Fue él, que padece una enfermedad terminal, quien comentó la idea de casarse a sus hijos y de inmediato pusieron manos a la obra para celebrar la unión. Más de 30 nietos y bisnietos también dijeron presente para compartir con ellos el momento inolvidable.
Después de una vida juntos, decidieron hacer lo que de jóvenes –por un motivo u otro- dejaron pasar. Roberto Cattaneo, de 89 años y su flamante esposa Segunda Gutiérrez, de 87, dieron el sí en una ceremonia realizada el sábado en su domicilio de la localidad de Villa Rosa. De esa manera, coronaron toda una vida de profundo amor, ya que están juntos desde hace 65 años y planean hacerlo hasta el final de sus días.
El evento se dio en medio de un contexto especial: es que Roberto padece una enfermedad terminal y pasa la mayor parte de su tiempo en la cama. Por eso, si bien nadie esperaba tamaña petición, un día cualquiera el hombre le comunicó esa idea a los hijos, quienes de inmediato empezaron a preparar todo para la velada. Segunda, obviamente, ya había dado el sí, por lo que estaba todo servido para vivir una jornada de alegría y emoción en la que además estarían más de 30 nietos y bisnietos del matrimonio.
“Ellos parecen una pareja de adolescentes: él pasa, la besa, le pregunta si está bien, si tomó el té. Un día dijo (Roberto) que se quería casar, y a pesar de que está sufriendo un poquito, porque la enfermedad lo hace sufrir, está con mucha alegría. Queremos que se vaya contento como está ahora”, expresó con emoción Gustavo, uno de los hijos. Y confesó que le dijo a su padre “que tiene que tener fe en Dios” porque él “aprovechó su vida, la vivió y laburó siempre”.
La pareja había llegado hace poco más de seis décadas a Buenos Aires desde la ciudad de Recreo, en la provincia de Catamarca, para que Roberto pueda cumplir tareas en el Ferrocarril Belgrano Norte. Pero lo cierto es que, una vez juntos, eligieron no separarse más y emprender ese viaje hasta el día de hoy, donde según relató Gustavo, “son como nuestros hijos” y no dejan de expresarse su amor eterno cada día.
Sobre su padre, indicó que es “una excelente persona, muy compañero y además un pituco”, al que siempre le gustaba ir a su trabajo bien vestido. Mientras que acerca de su madre, sostuvo que es “una luchadora, que también trabajó mucho y siempre trató de que seamos buenas personas”. “Si hacemos una encuesta en el barrio, todos podrían decir lo mismo”, confió con total seguridad.
En medio de una actualidad caldeada, en el que una crisis puede hacer tambalear a una pareja, Roberto y Segunda demostraron que el amor lo puede todo y, que si se quiere de verdad, puede llegar a durar para siempre.
Video: Quiero Villa Rosa
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