Entrevista a una dirigente histórica del peronismo pilarense. Concejal y funcionaria en las intendencias de Lagomarsino y Pérez, decidió volver al llano hace años, pero aún es convocada como histórica del peronismo. Advierte que es políticamente incorrecta, y pide la unidad del movimiento, orientada a la vocación de servicio.
Elsa Basualdo tiene 64 años y actualmente vive en la misma casa en que nació, en Pilar centro. Pasó por el Instituto Madre del Divino Pastor, luego hizo el secundario en el Tratado del Pilar, que por aquel entonces era el Oficial, y ya a los 17 años empezó a militar en el peronismo, con la premisa de volcar su profunda vocación de servicio hacia la comunidad. Con ese espíritu fue también bombera voluntaria, pero donde más pudo desarrollar esta vocación fue estando al frente de Acción Social, durante la intendencia del “Pampa” Pérez.
Anteriormente, durante el mandato de Luiso Lagomarsino, del 83 al 87, fue concejal. Sin embargo, lejos de aferrarse al poder, Elsa decide en más de una oportunidad dejar los cargos para “volver al llano”. Fue así que trabajó en el supermercado Martínez, sobre Víctor Vergani, y en la Clínica Fátima, entre el 87 y el 91, es decir entre su mandato como concejal y su cargo de funcionaria. Incluso siendo concejal había trabajado en una agencia de turismo. Actualmente, se desempeña en asuntos contables.
Basualdo dice que es fundamental volver a los conceptos del peronismo de Perón y Eva, y destaca la importancia de militar con vocación de servicio, el concepto que la llevó a ella misma a iniciarse en el peronismo. Con una mirada algo desencantada respecto a la actualidad del movimiento, lo primero que reflexiona Basualdo cuando recibe la llamada de Resumen es que “en el día de la lealtad peronista, me gustaría que todos los peronistas estuvieran unidos bajo el mismo lema. Veo el peronismo muy dividido, y cuando el peronismo se divide es por ambiciones personales y no por el bienestar del pueblo. Eso debería preocuparnos a todos”.
- ¿Es posible que se una el peronismo? ¿Qué hace falta para que suceda?
-Creo que es posible, el peronismo tiene que unificarse. Hay mucha inserción de la juventud, eso es positivo. Dejando de lado ambiciones personales, y pensando en el bienestar del pueblo, es posible. Es necesario conservar también el amor a la patria chica.
-Justamente en la patria chica está muy fragmentado el peronismo actualmente.
-El 80 por ciento de la población dice ser peronista. Todos son peronistas, o tienen peronistas dentro de sus agrupaciones. Nadie tiene el “perónometro” de todas formas, pero peronismo hay uno solo. Creo que hay que tener más humildad y dar un paso al costado para que puedan surgir otros dirigentes, que tengan la voluntad de unificar.
-En cuanto a lo personal, ¿qué la llevó a empezar a militar?
-Lo mío siempre fue vocación de servicio hacia la comunidad. Yo veía que dentro de un espacio político se podían generar determinadas acciones en favor de la comunidad. Me sentí muy identificada con Evita, a pesar de que no la conocí porque falleció antes de que yo naciera. Cuando tuve edad empecé a trabajar con la juventud, a los 17 años.
-Ya que menciona a Evita, tengo entendido que usted siendo concejal bregó por el cupo femenino.
-Exactamente. Cuando yo fui concejal no había ningún cupo, yo entré porque trabajaba en muchas organizaciones comunitarias y tenía una relación muy amplia con la comunidad, si bien la comunidad de aquella época era mucho más pequeña. Yo fui también una de las primeras bomberas voluntarias de Pilar allá por los 70, siempre para trabajar por la comunidad en pequeñas cosas, organizando cosas por los chicos, por los adultos mayores. En el 86 empezamos las primeras reuniones de género, hemos dado charlas en distintos lugares donde las mujeres necesitaban saber sobre el tema.
“Tuve la oportunidad de integrar una lista, con Luiso Lagomarsino que era nuestro conductor” señala Basualdo, en relación al mandato que ocupó en el Concejo Deliberante de Pilar allá por 1983, el primer gobierno democrático luego de la última dictadura. “Terminado su mandato, cuando (Lagomarsino) fallece, me alejé un poco porque consideré que, habiendo cumplido cuatro años como concejal, era momento de volver a buscar otras opciones, hacer otras cosas dentro de la comunidad. En ese momento había muy buena relación entre todos los partidos dentro del Concejo Deliberante. La honestidad y la vocación de servicio que tenían todos hacía un equipo espectacular de gente. Ser concejal para mí fue un honor que me dio el pueblo. Habíamos peleado por la democracia, inclusive yo había integrado la multipartidaria para que volviera la democracia”.
-Habrá sido una época difícil para ser concejal, con el primer gobierno democrático después de varios años.
-Lo hacíamos con amor y mucha voluntad. Hacíamos las reuniones de noche, porque queríamos que fueran abiertas a la comunidad. Nos juntábamos a las 6 de la tarde para que cualquier vecino se pudiera acercar con sus inquietudes al Concejo. No teníamos local propio, ni secretarios, nos juntábamos en el mismo salón de la Municipalidad, en el primer piso, y nos dividíamos el espacio con las bancas, nosotros armábamos los proyectos y expedientes, era algo austero. Creo que recién en el 86 pudimos alquilar un local.
- ¿Y cómo vivió la militancia en los años previos, durante la dictadura?
-Haciendo acciones por la comunidad, en forma totalmente apartidaria. Ser peronista es una forma de vida. Es ayudar y trabajar por la comunidad.
Elsa va y viene en el tiempo durante la charla, mecha acontecimientos de distintas épocas, salpicones de la historia reciente de Pilar, con su trayectoria como militante, junto a reflexiones sobre el justicialismo.
-No creo en los mandatos largos, para mí la política no es ser un profesional de la política. Uno tiene que escuchar, tomar aire, refrescar la mente, ver qué otras cosas hacen falta hacer. Después de ser concejal, estuve algunos años alejada de la política. Luego estuve en Acción Social, tuve el honor de que me dieran los medios necesarios para desarrollar la tarea. Las sociedades de fomento, los medios, las organizaciones comunitarias me dieron en aquel momento un premio a la mejor funcionaria, en el año 92 o 93, lo organizaba PTC (Pilar Televisora Color), eran como los Martín Fierro de la localidad. Tuve la suerte de lograr hacer muchas cosas dentro de lo social. Y cuando consideré que me estaba aburguesando dentro del puesto me retiré, y volví a la actividad privada, donde actualmente me desempeño en temas contables. Sigo trabajando, no tengo nada a pesar de haber pasado por varios cargos. Estuve también en Producción, y en una época difícil me llamaron de Provincia para el Instituto Nacional de Acción Cooperativa, desde donde armábamos cooperativas, ahí estuve entre el 2001 y 2003, y después de eso me retiré de la política. El peronismo empezó a dividirse tanto, no me gustaba, no lo sentía como la militancia en la que yo creía. Para mí el militante no debe cobrar plata. Cuando empecé a ver que se pagaba para pintar paredes o pegar afiches, me pareció que no correspondía. Se puede compartir un sánguche, una gaseosa, pero no pagar porque se termina mercantilizando la política, a lo mejor soy políticamente incorrecta diciendo esto.
-Ha destacado mucho la vocación de servicio. ¿De todos los lugares en los que estuvo, en cuál considera que más pudo volcar esto a la comunidad?
-En Acción Social. Personalmente me recorría rincón por rincón de Pilar, y ante una necesidad sabía que tenía que salir disparando. Ante un incendio estaba yo al frente para saber qué necesitaba la gente, ante una inundación era la primera que estaba para tratar de ayudar a los inundados. Tenía un equipo espectacular de gente que me acompañaba, eso lo hacía mejor.
Florencia Taranto
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