Las PASO marcaron el termómetro y conociendo la intención del electorado, los diferentes espacios preparan sus armas para captar la mayor cantidad de votos y cambiar el rumbo actual.
Con la polémica por el resultado del domingo todavía caliente y expectativas bien diversas entre sí, macristas, kirchneristas, massistas y randazzistas ya trabajan en los retoques que harán a sus campañas, uno para evitar la licuación y otros para intentar quedarse con el triunfo en las elecciones de octubre.
El frente kirchnerista tiene previsto una suerte de proceso en dos etapas: primero, un énfasis en la denuncia sobre una maniobra para demorar la difusión del resultado y después la irrupción de una nueva encarnación de campaña de la ex presidenta. El quiebre entre una y otra instancia se dará en paralelo con la difusión de los resultados del escrutinio definitivo.
“Nosotros creemos que ganamos y que cuando se difunda el resultado eso producirá un shock que reimpulsará la campaña”, dijeron. Según los planes, ese día Cristina producirá la primera mutación importante, ofreciendo una conferencia de prensa, que precederá a una serie de entrevistas, incluso con medios no amigables.
Antes, prometen que emergerá una Cristina más activa, con mayor despliegue territorial que el realizado en el tramo pre PASO y que incluirá una atención mayor al interior, donde peor le fue el domingo. También se multiplicarán los voceros, con mayor atención a peronistas “soft” y a miembros de otros espacios (la vocería de Leopoldo Moreau es parte de eso), con el objetivo de ampliar la base de sustentación. Cabría esperar, además, un acercamiento a sectores sindicales que incluirá el intento de un acuerdo político más amplio.
El oficialismo, por su parte, profundizará la estrategia que puso en práctica en este turno electoral, lo que supone toda una definición respecto de algunos cuestionamientos internos anteriores a las PASO. Básicamente, se reforzará el protagonismo de la gobernadora María Eugenia Vidal, que en Cambiemos juzgan clave en la remontada que permitió acortar hasta hacer desparecer la ventaja inicial de CFK.
El voto que acompañó a Sergio Massa es uno de los objetivos de Cambiemos, que fuera de lo comunicacional apostará a un trabajo político sobre los intendentes del Frente Renovador, que estará a cargo del ministro de Gobierno, Joaquín De la Torre, hasta hace poco menos de un año uno de ellos. “La idea es que favorezcan el corte de boleta para protegerse: Massa no será senador y ellos tienen que conservar sus concejos”, dicen en Cambiemos.
Convencidos de que el resultado del domingo relativiza mucho la hipótesis de “voto económico”, en el oficialismo se entusiasman con que la mejora de los indicadores macro derrame al menos una sensación de mayor bienestar sobre el ciudadano de a pie antes de octubre, lo que podría ayudarlos a buscar respaldo entre los votantes de Un País.
A la defensiva
Con resultados que están claramente por debajo de sus expectativas, en el massismo y el randazzismo apenas esbozan por ahora estrategias defensivas. Los popes de Cumplir están convencidos de que el único camino posible es perseverar, pero saben que en las segundas y terceras líneas la tentación de acompañar, aunque fuere sin admitirlo en público, a otros espacios, es grande. Resignados, trabajan para minimizar ese drenaje con un discurso que inaugurarán el martes, luego de un fin de semana largo de reflexión.
En el massismo, hay un debate en curso y aún no hay una respuesta categórica, por lo que el frente podría avanzar hacia una mayor “peronización” del discurso con énfasis en lo económico o a una minimización de su contenido opositor, para tratar de captar algo del casi 6 por ciento que votó a Randazzo.
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