“Se me fue todo de las manos”, declaró este miércoles Rosalía Paniagua, la empleada doméstica acusada de asesinar al empresario Roberto Wolfenson Band dentro de su casa del country La Delfina, en Pilar. Frente a los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal N° 4 de San Isidro, la mujer —de nacionalidad paraguaya— admitió su participación en el crimen, en el marco del juicio oral que comenzó esta semana.
Según la investigación llevada adelante por el fiscal Germán Camafreita, el homicidio ocurrió el 22 de febrero de 2024, cuando Wolfenson fue hallado sin vida en una de las habitaciones de huéspedes de su vivienda. La autopsia determinó que murió por asfixia mecánica y que bajo las uñas del empresario se halló ADN correspondiente a Paniagua, lo que confirmaba que hubo un forcejeo.
En su testimonio, la acusada relató que aquel día el empresario la sorprendió robando un teléfono celular. “Me dijo que me iba a denunciar, y ahí empezamos a forcejear. Le pegué un cabezazo, lo tiré al piso y después lo ahorqué con un colgante”, aseguró.
Para la fiscal del caso, Laura Capra, no hay dudas de que se trató de un “homicidio criminis causa”, cometido para ocultar el robo y garantizar su impunidad. Paniagua, que enfrentará la posibilidad de una condena a prisión perpetua, está imputada además por “robo calificado por el uso de arma impropia en concurso real con homicidio criminis causa”.
Durante la instrucción, los investigadores establecieron que la mujer aprovechó su acceso a la casa —donde trabajaba como empleada doméstica— para sustraer dinero y objetos de valor, entre ellos joyas de plata, un parlante bluetooth, un candelabro de bronce tipo Menorah, guantes de limpieza, un cuchillo de cocina, 900.000 pesos y 300 dólares.
Las cámaras de seguridad del country registraron su salida del barrio antes de las 14. Luego, los sistemas de monitoreo de la zona de Presidente Derqui la captaron en la estación de tren, manipulando el celular robado y extrayendo su chip. El teléfono fue más tarde ofrecido a la venta por su pareja, mientras que el candelabro fue localizado en un local de compra de metales, cuyo dueño reconoció la pieza.
Los peritajes de la especialista en criminalística Débora Paula Albornoz resultaron determinantes para descartar la participación de terceros: “No existen indicios de intervención de otra persona. Los cabellos hallados en la escena corresponden a una lucha entre la víctima y Paniagua”, afirmó en el informe pericial.
Durante la audiencia de este miércoles, la acusada intentó justificar su accionar alegando que la esposa de Wolfenson le había pedido revisar el celular “para saber en qué andaba su marido”, una versión que los investigadores consideran inverosímil.
El juicio continuará esta semana con nuevas declaraciones testimoniales, antes de que el tribunal dicte sentencia.
Dejar un comentario