrio Monterrey, voluntaria del Hospice del Buen Samaritano, que se dedica a la atención de enfermos terminales y a su grupo familiar.
El domingo pasado, en el marco de una reunión plenaria ampliada a toda la comunidad, el Club de Leones de Presidente Derqui entregó el Premio Buena Voluntad 2015. Es la octava entrega de esta distinción, con la cual la institución de servicios derquina premia el trabajo mucha veces silencioso de miembros de la comunidad de la segunda ciudad del distrito.
En esta oportunidad, por primera vez, fue galardonada una mujer. Se trata de Anselma Miranda Ayala, vecina del barrio Monterrey, voluntaria del Hospice del Buen Samaritano, entidad radicada en la localidad de Fátima que se dedica a la atención de enfermos terminales y su grupo familiar.
Ejemplo de amor al prójimo
Anselma nació el 21 de abril de 1945. Desde hace 30 años está radicada en Presidente Derqui. Es voluntaria del Movimiento Solidario “8 de Diciembre”, que se ocupa exclusivamente de atender a personas realmente necesitadas, como niños especiales, abuelas y personas que padecen cáncer terminal.
Enrolada en la obra del Hospice desde hace seis años, Anselma se ocupa de conseguir en donación sillas de ruedas, muletas y pañales para adultos.”Soy socia fundadora del Centro Cultural Paraguayo de Presidente Derqui, actualmente soy tercera vocal y presidenta de la Comisión de Damas”.
Asimismo, Anselma colabora en la Parroquia Nuestra Señora de Caacupé del barrio Monterrey, organizando festivales y formando grupos juveniles. Fue también la primera presidenta de la Legión de Maria e hizo el curso de Primeros Auxilios en la Cruz Roja Argentina.
Al momento de recibir su galardón –una hermosa plaqueta- entregado por el Jefe de Región “D”, Pedro Echegoyen y el presidente del Club anfitrión de la actividad Jorge Álvarez, muy emocionada Miranda Ayala expresó: “Invito a todos los presentes a trabajar como voluntarios de alguna institución como las que yo integro. No hay satisfacción más grande que poder colaborar con los más necesitados. Un abrazo, una sonrisa, una palabra de aliento, son gestos que no se compran ni se venden, se regalan”.
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