La diputada Lucía Portos fue designada miembro titular del Consejo de la Magistratura hace una semana. La pilarense de 28 años lleva una vida dedicada a la militancia en la Cámpora y actualmente tiene un proyecto para realizar obras en la cuenca del Río Luján.
Cuando empezó a militar a los 23 años, una compañera le dio un libro: Manual de sonseras argentinas, de Arturo Jauretche. “Ese libro me hizo entender que mi sentimiento de indignación era parte de un conjunto”, afirma la diputada Lucía Portos, cinco años después. Describe los inicios en la militancia como un proceso muy violento, quizás pensando que todo se dio muy rápido. Desde que se recibió como abogada en la Facultad de Derecho, dedicó sus semanas a la Cámpora, sin imaginar que su nombre terminaría en la Cámara de Diputados y en el Consejo de la Magistratura.
Nunca pudo pedirle una foto a Néstor Kirchner. “Me dio vergüenza”, afirma entre risas. Sin dudarlo, sostiene que el ex presidente fue la persona que más la impactó en términos políticos. “Siempre nos decía que fuéramos al mundo con la humildad de saber que nuestra verdad era una verdad relativa”, repite sin dudarlo.
“Es que esto no es solo un proyecto político, para nosotros es un proyecto de vida”, cuenta Portos, quien nació y todavía vive en Pilar. Hija de radicales, agradece las “oportunidades de la vida”, que le permitieron vivir una situación privilegiada de clase media. Cree que fue la política la que la llevó a conocer la otra parte del distrito y dedicarse por completo a la militancia. Hoy sus padres le preguntan si se imagina en la Cámpora toda la vida. Su respuesta siempre es que sí.
¿Cómo llegaste a hacer política?
La política fue un tema recurrente en la familia. Mis papás son radicales y son gente muy informada, así que podría decirse que siempre me interesó. A la militancia llegué cuando estaba en la facultad de Derecho, donde conocí otros estudiantes que ya estaban militando y tenían más experiencia. Lo que me terminó de marcar, fue el conflicto con el campo en 2008. En aquel momento no tenía ninguna duda de que la decisión de la Presidenta era acertada, y tomé esa posición. Empecé a buscar información para poder discutir, que es como llegué a Juan Cabandié, quien me derivó a La Cámpora. Estaba en cuarto año de la facultad, tenía 23 años.
Y en 2009 te dedicaste completamente a la Cámpora.
Totalmente, nunca pertenecí a ninguna otra organización. Mis compañeros me dicen que soy “Cámpora nacida y criada”. Al principio éramos poquitos, porque en la provincia de Buenos Aires recién nos estábamos empezando a organizar. Fue recién con la marcha en el Luna Park el 14 de septiembre de 2010 y la muerte de Néstor el 27 de octubre, cuando se dio la explosión de militancia. Hoy creo que somos una de las organizaciones más importantes del país.
¿Y tu familia que opinó?
Mi mamá no estaba de acuerdo con la participación política. Como creo que ocurre con muchos jóvenes, mis papás no creían que fuera seguro que militara. Y en ese momento aún más, porque la participación juvenil recién empezaba. Más que nada era un miedo personal. Pero hoy no tengo mayores complicaciones. A veces es difícil para ellos comprender que tengo que atender el teléfono durante la cena o trabajar en horarios poco comunes, pero finalmente pudieron entenderlo.
¿Cómo haces para equilibrar tus tiempos?
No los equilibrio, soy un desastre. Siempre quiero hacer cosas pero nunca me salen. Ahora tengo como meta conseguir una profesora que me enseñe canto, pero no logro coordinar ningún horario. Tampoco lo extraño. Sí es una vida rara y que quizás en algún punto necesita de ciertos sacrificios personales, pero que después se termina acomodando y uno termina entendiendo que no se puede separar lo que uno cree, de lo que es y vive.
¿Cómo fue el día que te dijeron que ibas a ser diputada?
Fue sorprendente, ni sabía que mis compañeros de la organización me habían propuesto para semejante lugar. Me avisaron que tenía que ir a Casa Rosada a firmar una lista y me imaginé que era una tontería. En aquel momento nadie sabía que me estaban cumpliendo el sueño más grande de mi vida. Siempre me imaginé discutiendo en una Cámara, pero lo proyectaba para los 50, y me pasó a los 25.
Al final pudiste entrar como diputada después de la muerte de Jorge Varela.
Estaba novena en la lista y entraron ocho, y a pocos meses de iniciadas las sesiones falleció Jorge, un compañero muy querido por todos. Fue un momento doloroso y dulce al mismo tiempo porque no me esperaba semejante noticia. Tampoco tuve mucho tiempo para procesarlo. Como suplente me imaginaba que quizás podría reemplazar a alguno por una licencia pero no mucho más. Fue movilizador porque el mismo día que entré le estaban haciendo un homenaje. Fue una situación que hubiera elegido vivir de otra manera.
Y ahora sos miembro titular del Consejo de la Magistratura.
Otra sorpresa. Es un rol en el que realmente me siento muy cómoda y estoy muy contenta. Entre los diputados que había opcionalmente, fue un honor que me eligieran a mí. Obviamente hubo discusiones y tensión entre muchos compañeros que también se ofrecieron para ese lugar, pero la decisión fue consensuada entre todos. Sentí como si en el colegio me hubieran elegido mejor compañera. La confianza que recibí de todos los integrantes del bloque y de las autoridades de la Cámara fue un honor.
¿Qué te aportó a tu trabajo el hecho de ser pilarense?
A mí me gusta el trabajo de territorio. Es un trabajo silencioso y permanente, en el que tratamos de generar trabajo como militantes, tengamos o no cargos de poder. Buscamos acercar el estado a las personas y orientar a la gente hacia la política pública correspondiente. También trabajamos mucho en proyectos comunitarios y colectivos, por ejemplo el proyecto del Centro Cultural en Pilar como espacio de referencia para la participación política.
¿Y desde tu lugar como diputada?
Ahora estoy con un proyecto con el diputado (Alberto) España que tiene que ver con la cuenca del río Luján, una cuestión que me preocupa desde los 15 años que hicimos un trabajo en el colegio con Graciela Capodoglio, quien está hoy a cargo de la Reserva Natural de Pilar. Es un tema que es cada vez más recurrente: se hacen obras sin ningún tipo de control, se tapan los problemas levantando los barrios y no hay soluciones de fondo. Este proyecto plantea soluciones reales para poder gestionar la labor pública y busca facilitar lo mayor posible para que la obra llegue desde la provincia al distrito.
¿Cómo aconsejarías a quienes quieren seguir el camino de la militancia?
A los jóvenes que se quieran sumar, a cualquier espacio político, que se animen. Te cambia la vida, transforma tus prioridades y te convierte en mejor persona y ciudadano. Complementa muchísimo la formación académica y revaloriza todos los esquemas de la vida. Uno pasa a entender que la individualidad es mejor cuando el colectivo funciona bien. Cuando uno empieza a militar, forma una nueva familia con los compañeros. Y un compañero no es un amigo y no es un pariente, es un compañero. El que no tiene compañeros le falta una pata de la vida que te hace muy feliz.
Azul Rizzi
Dejar un comentario