El Centro de Estudios Especializados en Trastornos de Ansiedad señaló los consejos más eficaces para paliar las situaciones y actitudes que pueden derivar en problemas de salud. Comentan que en muchos casos, la gente se pone nerviosa en sus vacaciones.
Como cada año, los profesionales del Centro de Estudios Especializados en Trastornos de Ansiedad (CEETA), ofrecen algunos consejos para que las vacaciones no sean motivo de estrés y se las pueda disfrutar en todo su esplendor.
“Lograr colocarse límites a uno mismo y a otros (no ceder frente a las demandas laborales que no respetan el tiempo vacacional). Buscar actividades placenteras que generen satisfacción personal, y puedan funcionar como vehículo de descarga de la tensión: actividades físicas, sociales, o hasta mentales como juegos de ingenio”, aconsejaron desde el centro que tiene sede en Pilar.
“Mantener una alimentación balanceada, combinándola con el placer de ingerir alimentos diferentes y de sabor agradable, ya que tienden a disminuir los niveles de ansiedad.
Delegar en otros, desestimando la falsa creencia `nadie lo hará mejor ni más rápido que yo`. No pretender generar cambios radicales en la personalidad, a partir de ahora, voy a dejar de ser una persona ansiosa y me transformaré en buda`”, ampliaron.
Estos consejos surgen porque cada vez es mayor el número de personas que sufren de estrés, aún en el receso vacacional. Para ellos, las vacaciones en vez de ser un momento para relajarse y olvidarse de preocupaciones, pasan a ser todo lo contrario, ya que no logran desconectarse de su actividad laboral cotidiana.
Según la especialista en el tema, la licencia Gabriela Martínez Castro, directora del CEETA, el estrés no se toma vacaciones, ya que es común observar hoy en día a personas que se estresan más en el receso vacacional que en la abrumadora rutina laboral del año.
“Hoy día, es más que frecuente encontrar en nuestras consultas a pacientes que explican que su problema comenzó durante sus vacaciones, que están nerviosos, angustiados y sobresaltados, todo les preocupa, transpiran mucho, tienen taquicardia y problemas para dormir. En ciertos casos, acompañan del relato de una crisis de pánico, como corolario”, explicó.
Según la licenciada, los casos más comunes son: trastorno de pánico, trastorno por ansiedad generalizada; trastorno obsesivo-compulsivo, y trastornos por ansiedad social (un temor persistente a las situaciones sociales, y a que los síntomas sufridos se evidencien, como la ruborización, temblores, ataques de pánico y otros).
“El estrés que padecen este tipo de pacientes, por no poder descargar la tensión, como normalmente lo hacen en la actividad laboral aumenta, en muchos casos, el grado de ansiedad y, en consecuencia sufren una serie de síntomas, tanto psíquicos como biológicos", detalló la directora de CEETA.
Para Martínez Castro, “se trata de individuos ansiosos, hiper exigentes, a quienes les es más sencillo cumplir de forma permanente con obligaciones, que dejar de hacerlo. Esto último, en más de una oportunidad, les genera más ansiedad, es decir, al vacacionar o ´parar` con la actividad, quedan sin el vehículo de descarga habitual, que es trabajar, lo cual termina provocando más ansiedad y estrés que si continuaran con la vida cotidiana”.
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