Columna de opinión de la Agencia DIB de La Plata
Tres días antes del segundo paro nacional de la presidencia de Macri y justo unas horas después de que el gobierno nacional admitiera que, lejos de haber pasado, lo más duro del ajuste está por venir, la gobernadora María Eugenia Vidal fue blanco de una crítica de intensidad inesperada de parte de la Iglesia Católica. Es la institución a la que, solo dos semanas antes, había recurrido en busca de señales de respaldo para la estrategia preventiva de contención política del malestar social que busca desplegar el oficialismo.
Si Vidal llegó a la jornada de apertura de la Semana Social de la Iglesia con la esperanza de que su postura contraria a despenalizar el aborto y la conversación privada que mantuvo el 7 de este mes con Francisco iban a atemperar los previsibles señalamientos eclesiales sobre el impacto del ajuste, está claro que se equivocó. El titular de la Comisión de Pastoral Social, monseñor Jorge Lugones, la acusó de falta de sensibilidad, en un discurso con pocos antecedentes para un dignatario de su nivel por la minuciosidad con la que fustigó la gestión.
En el gobierno quedaron estupefactos y furiosos. "Fue una falta de respeto", sintetizan muy cerca de la gobernadora, donde rescatan que el presidente de la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), monseñor Oscar Ojea, que también habló, fue crítico pero "más razonable". La distinción, sin embargo, tal vez sea fútil: en una institución como la Iglesia, es impensable que una intervención de ese calado sea producto exclusivo de la voluntad -o la visión- personal de uno de sus representantes.
Lugones, que es obispo de Lomas de Zamora, pertenece a una familia peronista: su hermano Luis es el presidente del partido en La Plata, ciudad que su sobrino Pablo Bruera gobernó hasta 2015. Su encumbramiento a la presidencia de la comisión más importante de la CEA es producto exclusivo de la voluntad de Francisco, que también colocó a Ojea al frente de ese organismo. Motivos suplementarios para remitir la intención detrás de la intervención de ambos hasta Roma.
Esa última posibilidad es lo que en realidad inquieta al entorno de Vidal, donde varios suponían que desde el Vaticano llegarían mensajes conciliadores para ayudar a transitar los "dos o tres meses difíciles" que anunció nada menos que el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne. La inquietud en La Plata es el mensaje que "baja" hacia algunos movimientos sociales y sectores del peronismo que miran hacia El Vaticano de una manera similar a como, hace 40 años, miraban hacia un suburbio madrileño llamado Puerta de Hierro.
Mientras, Vidal se resignó a que deberá tensar la cuerda con los gobernadores peronistas que escuchan al Papa y deben ayudar a garantizar la gobernabilidad en el período que se inicia. Lo hará para intentar que no se materialice el pedido que hicieron para que Buenos Aires asuma el déficit de Edesur, Edenor y AySA. Puede parecer una batalla contraindicada en este momento, que comienza a definirse la letra chica del ajuste y la gobernadora se queda sin alternativas: por este tema se pelea con sus pares o lo hace con Macri.
El escenario elegido para lanzar esa batalla es la Legislatura, donde el presidente de Diputados, Manuel Mosca, presentará un proyecto para repudiar al mandatario cordobés Juan Schiaretti por haber lanzado la idea que tiene el obvio respaldo de su jefa directa, Vidal. La argumentación del oficialismo apela a la condición de bonaerenses de los opositores para presionarlos a apoyar. "La plata que nos sacan es la que recuperamos hace un año y es de todos nuestros representados", es la idea fuerza.
Algunos intendentes peronistas ya acompañaron. Pero será interesante ver la reacción del Frente Renovador. Los gobernadores del peronismo federal redoblaron en los últimos días la presión a Sergio Massa para que sea candidato a gobernador en un armado que excluya al kirchnerismo. Pero el tigrense se aferra a su sueño presidencial, al punto que opera a través de los medios una inverosímil postulación bonaerense de Marcelo Tinelli.
Paradoja del peronismo: en la argumentación de Massa es la mejora de Cristina Kirchner en las encuestas lo que daría pasto a su postulación, a la que presenta como el producto de un hipotético hartazgo futuro de la acentuación de la "grieta" que sobrevendría con el nuevo ascenso de la expresidenta. Sin embargo en los últimos meses, la profundización del deterioro social ha sido correlativa a la mejora de los índices de popularidad de la expresidenta, lo que finalmente podría generar la convicción de los gobernadores de que el mejor lugar para el tigrense es la Provincia. (DIB).
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