Jueves 21 de Noviembre de 2024

Policía municipal o de proximidad


  • Viernes 30 de Mayo de 2014
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Por Alberto Asseff, diputado nacional UNIR-Frente Renovador El grave drama de la inseguridad se origina en una constelación de causas y su solución igualmente exige una batería de respuestas. Si se quiere una síntesis, el azote que nos tiene con el Jesús en la boca tiene su génesis en la corrupción. Ésta, como corresponde a la acepción de la palabra, descompone todo, desde la autoridad hasta la Justicia, pasando por la Policía y el Servicio Penitenciario. Si adicionamos la droga –en cualquiera de sus especies, inclusive la llamada “buena”, es decir la pura-, la inseguridad se torna exponencialmente grande. Los especialistas como el Dr. Kalina enseñan que la droga produce múltiples microinfartos cerebrales que van destruyendo neuronas –que el organismo no sustituye– y va desfrontalizando al consumidor. El hombre tiene 18 mm más de frontalidad que el chimpacé. Los microinfartos van aproximando al drogadicto a la condición de ese mamífero que es el que nos sigue en la escala animal. ¿Cuál es la diferencia esencial entre el hombre y el chimpacé? El discernimiento y esa parte del cerebro que anida el sentido del bien y de los valores. Es lo que nos permite distinguir entre la virtud y el vicio, entre el bien y el mal. La peculiaridad atroz del delito de estos tiempos es que el delincuente primero mata y después quizás robe. Exactamente al revés del crimen de antaño. La diferencia está en que antes no mediaba la droga. La policía municipal, comunal o de proximidad es la tercera jurisdicción que ya existe en la organización del Estado constitucional. Los delitos federales corresponden a las fuerzas de esa condición. Las policías provinciales tienen la función de custodiar personas y bienes en el ámbito del Estado local. La policía comunal es, por último, la que debe dar seguridad en calles, escuelas, clubes y demás, incluyendo fuertes tareas de prevención del delito a partir del conocimiento directo y presencial de las barriadas y sus habitantes. Concibo a la policía municipal como la primera prevención del delito menor. Quienes han objetado esta tercera jurisdicción policial expresan que fracturar la fuerza de seguridad debilita la lucha contra las bandas criminales cada vez más organizadas y poderosas. En rigor, esa observación tiene una respuesta clara: la policía municipal no tendrá el rol de combatir al narcotráfico, al narcomercio, la trata, el infame comercio de órganos o de armas, sino la inseguridad local. La policía municipal, por ejemplo, deberá velar que todos los que circulen en motocicletas cumplan con la normativa o prevenir salideras. Para la adecuada formación profesional deberán celebrarse acuerdos intermunicipales de modo de que diez o doce comunas vecinas organicen una Academia en conjunto. Países grandes como los Estados Unidos tienen la policía del condado que es la homóloga de la municipal. Y funciona, sin perjuicio de las colisiones entre las jurisdicciones provinciales y federal. Habrá que hacer un gran e inteligente esfuerzo de coordinación para neutralizar esos eventuales conflictos.

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