Por Richard J. Guerra
De la redacción de Resumen
Flotar en un mar tecnológico, con salvavidas conservadores y clásicos, deambulando en corrientes instantáneas en las que las noticias surfean más rápido que el andar de la olas mismas, es lo que hacen actualmente los diarios impresos, el querido y valioso medio tradicional que no termina de tirar la toalla.
El periódico, ese aglomerado de páginas cargadas de información de todo índole, que fue abrigada como el principal arma informativa de la sociedad, apareció por primera vez en la gótica ciudad de Estrasburgo, en el año 1605, con el nombre “Strassburgues Relatión”. A la Argentina desembarcó 205 años después. Fue Mariano Moreno, el 7 de junio de 1810, el encargado de fundar el diario “La Gaceta”, en el marco del proceso revolucionario que expulsó a los españoles del Río de la Plata. Desde ese momento, nuestro país ha marcado su historia a merced de la información y la difusión escrita.
Al margen de eso, un rival poderoso y de alto alcance ha entrado en la carrera competitiva de los diarios impresos y apunta a exterminarlos: Las redes sociales.
Cada día son más. Millones de personas usan los medios digitales para recibir la información al instante. Ese monstruo (o Dios, depende del contexto) llamado tecnología ha puesto en la mano de cada persona un dispositivo en el que acceder al mundo cibernético no le demora más de un minuto.
De acuerdo a un estudio británico, Argentina es el tercer país a nivel mundial en donde los usuarios pasan mayor tiempo conectados a redes sociales. Facebook es la plataforma más popular de nuestra nación, cuenta con más de 23 millones de usuarios, lo que refiere que la mitad de la cantidad total de argentinos (44.889.774) tienen una cuenta en la red social de la F. Se puede ver el vaso medio lleno o medio vacío.
Tan abrumador es el auge de la digitalización de contenido, que los propios diarios que nacieron de la imprenta, han migrado al internet, estimulando la teoría de suplantar el amigable olor a papel de periódico por horas de conexión en un dispositivo móvil.
No obstante, los verdaderos medios, los que siguen fiel a su esencia, siguen produciendo material con el mismo esmero. Sus periodistas salen a la calle a buscar la noticia de primera mano, apuestan por leer notas plasmadas y no digitalizadas. Sus operadores encienden sus rotativas diariamente para generar el resultado de la mezcla entre el papel y la tinta. Para crear eso que usted, apreciado lector, tiene en sus manos en este momento.
No está ni cerca el momento en que desaparezca el periódico. Al mismo ritmo que las redes sigan produciendo información instantánea, los diarios impresos se mantendrán en la calle, en las cafeterías, en los colectivos, en los corazones de los argentinos, como aquel instrumento que fue fiel a su ideología de inicio a, un no anunciado, fin.
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