Este 27 de octubre se cumplieron 23 años del asesinato de María Marta García Belsunce en su casa del country Carmel, en Pilar. Dos décadas después de aquel crimen que conmocionó al país, su viudo, Carlos Carrascosa, busca cerrar el último capítulo de una historia marcada por la injusticia, los años de prisión y el lento accionar judicial.
“Sé que María Marta está vengada. Ella debe estar chocha allá arriba, festejando… ya me falta poquito y la voy a ir a ver”, dice Carrascosa, que está por cumplir 81 años, con la serenidad de quien logró finalmente limpiar su nombre.
Absuelto en 2016 por la Corte Suprema tras haber sido condenado injustamente, Carrascosa ahora avanza con una demanda civil contra el Estado argentino y la provincia de Buenos Aires. El reclamo, encabezado por los abogados Fernández Díaz Cantón y Pablo Javier Viboud, busca un resarcimiento económico por los años de cárcel y los daños materiales y morales que sufrió a lo largo de más de dos décadas.
El ex corredor de bolsa, que en 2002 vivía en uno de los countries más exclusivos de Pilar, tuvo que vender todas sus propiedades para sostener su defensa judicial. Hoy alquila un dos ambientes en el oeste del conurbano. “Tuve que vender todo para pagar abogados, pericias y sobrevivir. Son veintipico de años muy duros. Lo que pido es un pequeño resarcimiento por todo lo que pasé”, afirma.
La demanda se suma a un reclamo patrimonial presentado en 2011 ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), cuando Carrascosa aún estaba preso. “En principio era para pedir mi libertad, y ahora es por la injusticia total”, explica.
Con el humor y la templanza que lo caracterizan, confía en que el trámite avance rápido: “Tengo 80 años y me gustaría disfrutar algo si la demanda prospera. Y si no, quedará para mis herederos.” No tuvo hijos, pero mantiene una fuerte relación con sus sobrinos y ahijados.
“Hay gente que dice que con este juicio me estoy vengando. No, estoy haciendo lo correcto: rescatar lo que me sacaron. Ya me sacaron años de libertad, después me vaciaron económicamente. Por suerte tengo amigos de calidad, no me puedo quejar”, dice Carrascosa, emocionado.
Entre esos amigos, menciona a los abogados Gustavo Hechem —quien lo representó como querellante en el juicio contra Nicolás Pachelo— y Díaz Cantón, hoy a cargo de la demanda civil. También destaca a los fiscales Patricio Ferrari, Andrés Quintana y Federico González, quienes llevaron adelante la acusación contra Pachelo y fueron clave para que se hiciera justicia.
“Nunca me faltó casa, ni refugio, ni contención. Esos amigos que me bancaron en los peores años son mi verdadero capital hoy”, reconoce el viudo, quien mantiene el espíritu combativo que lo sostuvo durante su largo proceso judicial.
En febrero de este año, la Sala V de la Cámara de Casación bonaerense confirmó la condena a prisión perpetua de Nicolás Pachelo, ex vecino del Carmel, por el asesinato de María Marta. El fallo fue firmado por los jueces Manuel Alberto Bouchoux y Fernando Jorge Mateos, quienes rechazaron el recurso presentado por la defensa del imputado y ratificaron lo dispuesto por la Sala II, que había anulado la absolución dictada en primera instancia.
Pachelo había sido investigado por los fiscales Ferrari, Quintana y González, a partir del trabajo iniciado por la fiscal María Inés Domínguez, quien retomó la causa tras la absolución de Carrascosa y vinculó al ex vecino con una serie de robos en countries. Domínguez falleció antes del juicio, pero su línea investigativa fue la que finalmente condujo a la condena.
Durante el primer debate oral, el Tribunal Oral en lo Criminal N° 4 de San Isidro lo había absuelto por mayoría, pero el presidente del tribunal, el juez Federico Ecke, disintió con una frase que quedó grabada en la historia judicial argentina: “Algo huele mal en Dinamarca”. Esa observación fue el punto de partida del fallo que, años después, llevó a confirmar la culpabilidad de Pachelo y a cerrar una de las causas más emblemáticas del país.
Hoy, 23 años después, Carrascosa siente que la Justicia finalmente llegó, aunque demasiado tarde. “Ya me sacaron mucho, pero al menos sé que María Marta descansa en paz. Eso es lo más importante”.
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