Sábado 23 de Noviembre de 2024

Carlos Felizzola, ex combatiente: "El Cenotafio de Pilar es único y tiene un potencial increíble"


  • Sábado 16 de Mayo de 2015
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Pocos obstáculos quedan para que el Cenotafio de Pilar tenga una razón más para ser digno de orgullo. Hace un año y medio, cuando empezó la larga carrera de trámites y permisos, el proyecto parecía lejano, idealista, utópico. Casi de otra era. Es que lo más difícil de una idea, es llevarla a cabo, es luchar día a día contra las dudas, los problemas, los percances. Y es que son solo algunos los que están dispuestos a convertir los sueños en algo para compartir entre todos. El nuevo objetivo del grupo Veteranos de Malvinas de Pilar es ambicioso: traer un avión Hércules C-130 que voló en la guerra de Malvinas. Un avión lo suficientemente grande que pronto se convertirá en otra forma de contar la historia. El nuevo proyecto consiste en refaccionar el fuselaje de este viejo avión de guerra para convertirlo en un cine temático que revivirá la guerra a través de documentales y testimonios de ex combatientes. Autor de la idea de traer el Hércules a Pilar, Carlos Felizzola, no deja de mencionar a todos aquellos que participan activamente para concretar este sueño: el grupo de ex combatientes y el reconocido artista plástico, Alejandro Marmo, quien se encargará de la refacción del avión. Hoy, como ex combatiente, no deja de recordar el heroísmo de los soldados y su entrega por la patria. Felizzola es parte del grupo de Veteranos de Malvinas, que ya lleva más de diez años en Pilar. Además de trabajar junto a los otros 104 ex combatientes, es productor de cine y televisión. Hace 33 años defendió las Malvinas Argentinas como soldado conscripto del Escuadrón de Exploración de Caballería de Blindado 10. “Estuve 70 días allá. Viví todo el proceso y gracias a Dios volví”, afirma hoy. Y lo dice con el orgullo de un verdadero héroe. ¿Por qué decidieron empezar con este proyecto? Primero, porque nuestro héroe local, el comodoro Hugo César Meisner, era parte de la tripulación de un C-130 en momento de ser derribado en Malvinas. En honor a él, surgió la idea de esa aeronave. Y además, es un avión que tiene las dimensiones apropiadas para que entre cómodo un grupo grande de alumnos dentro del fuselaje convertido en cine. ¿Qué falta para terminar de concretar el proyecto? Estamos esperando una respuesta concreta por parte de la Fuerza Aérea. El avión tiene que ser dado de baja para que ya no sea considerado aparato de vuelo,  sino elemento en desuso, y entonces poder ser donado después. Eso está en proceso. Y obviamente la parte administrativa correspondiente. ¿Cómo se financiará el traslado del avión? Esa es una de las cosas más complejas, porque para transportar semejante aeronave al Cenotafio tendrá que ser fraccionada. Pero nosotros estamos con este proceso de un día a la vez. Todavía no sabemos si será uno que se encuentra en Tandil, o alguno de los que se encuentran en El Palomar. Entonces estamos esperando la respuesta para ver qué nos cede la aeronáutica y a partir de ahí encarar la posibilidad de traslado, teniendo en cuenta desde dónde partiríamos. ¿Cómo se le ocurrió la idea? En el Cenotafio de Malvinas, prácticamente no tenemos representación de la Fuerza Aérea. Además, tenemos un predio de 6 hectáreas, suficiente para poner una aeronave de esta naturaleza. No sé si existe otro lugar donde se pueda poner semejante avión. Entonces, dadas las condiciones con las que contamos, se me vino a la mente que podíamos homenajear al comodoro Meisner con este proyecto del microcine temático. ¿Cómo está viviendo el proceso? Lo estoy disfrutando a pleno. Lo más lindo que puede tener un ser humano son los sueños y proyectos. Y cuando el argumento de lo que uno sueña, tiene un fundamento sólido, noble y sin intereses personales, es lo más lindo. Porque la idea de esto es rendir homenaje a los muchachos que quedaron allá. Junto con Meisner, viajaban seis tripulantes más, y obviamente, la totalidad de nuestros héroes, que son los 649 muertos por Malvinas. Esa es la emoción, eso es lo que a mí me impulsa a llevar adelante este proyecto. Y también la gente que se va sumando, o que nos motivan a seguir adelante. Esperamos que esto no solo sea un hito para Pilar, sino a nivel nacional. Sé que en el último acto del 2 de abril se encontró con una mujer, Karina Silva, que le escribió una carta mientras estuvo en Malvinas hace 30 años. Yo no recibía cartas en Malvinas. Mis padres me escribieron más de 60 y solo llegaron dos. Entonces a quienes recibíamos poca correspondencia, nos daban cartas que escribían los chicos en las escuelas para un soldado que defiende nuestra patria. A mí me tocaron cinco de esas cartas y cuando el otro día buscaba material para dar una charla, encontré una. La leo y veo que en el final, ella con solo diez años, había puesto un número de teléfono. Era una nena de cuarto grado de la Escuela Normal de Luján. Llamé y ocurrió el primer milagro: me atendieron. Cuando pregunté por ella, me dijeron que no vivía más ahí, pero me pasaron su nuevo teléfono. La llamé y le dije: “Vos no me conocés a mí, y yo no tengo el gusto de conocerte a vos, pero hace 33 años vos me escribiste una carta que a mí me acarició el alma”. Cuando vino al acto, finalmente nos dimos el abrazo que llevaba 33 años postergado. ¿Cuándo empezó a sentir el reconocimiento hacia los ex combatientes de Malvinas? Ha habido un proceso en estos años. El reconocimiento de la gente ha ido creciendo. Ahora ya nos ven con otros ojos, ya no de una manera distante. De hecho, ahora cada vez que desfilamos o participamos en algún evento, la gente se suma y reconoce que en su momento cumplimos con la patria y lo dimos todo. Todo lo que pudimos hacer, desde nuestro lugar de acción, lo hemos hecho. Y algunos han entregado hasta la vida. ¿Qué opina de la actitud actual hacia Malvinas? Creo que se mantiene un reclamo de soberanía legítimo. A mí siempre me gusta decirle a los chicos que una mentira no se puede sostener en el tiempo. Y las Islas Malvinas nos pertenecen por derecho, por historia y por geografía. En algún momento, no sé si mis hijos o yo lo vamos a vivir, pero van a ser de vuelta del pueblo argentino. Son nuestras y eso no remite cuestionamientos. Siento que vive esa historia de una manera distinta a la de otros ex combatientes, que quizás todavía no hablan del tema. Yo no me hago el superado. Fue un proceso y cada uno lo ha vivido como pudo. Yo estuve 20 años sin hablar del tema. Y para colmo, cumplo años el 2 de abril. Parece un chiste. En mi familia, querían festejar y yo me sentía medio extraño. Por mucho tiempo me costó festejar en esa fecha tan particular. Pero pasado los años, uno va comprendiendo. En las escuelas le digo a los chicos que uno tiene que saber capitalizar las adversidades de la vida. Obviamente ellos no van a vivir una guerra, pero van a tener sus “guerras personales”. Las adversidades que siempre nos toca enfrentar. Y lo que hay que hacer con la ayuda de Dios es capitalizar eso, es decir, aprender de esas circunstancias difíciles para ser mejores personas. Porque de las circunstancias traumáticas o complicadas de la vida es donde aprendemos. ¿Tienen algún otro proyecto para el futuro? El Cenotafio de Pilar es único y tiene un potencial increíble. Lo veo en los alumnos que nos visitan, los contingentes que llegan y la gente que se va muy impactada cuando empieza a tomar conciencia sobre lo que fue Malvinas. Nosotros somos como la historia viviente. Habitualmente los alumnos leen la historia de los libros, pero nosotros tenemos la oportunidad de contarla en primera persona. Y los chicos se van motivados, porque es diferente a lo que están habituados. Y al ver todo eso, veo todo el potencial increíble que tiene. Por eso, además de que esperamos que llegue el Hércules, estamos gestionando un Mirage, que es un avión de caza que también ha tenido mucho valor en Malvinas. Queremos tener una buena representatividad de la Fuerza Aérea. A Carlos Felizzola parece costarle hablar en singular. “Es un sueño de todos”, repite una y otra vez sin dejar de mencionar a los 104 veteranos que también impulsan el proyecto. El sueño de este grupo de ex combatientes es un recordatorio de nuestro pasado, pero con una visión de progreso a futuro. Cada proyecto en el Cenotafio significa un pedacito más para seguir honrando la memoria de nuestros héroes nacionales. Y esto solo es posible gracias a aquellos que día a día siguen luchando para conseguirlo. “Yo siempre digo que lo imposible solo cuesta un poco más”, concluye Felizzola.   Azul Rizzi

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