A pesar de los vaivenes, el ex intendente ahora formará parte del gabinete del actual mandatario local, quien fuera su opositor años atrás. Mentiras y desmentidas de un acercamiento que terminó por concretarse.
“La política hace extraños compañeros de cama”, dicta la frase. Cada vez son más los casos que dan prueba empírica de ello, hechos que hacen ruido desde la simple enunciación. En esta ocasión: “De intendente a formar parte del gabinete de su opositor”.
Sergio Bivort será el nuevo subsecretario de Defensa del Consumidor y, esta vez, el ex intendente ya no lo puede negar como lo hizo al ser consultado por periodistas de este medio ya que fue el mismísimo jefe comunal, Humberto Zúccaro, quien confirmó públicamente los rumores sobre la llegada del otrora mandatario local a su equipo.
Después de la victoria zuccarista en los comicios del 14 de septiembre de 2003, ambas figuras políticas se reunieron para definir los pasos que tendría la “transición” de las dos administraciones.
En esa edición del 19 de septiembre de Resumen, tanto Zúccaro como Bivort afirmaron que el cambio de gestión se daría “con un diálogo maduro e institucional”. Algunos años después, cabría preguntar si efectivamente el diálogo aún tiene estás sublimes características aunque la cuestión recaería sobre la base de qué se entiende por “institucional”.
Si dotamos a la palabra “institucional” con el valor de “visible” o “verdadero”, estaríamos errados ya que no se puede esperar eso de una persona quien primero niega rotundamente cualquier conexión con su nuevo puesto y días después es anunciado oficialmente como subsecretario de Defensa del Consumidor, responsabilidad en la que sin duda es la figura idónea para encararla.
Si apelamos a que “la política es un juego sucio”, pobres de nosotros, ignorantes y alejados de la realidad que nos afectará en algún punto directa o indirectamente. Cómo poder apoyar una postura oficialista u opositora, si los representantes de nuestras opiniones están más preocupados de fabricar sus artimañas individualistas que en valores consagrados como la verdad.
Si pensamos que la “verdad” es una ingenuidad de tintes utópicos, cómo avanzaremos como pueblo, como Estado. No habría que culpar a los funcionarios y ex funcionarios por sus repentinos cambios de opinión si es que estos se dan con madurez y no con hipocresía oportunista. Pero lo que molesta es la falta de transparencia que nos hace sentir ingenuos e inseguros. Si se contradicen y ocultan las tratativas por un mero puesto, cómo sabemos que cosas más importantes se barajan a oscuras, mientras nadie ve ni se entera.
Por Leonardo Nicolás Rivero
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