Con el nuevo Código de Planeamiento acaban de hipotecar el futuro de Pilar. Tenía entendido que se iban a tomar el tiempo de analizar las sugerencias de los ciudadanos para recién después presentar un proyecto definitivo. Si el código del ’85 era un problema, esta modificación es un horror disfrazado con eufemismos.
Se han modificado muchos de los indicadores urbanísticos en zonificaciones existentes. La mayoría de estas modificaciones disminuyen factores como el FOT y el FOS (que aplican sobre la potencialidad de superficie a construir en función de un terreno cualquiera), aumentando los factores de densidad (que aplican sobre la cantidad de personas que pueden habitar en un terreno cualquier en función también de su superficie).
Los datos “entre líneas” de estas modificaciones radican en que retóricamente pueden decir que permiten menor capacidad constructiva, y por lo tanto menor densidad; aunque lo que la realidad indica es que en ambos códigos (el del ’85 y el proyecto recientemente aprobado) el factor más restrictivo (el que realmente define la capacidad máxima constructiva de un terreno) es la densidad.
En síntesis, han hecho que por ejemplo un UR6 tenga ahora la capacidad constructiva que tenía un UR3, que un UR3 tenga la capacidad que tenía un UR2, etcétera. Por otro lado, las capacidades constructivas de los terrenos pueden transferirse de unos a otros, con lo cual las mismas ya no estarán dadas en función de su distribución territorial sino en función de la capacidad financiera que posea el inversor.
Sin mencionar los terribles problemas de estacionamiento y circulación vehicular que presenta hoy por hoy Pilar (los cuales van a ser agravados), la infraestructura de servicios básicos se verá terriblemente afectada (ya que las nuevas normativas permiten entre un 20 y un 30 por ciento de incremento poblacional en la mayoría de las zonificaciones existentes). Por poner un ejemplo, la capacidad de captación de agua de red diaria (caudal) ronda los 17.500 metros cúbicos; la demanda de agua es de unos 24.000 medidores; considerando reservas residenciales mínimas según código, la demanda total diaria rondaría los 20.500 metros; o sea, hoy por hoy, la oferta de agua supera en un escaso 21 por ciento a la demanda mínima (sin considerar simultaneidades y capacidad de transporte o caídas de presión dentro de las cañerías, no resulta muy difícil comprender la escases de agua durante buena parte de la temporada estival).
En el mejor de los casos, considerando el constante cierre de comercios en el centro producto del constante aumento de servicios públicos y caída del consumo, y suponiendo que toda esa capacidad constructiva sea ejecutada según los históricos comportamientos especulativos de la industria inmobiliaria en este país (lavado de dinero o inversión en ladrillos como forma de ahorro sin intenciones de usufructo alguno) van a convertir a Pilar centro en un desierto. En el peor de los casos preparémonos para bañarnos una vez por semana o para estacionar en la reserva ecológica al ir al banco.
Santiago Aon
aonsantiago@yahoo.com.ar
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