El economista Carlos Belloni, investigador del Área de Economía del IAE Business School de la Universidad Austral, opina sobre el inicio de conversaciones del Gobierno con el Fondo Monetario Internacional para negociar una línea de asistencia financiera.
La economía argentina se encuentra actualmente en una difícil situación. El contexto internacional muestra un fortalecimiento del dólar como consecuencia del buen desempeño de la economía de Estados Unidos y el mayor nivel de las tasas de interés que viene impulsando la FED. Esto se manifiesta en una reversión de los flujos de capitales que se ha visto agravada por factores internos, en particular por el creciente déficit comercial y fiscal junto con la dificultad que tiene el Gobierno para ubicar a la inflación dentro de las metas establecidas.
Las medidas de política económica anunciadas por el Gobierno nacional durante la semana pasada parecieron no haber calmado al mercado. La demanda por el dólar volvió a tomar impulso y el mercado financiero local continuó con su tendencia a la baja reflejando la pérdida de confianza en el país y en la economía por parte de los inversores tanto extranjeros como locales.
Frente a este nuevo rebrote de desconfianza, el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, anunció en conferencia un nuevo posible acuerdo de financiamiento “preventivo” del Fondo Monetario Internacional (FMI). Si bien el ministro no precisó sobre el monto y la tasa de interés del posible financiamiento, lo cierto es que el costo de este será menor al que Argentina puede acceder en los mercados financieros internacionales. Mientras que la tasa de interés que le cobraría el FMI oscila entre el 3-4 por ciento anual, en el mercado financiero internacional es del 7-8, casi el doble.
Con respecto a los condicionantes del Fondo, siempre hubo (y seguramente habrá) algunas recomendaciones, en particular vinculadas a las cuentas fiscales. El Gobierno viene haciendo -más o menos- lo que recomendaría el FMI, por lo cual el condicionamiento no sería un impedimento para obtener el crédito. Lo más probable es que la exigencia sea acelerar el ajuste del déficit fiscal, algo que ya viene haciendo el gobierno pero de manera gradual.
La situación coyuntural es preocupante y requiere su atención. No obstante, el nivel de reservas internacionales que posee el Banco Central es aún importante y la deuda pública (pese al crecimiento registrado en los últimos dos años) todavía se ubica en un nivel razonable en términos del PBI. De esta manera, el Gobierno todavía tiene un margen importante, tanto para usar reservas propias como para incrementar el nivel de deuda.
La principal preocupación hoy es contener la demanda de dólares pensando, principalmente, en el martes próximo cuando será el próximo vencimiento de LEBACs por un total de 650.000 millones de pesos (unos 28.000 millones de dólares) los cuales podrían volcarse en gran parte a la demanda de la divisa norteamericana si el Gobierno no logra calmar al mercado.
La contención del dólar es clave para evitar el impacto posterior en los precios los cuales ya muestran un crecimiento de casi el 10 por ciento en los primeros cuatro meses. Las proyecciones al día de la fecha ubican a la inflación de 2018 por encima del 22 por ciento (más de 7 puntos porcentuales por encima de la meta inflacionaria) estando todavía pendiente los ajustes tarifarios. El salvavidas del Fondo puede ser una buena opción para calmar a los inversores aunque sólo si se adopta como una medida paliativa para sobrepasar la difícil coyuntura actual.
Por Carlos Belloni
Investigador del Área de Economía del IAE Business School de la Universidad Austral
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