Viernes 18 de Abril de 2025

Nicolás Ducoté: “Ahora estoy menos cero kilómetro”


  • Viernes 10 de Octubre de 2014
Imagen del articulo
Detrás del concejal que acaba de inaugurar un local del PRO, que se postuló como pre candidato para el proyecto de Mauricio Macri y que busca la intendencia en Pilar, hay un ciudadano más que busca esforzarse en su trabajo del día a día. Llegó a las urnas con la sonrisa propia de las ONG. Llegó rodeado de ideas, teorías y una enorme voluntad para seguir haciendo lo que siempre hizo: ayudar en su comunidad. Y llegó con ganas de que esa ayuda fuera institucionalizada y no quedara solamente en una tarde. “Estoy convencido de que no alcanza con la voluntad de los hombres para cambiar la sociedad, sino que debe haber ideas que trasciendan a las personas y se sostengan a lo largo del tiempo”, afirma el precandidato por el PRO en Pilar. En sus 43 años, pasó por varias universidades argentinas y estadounidenses. Entre tanto, fue consultor internacional, cofundó Cippec (Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento) y fue subsecretario de Asuntos Públicos del ministerio de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. El sueño de Nicolás Ducoté siempre estuvo en la Argentina, y hoy está en el Honorable Concejo Deliberante de Pilar. “Creo que me preparé toda la vida y estudié 12 años para sentir que tenía las herramientas para generar una transformación pública en la Argentina”, dice convencido. Entre sus miles de ideas, rescata una de Michelle Bachelet: “Cuando una mujer se mete en la política, probablemente la política cambie a la mujer. Cuando miles de mujeres se metan en política, probablemente la que cambie es la política”. En esas pocas palabras se resume su ideal de país. ¿Cómo fue el cambio desde una ONG, como Cippec, a la política? Los diez años que estuve en Cippec me ayudaron a generar una usina fenomenal de ideas y propuestas sobre cómo mejorar el funcionamiento del Estado y cómo tratar los problemas más críticos de la gente. Si la política no lleva las grandes ideas a la práctica, es difícil que tengan un impacto real en la vida del ciudadano. Me vine de Cippec con la idea de hacer en la política lo que hicimos en la sociedad civil: generar una dinámica distinta. Buscar un mecanismo de diálogo entre el mundo de las ciencias y el mundo del quehacer y la gestión pública. ¿Cómo combinó los perfiles de un político con el de un trabajador de ONG? La sociedad civil te pone en un lugar de estima social que se contrasta con los prejuicios, y en muchos casos juicios, sobre la falta de valores en la política. En la mayoría de los casos, los políticos no llegan con un grado de preparación y compromiso social necesario, pero creo que las ideas de las ONG refrescan muchísimo la política. Hay tres atributos que rescato especialmente de la sociedad civil: la capacidad de movilizar voluntades, la capacidad de administrar recursos escasos para causas enormes y la necesidad de sentir que semana a semana mejoras la vida de alguien. El “líder social devenido a actor político” no es un perfil que abunda pero es un camino sumamente rico y la política necesita llenarse de muchos valores que abundan en la sociedad civil. ¿Cree que la política lo endureció? Sentí  tres cosas cuando entré en política. La primera fue sufrir ese prejuicio como propio. Como líder social podía caminar por cualquier barrio, pero como político, la mitad de la gente no me cree. Segundo, tuve que dedicar mucho tiempo a un proceso electoral que es muy primitivo, como es el cuidado de las boletas. Para sacar 17.000 votos en las primarias y generales, tuve que poner más de medio millón de boletas en cada vuelta. Realmente roban miles de boletas y yo no estaba  preparado para eso. Y por último, me encontré en un entorno en el que la palabra está sumamente desgastada. Cuando hablo con un grupo de vecinos, ya pasaron cinco políticos antes que prometieron cosas que nunca cumplieron. El descreimiento de la gente y a veces la incapacidad de cumplir con mis compromisos me afecta bastante. ¿Qué siente que le falta en su perfil como político? Muchísima experiencia territorial. Al llevar el ejercicio político a nivel local, me encontré con la enorme brecha que hay entre quienes discutimos las ideas para gobernar mejor y la realidad cotidiana del vecino, que siente la presencia o ausencia del Estado en cosas muy puntuales. Pero creo que el principal desafío tiene que ver con el contacto con la gente, con explicarles y proponerles cómo construir un futuro mejor e invitarlos a aumentar su grado de participación en los asuntos públicos. En una entrevista que le hizo Pablo Mendelevich en 2010, él comentó que le gustaba su optimismo de político cero kilómetro. Ahora estoy menos cero kilómetro. Igual sigo con un enorme optimismo porque veo que hay posibilidades de hacer y de generar una enorme transformación. Son más largas las esperas y somos menos personas de lo que uno quisiera, pero cuando miro las elecciones pasadas, me sigo emocionando. En Pilar logramos movilizar casi 800 voluntades el día de la elección y con eso nos enfrentamos al aparato de la intendencia del conurbano, lleno de recursos y con mucho más financiamiento. Y aun así, pudimos lograr una elección competitiva. Y eso no fue gracias a mis esfuerzos, sino a que cientos de personas dijeron: “Yo voy a poner mi pedacito para que esto cambie”. ¿Le tocó sufrir algún evento de inseguridad directo? He sufrido escenas cercanas a la violencia, pero nada traumático. Soy sensible a la inseguridad pero no ando con miedo por la vida. Quizás peco de lo contrario, de ser demasiado confiado en que las cosas se van a dar más o menos bien. Aun así, entiendo plenamente lo que significa vivir con miedo. Hablo todos los días con vecinos que salen a trabajar a las 4 o 5 de la mañana y tienen miedo de ir a la parada de colectivos. En temas de inseguridad todos tenemos que hacer nuestra parte para que mejore día a día. El miedo te frena de hacer y de disfrutar la vida y al final la misión de la política debe ser que más gente viva mejor. ¿Cuál es su presidente favorito del siglo XX? No encontré un ídolo a quien admirar. Puedo rescatar aspectos de presidencias, como el esfuerzo y compromiso con la democracia de Alfonsín, el atrevimiento y coraje de Menem por sus reformas relacionadas al desarrollo y la vocación del kirchnerismo por atender algunas deudas pendientes de la sociedad. No me enamoré de una persona de nuestra historia política, pero fui rescatando actitudes de cada uno. No creo que ninguno haya sido un demonio terrible ni un santo maravilloso. Ni siquiera lo creo de nuestros personajes de la historia; creo que solo fueron hombres y mujeres con una enorme vocación pública. Si la Argentina fuera una persona, ¿cómo la describiría? La veo con estados de ánimo y prioridades muy cambiantes. Es suficientemente consciente de la necesidad de mejorarse y todavía tiene una voluntad enorme para progresar y que las cosas se den de una forma cada vez más positiva. La veo con una actitud cuestionadora y trasgresora de las normas y las reglas. Siente que está bien que haya un marco legal, pero se da licencia para ver si lo cumple o no, y eso tiene consecuencias sobre la posibilidad de desarrollarnos en una manera ordenada. Es magnética y  atractiva para quienes buscan conducirla. Y creo que nuestro país tiene un lugar para ocupar en el mundo y una oportunidad para dar algo valioso a la gente.   Azul Rizzi

Dejar un comentario

Los campos marcados son requeridos *