A dos años del robo que impulsó a Jesica a dedicarse a la política, la directora de Escuelas Municipales cuenta sobre su experiencia en Pilar, su visión acerca del rol de los jóvenes y admite que uno de sus mayores desafíos es lograr que la gente vuelva a creer en sus representantes.
A Jesica la conocen en todo el barrio. Pero no la conocen por pertenecer al gobierno de Nicolás Ducoté, por ser una de las precandidatas más firmes a concejal en las elecciones de octubre o por su función como directora de Escuelas Municipales. A Jesica la conocen del Instituto Madre del Divino Pastor, de la estación de tren, del almacén, del supermercado. A Jesica la conocen de las calles de Derqui porque antes de ser política, es pilarense.
Politóloga y diplomada en Gestión y Control de Políticas Públicas, está convencida de que los jóvenes vinieron para que “la gente vuelva a creer en la política”. Estudió Ciencias Políticas porque consideró que esa era la mejor forma de aportar su “granito de arena” a la Argentina y, casi por casualidad, hoy encontró la forma de hacerlo: dándolo todo por el partido que la vio nacer.
¿Qué te motivó a meterte en política?
Fue en 2015 cuando desvalijaron mi casa. En ese momento me dije: “Si no hago algo, estas cosas van a seguir pasando”. Enseguida le escribí a Nicolás (Ducoté) por Facebook, le dije que quería ayudar y me ofreció que trabajara con él en el voluntariado o haciendo timbreo. Elegí timbreo y así empecé, sin buscarlo directamente. Yo en realidad quería dedicarme a lo académico y a la investigación; de hecho, siempre me imaginé pensando políticas públicas para que alguien más las implementara.
El perfil del investigador es totalmente distinto al de un político, ¿cómo vivís esta nueva faceta?
Creo que todavía estoy transitando ese cambio. Me encanta este nuevo perfil, pero recién hace dos años que estoy en todo esto. De hecho, cuando empecé con el timbreo, tampoco lo pensé como política, sino que lo pensé como el aporte de mi granito de arena. Ya estaba cansada de (Humberto) Zúccaro. Creo que formo parte de la nueva movida que empezó con muchos jóvenes que empezaron a querer cambiar las cosas.
¿Cómo recordás la experiencia de timbreo?
Desde el principio me pareció impresionante porque no dejaban de abrirle la puerta a un extraño. En ese entonces, la gente quería ser escuchada y se sorprendía de que hubiera alguien que se preocupara por las cosas que faltaban en su barrio. Es lindísimo y emocionante cuando la gente te abre la puerta y te cuenta todo.
Se nota que disfrutas de ese trabajo.
Lo siento como algo natural. Yo nací acá, crecí acá, conozco a la gente y vivo lo que ellos viven. Cuando sabés de qué te está hablando el vecino, de par a par, generás empatía enseguida.
El rol del político también conlleva la exposición. ¿Qué es lo que más miedo te da de eso?
No quisiera que me ensuciaran. Me da miedo que se instale algo falso y que después me tilden de eso. Sé que me afectaría muchísimo.
Hablaste de la importancia de los jóvenes en la política. ¿Cuál crees que es su papel en la Argentina de hoy?
Nuestro papel tiene que ver con dejar atrás las viejas usanzas y los viejos métodos de hacer política para cambiarlos por otros nuevos que pongan foco en la cercanía con la gente. Lograr que la política no sea una meta para el beneficio personal o de un sector, sino que realmente se genere un bien para la comunidad. Y que la gente vuelva a confiar en que se pueden cambiar las cosas, a sacarse ese estigma de la corrupción ligada a los políticos. De hecho, me encantaría lograr que mis propios viejos vuelvan a creer en la política.
¿Cuál es tu definición de un buen político?
Para mí, un político es esa persona que está al servicio de la comunidad y que está dispuesta a hacer todo para ayudar al país. Y creo que en la medida en que tenés claras tus metas, tus valores y qué perseguís, el camino se hace al andar. Mientras tenga eso claro, las cosas se pueden hacer bien.
La educación siempre parece haber sido central en tu vida.
Si, claro. Creo que realmente la educación es lo que te hace seguir adelante. La formación constante es el mejor camino, lo que no hace que te quedes estancado. Si yo quiero dar lo mejor de mí, no me puedo quedar solo con mis ideales, sino que tengo que seguir aprendiendo y actualizándome día a día. Y por suerte, la pata de la educación también la vivo como directora de Escuelas Municipales.
En su momento, cuando Nicolás Ducoté empezó su carrera, lo calificaron de “político cero kilómetro”. ¿Te sentís igual?
No creo que venga cero, porque la parte social siempre la hice. Primero trabajé como docente y luego en una ONG y eso me permitió ver una realidad que desconocía. Ver la pobreza total en primera persona, la falta de todo, me preparó emocionalmente para elegir esta vida. Me hizo crecer un montón y querer involucrarme con la gente. Y, además, al haber estudiado Ciencias Políticas, el conocimiento y la teoría también los tengo.
¿Cómo describirías a la Argentina si fuera una persona?
La definiría como una persona que tropezó muchas veces en su vida, que está muy golpeada emocional y físicamente, pero que tiene esperanza y muchas ganas de salir adelante. Pero también la veo como alguien que necesita de otras personas para cambiar. Un país no sale adelante solo con una parte del pueblo, sino que todos tenemos que tirar para el mismo lado. Si una parte quiere salir y la otra no, vamos a quedar estancados.
Azul Rizzi
Nalé Barbieri
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