Nuestro país tiene un enorme potencial y parece que se ha obsesionado en ser un país anormal. El desafío es trabajar con mucho esfuerzo para hacer de la Argentina un país normal y previsible.
Hace poco supimos que el viaje en tren sin paradas a Mar del Plata, tarda en la actualidad 6 horas y 35 minutos. El mismo tren parando en doce pueblos del interior de la Provincia de Buenos Aires, desde Coronel Brandsen hasta Vivoratá tarda apenas 15 minutos más. Esta es una de las mejores muestras del retroceso colectivo de la Argentina. Es oportuno recordar que, a mediados del siglo pasado, hace aproximadamente 60 años, ese mismo viaje sin paradas tardaba 4 horas y 10 minutos.
Esa formación ferroviaria estaba traccionada por una locomotora de producción nacional que hoy es exhibida en el museo ferroviario de Baltimore en los Estados Unidos. La falta de inversión en infraestructura anterior a la década del 90 y la destrucción de la red ferroviaria llevada a cabo por los dos gobiernos menemistas, están patéticamente a la vista. Pese a los enormes perjuicios que esta política de transporte ocasionó a los usuarios y a numerosos pueblos del interior de nuestra República, tampoco los gobiernos que ejercieron el poder con posterioridad a 1999 se ocuparon de este medio colectivo de transporte y de carga.
Recién a partir de 2.016 se comenzaron las obras para la reconstrucción del ferrocarril. Una vez más aparecen las gestiones peronistas detrás de estos desmanejos de la cosa pública, que claramente significaron sensibles inconvenientes para el pasajero común y para las diversas actividades agrocomerciales a lo largo y ancho del país.
En la anterior columna se hizo mención a los displicentes comentarios televisivos del ex-fiscal Luis Moreno Ocampo, restándole importancia al Memorándum que suscribiera la ex-Presidente con Irán. Ello habría obedecido, según fuentes confiables, a la posibilidad de asumir la defensa de la ex-Presidente en la causa en que se le imputa el encubrimiento de los iraníes acusados de la voladura de la AMIA. Según esas mismas fuentes, Moreno Ocampo habría sido separado de su cargo de asesor en la OEA, debido a la información que difundiera Infobae sobre sociedades panameñas.
El juez Bonadío dictó, en la causa de referencia, la prisión preventiva para la ex-Presidente y solicitó que el Senado le quite los fueros que posee como legisladora. Asimismo, se produjo la detención de varios imputados en esa causa como el ex-ministro de relaciones exteriores Timerman, de D’Elìa, Esteche, Zannini y Khalil. La imputación para los seis mencionados era por el delito de traición a la patria.
Por supuesto que todos, personalmente o a través de sus abogados, se declararon perseguidos políticos del “régimen macrista” como lo vienen haciendo todos aquellos que en realidad son perseguidos por el Código Penal. Luego de las señaladas medidas judiciales la cancillería iraní, según fuentes periodísticas confiables, admitió que el Memorándum de Entendimiento entre Argentina e Irán por la causa AMIA llegó a ponerse en vigencia y sostiene, que el texto del acuerdo implicaba el levantamiento de las alertas rojas de Interpol que pedían la captura internacional de los iraníes acusados de la voladura de la AMIA en 1.994.
Al tiempo de esta nota, la Cámara Federal de Apelaciones ratificó las detenciones ordenadas por el juez Bonadío, la prisión preventiva y el pedido de desafuero para la ex-Presidente, cambiando el delito imputado con anterioridad de traición a la Patria por el de encubrimiento agravado.
En lo político, el jueves pasado la inmensa mayoría de los argentinos asistimos a un lamentable espectáculo alrededor y dentro del Congreso Nacional. El grave episodio se originó en la violencia desplegada por un pequeño grupo de delincuentes infiltrados entre personas que se manifestaban en contra de lo que se dio en llamar “reforma previsional”. El objetivo central de los desmanes fuera del Congreso fue atacar con todo tipo de objetos contundentes a las fuerzas del orden. Cuando éstas comenzaron su trabajo para recuperar el espacio público y restaurar la calma ciudadana en las calles de la ciudad, unos cuantos diputados del kirchnerismo, cristinismo y de la “izquierda progresista” de nuestro país hicieron todo lo posible por suspender la sesión parlamentaria. Lo lograron gracias a expresiones y actos cargados de violencia. El mal intencionado argumento predominante para lograrlo fue “que los diputados no pueden sesionar mientras las fuerzas de la represión atacan al pueblo que reclama”.
Abundaron los insultos y hasta algunas agresiones físicas entre diputados allí presentes. Es decir, representantes del pueblo quebrando la más elemental norma que debe regir su comportamiento, ya que si se consideran políticos deberían saber que fueron elegidos para debatir y legislar a favor de los habitantes de este suelo. Es decir, dialogar el tiempo que sea necesario hasta lograr consensos porque de eso se trata la política. Quedó claro en función de las imágenes vistas que algunos legisladores no creen en la democracia. Más bien pareciera que se aprovechan de ella para lograr un cargo y usufructuar de los privilegios que esos cargos les brindan.
Resultó penosamente triste observar los saludos y hasta abrazos entre algunos diputados festejando la suspensión de la reunión. Nicolás del Caño y Felipe Solá, Agustín Rossi e Ignacio de Mendiguren y Facundo Moyano y Axel Kicillof son sólo algunos ejemplos de lo señalado. Este fenomenal desarreglo se vio replicado, producto de una cuidadosa organización, en la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires. Pero lo más preocupante, resultó la contribución de muchos diputados a un clima de violencia originado en un mínimo grupo que pareciera que no reconoce los resultados de las elecciones democráticas que se llevaron a cabo en la Argentina el pasado 22 de octubre del corriente año. Como se ve todo un ejemplo de democracia republicana.
Los diputados en su conjunto, y algunos más que otros por cierto deberían reflexionar sobre su rol respecto de la violencia y la incapacidad para dialogar. Llegando al fondo del problema sería bueno que piensen y evalúen si creen en la violencia o si creen en la democracia y en nuestra Ley Suprema, la Constitución de la Nación Argentina. Está probado que la violencia es la negación de la democracia y no conduce a nada bueno sino a tragedias que dejan heridas difíciles de cerrar.
Vaya desde esta columna la solidaridad para todos los colegas de diversos medios que resultaron heridos cubriendo periodísticamente los hechos recientemente acontecidos. Un reconocido saludo a los integrantes de las fuerzas del orden, también heridos en cumplimiento de su deber en los referidos episodios. Y finalmente un fraternal saludo a todos los lectores de este tradicional y prestigioso medio del norte bonaerense, deseándoles pasen una muy feliz Navidad y lo mejor para el Nuevo Año en paz rodeados de todos sus afectos.
FERNANDO ROBLES
ANALISTA POLITICO Y ECONOMISTA
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