Después de la doble herencia, la real y la relatada el periodismo busca revalorizarse a partir de la diversidad de voces producto de progresos en la tolerancia institucional.
Nuestra querida Argentina sigue siendo un lugar en el mundo en el que la realidad supera casi siempre a la ficción. Desde el 1° de marzo del corriente año, en que se abrió el Congreso los legisladores nacionales aprobaron sólo dos leyes, una de las cuales se propone rectificar el fallo de la Corte Suprema sobre la aplicación del 2x1 respecto de las condenas producto de los crímenes de lesa humanidad. Siguen durmiendo en el Parlamento sin tratarse, cerca de 10 proyectos de ley que sin duda si fueran aprobados contribuirían a mejorar la vida de todos los argentinos. Mientras esto sucede, los diputados nacionales no tuvieron mejor ocurrencia que aumentar sus remuneraciones.
Eso sí, algunos han aclarado que sobre ciertos rubros que componen esas remuneraciones se han aplicado menores ajustes que los resultantes de la inflación. Por cierto los ciudadanos comunes deberíamos aceptar mansamente y casi con alegría que algunos aumentos sean menores que la inflación. En realidad deberíamos plantearnos si esos funcionarios públicos que piden nuestro voto cada dos años, deberían cobrar sueldos cuando no concurren a cumplir con su trabajo como hace cualquier ciudadano trabajador. Tal vez habría que pensar en algún método que los remunere y reajuste sus dietas en relación directa con el cumplimiento de su trabajo. Esos parámetros se cumplen en la función pública, de los poderes ejecutivo y judicial aún con matices o defectos y en la actividad privada.
En estos días en la actividad privada, perdió su trabajo por no cumplir con sus obligaciones el diputado provincial Otavis integrante de la Cámpora. Esto ocurrió en el show televisivo de baile que conduce Marcelo Tinelli. Esto genera señor lector dos noticias. Una buena ya que los televidentes de ese show no lo tendrán al diputado en pantalla, y otra mala ya que el legislador volverá a la legislatura provincial.
Otra de las realidades impactantes, en cuanto a realidad y ficción, tiene que ver con la Justicia Federal que habita en Comodoro Py donde tramitan desde hace años las causas de corrupción más resonantes. Estas causas se vienen moviendo en cámara lenta, pese a que algunos políticos y periodistas han aportado un cúmulo de pruebas más que significativo.
La semana pasada falleció un destacado financista de la City porteña de apellido Ducler, que fuera mencionado en esta columna en la nota titulada “El País del Revés” en conexión con los desaparecidos fondos pertenecientes a la Provincia de Santa Cruz. Ducler trabajó con relación a estos fondos, los negociados con YPF y la familia Eskenazi en estrecha colaboración con el ex–matrimonio presidencial y varios funcionarios que reportaban a la pareja.
Sería bueno que los allegados a Ducler explicaran a la Justicia y a la sociedad sobre la larga historia financiera contemporánea de la Argentina. Ello, en razón que Ducler ocupó la Secretaría de Hacienda de la Nación durante la presidencia del dictador Bignone. Luego apareció como Jefe de Asesores del Ministro de Economía Rapanelli, aportado por la multinacional Bunge & Born y algunos referentes del peronismo en la década del 90. Luego el financista tuvo vinculación con Ramón Palito Ortega, Sergio Massa y Eduardo Duhalde. Más adelante y de acuerdo con un sinnúmero de artículos periodísticos, antes de su relación con los Kirchner se lo sindica vinculado al cartel de Juárez, organización dedicada al tráfico de drogas.
Ahora bien, la Justicia Federal en lugar de activar el trámite de las referidas causas e intentar generar algo de confianza en la sociedad, se ocupa en fundar la Asociación de Jueces Federales de la República Argentina (AJUFE) buscando ganar espacio en el Consejo de la Magistratura. Hasta ahora todos los magistrados están representados en el Consejo, por jueces que surgen de las elecciones que cada dos años se llevan a cabo en la Asociación de Magistrados y Funcionarios de la Justicia Nacional. Es decir, en lugar de abocarse al trabajo específico se intenta ganar espacio en el organismo que debe controlar su desempeño.
El pasado miércoles 7 de junio fue el día del Periodista. Desde esta columna saludo a todos los periodistas que desarrollan su oficio, según sus principios y convicciones, tratando de mostrar aquellos hechos y circunstancias que el poder, sea éste cual fuere, intenta tapar. También rendir un sincero homenaje a los más de 100 periodistas asesinados en Méjico por investigar a los carteles que trafican drogas. Para terminar vale la pena homenajear a un intelectual italiano sobresaliente en numerosos campos, sobre quien escribiré en otra oportunidad una columna exclusiva. Se trata de Umberto Eco nacido en el Piamonte italiano y fallecido a los 84 años en Milán en febrero de 2016.
Recordando alguna de sus numerosas frases, nos enseña a considerar al periodismo como profesión que informa y que además nos empuja a pensar y reflexionar. “Los libros no se han hecho para que creamos lo que dicen, sino para que analicemos. Cuando tomamos un libro, no debemos preguntarnos qué dice, sino qué quiere decir, como vieron muy bien los viejos comentadores de las escrituras”.
Fernando Robles
Analista político y economista
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