Sábado 18 de Mayo de 2024

Beba Marzano de Ferrá, ejemplo viviente de la docencia de ayer


  • Viernes 12 de Septiembre de 2014
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Se recibió de maestra a los 16 años en el Instituto Ángel D’Elía de San Miguel. Comenzó con una suplencia en la Escuela N° 11 de Derqui. Luego pasó a Escuela 1 de Pilar, donde hizo toda su carrera, finalizando como vicedirectora. En Pilar, existen dignos ejemplos vivientes de maestras de otra época, donde la vocación docente estaba por encima de las cuestiones económicas y la necesidad de un primer trabajo urgente. Beba Marzano de Feráa es, sin dudas, una de las docentes más recordadas por una pléyade de pilarenses que la tuvieron como maestra de grado durante varios años. Coqueta en grado superlativo, la reconocida docente –que meses atrás fue reconocida por ser una de las fundadoras del Centro de Jubilados “San Lorenzo”- atendió a Resumen minutos después de su regreso de la manicura. Inmediatamente, ante la consulta periodística, dejó traslucir otro rasgo de su coquetería: no quiso revelar su edad. “Son muchos”, dijo, para salir del paso, esta mujer de jóvenes casi nueve décadas de vida. Marzano de Ferrá se recibió de maestra a los 16 años, en el Instituto Ángel D’Elía de San Miguel. “En esas épocas no había secundario en Pilar, así que los que queríamos seguir estudiando debíamos viajar. Por suerte, en esos tiempos era un lujo viajar en tren: por su puntualidad, limpieza y, sobre todo, por la seguridad que había. Los guardas nos cuidaban a los chicos que iban a estudiar como si estuviéramos a su cargo”, refirió la docente. Una joven Marzano de Ferrá terminó el magisterio, simultáneamente con el bachillerato, a los 16 años y su primer destino fue la Escuela N°11 de Presidente Derqui, cuando estaba en un edificio de la calle Toro. “Fue por pocos meses, pero me quedó un recuerdo muy fuerte, ya que me tocó suplantar a la maestra titular de sexto grado. En el curso había un chico de 17 años, muy especial que me hacia poner muy nerviosa porque no me sacaba los ojos de encima”, confesó Beba. Luego pasó a la Escuela N°1 de Pilar donde hizo toda su carrera docente, terminando como vice directora. “Tuve muchas compañeras a las cuales recuerdo, pero sin dudas le tome un cariño enorme a Carlota Burcheri, a quien nunca voy a olvidar. También tuve un año como directora a la maestra ilustre María Laborde de Costa”, rememoró. Lejos de las aulas, Marzano tiene una activa vida social, circunstancia que la hace encontrarse cotidianamente con ex alumnos suyos. “Nunca me termino de sorprender de ver lo grande que están”, reconoció la docente en la entrevista radial. Ya en edad para jubilarse, Beba tenía además la presión de su esposo Juan, para que la acompañe en su trabajo de la farmacia Del Globo. “Mi esposo me decía que ya le había dedicado muchos años a la docencia, que había llegado el momento de ayudarlo en la farmacia, así que presenté mi renuncia; pero al mismo tiempo me enteré que había una vacante en la dirección de la Escuela N°26, así que también mandé una solicitud para ese cargo”, recordó. “Lo curioso es que un día llegó el cartero a casa con dos notificaciones. Una era la aceptación de mi renuncia y la otra, la confirmación del cargo en la 26. Por supuesto, opté por renunciar, lo que puso muy contenta a otra gran amiga y compañera, Chichita Fortez, que también aspiraba al puesto al que finalmente accedió”, agregó. En cuanto a la comparación de la educación en sus tiempos con los actuales, Beba no dudó en destacar cómo se cuidaban los edificios y el mobiliario escolar en su época.  “Tanto los maestros como los porteros teníamos un compromiso con el lugar donde nos tocaba trabajar y eso se lo inculcábamos a nuestros alumnos. No me refiero solamente al cuidado del edificio escolar y el mobiliario, sino de algo tan sencillo que es mantener la limpieza en el aula. La verdad, no me puedo explicar cómo se ha descuidado este tema tanto y me da mucha pena”, concluyó Marzano de Ferrá, antes de partir rumbo a sus clases de yoga y, posteriormente, un encuentro con excompañeras para celebrar un día tan significativo.   Oscar Orlando Mascareño

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