Hay un viejo refrán que señala que “la política es el arte de lo posible…”, pero también “de lo imposible…”, lástima que hay muchos políticos que no toman en cuenta esto último y lanzan sus campañas alegremente recolectando adeptos que se juegan por ellos y después, como diría mi abuela, quedan “colgaditos del pincel” sin saber para donde disparar.
El ejemplo claro de esto es la campaña que iniciara el ex jefe de Gabinete de ministros y actual diputado nacional Sergio Massa, quien con el no menor mérito de haberle truncado las aspiraciones de re- reelección a Cristina Fernández, se lanzó a la aventura acompañado de un zigzagueante stablishment que más tarde cambió de inclinación, llevando consigo a importantes dirigentes de la región, principalmente de la Primera Sección Electoral, quienes sin pensarlo mucho y con el furor aparente de dicha postulación se lanzaron a la aventura apoyando a Massa con toda su tropa a cuestas.
Los meses pasaron, el año también, y la candidatura del legislador nacional se fue desinflando, poniendo en riesgo las decenas de miles de votos propios que estos dirigentes tenían.
El globo se fue desinflando, el stablishment poco a poco fue dándole la espalda al llamado Frente Renovador otrora victorioso ante un kirchnerismo que comenzaba a decaer en las encuestas, la geografía política fue cambiando y de a poco, un líder de la centro derecha argentina fue recibiendo el beneplácito de la dirigencia empresarial y política, desbancando a un Massa debilitado y solitario que de golpe se encontró con un castillo de naipes despedazado en el suelo.
Y la debacle se vino, más de un dirigente menor se quedó “con el pincel” en la mano y otros muchos, con toda su nutrida tropa buscaron otros rumbos, la mayoría volvieron a su origen el cual, posiblemente, nunca deberían haber abandonado.
A tiempo o por lo menos lo más oportunamente posible, volvieron al viejo amor, encolumnándose en el partido que hasta anteayer los vio crecer y que ayer, en cierta manera, combatieron o despreciaron.
Pero a pesar de que no somos nosotros los que debemos reflexionar o buscar culpables, que los hay, los hay. Un grupo de dirigentes de la mano del ex intendente de Tigre creyeron que se comían los chicos crudos y tenían el triunfo en sus manos, el apoyo de los poderosos los engolosinó y creyeron que todo estaba “calculado”, pero en política, “todo es posible”.
Todo ese castillo y ese apoyo se esfumó y, a nuestro modesto entender, el líder del movimiento no tuvo la coherencia y la humildad de prever esa debacle. Qué distinta hubiera sido la historia reciente si la aspiración hubiera sido más modesta, si la aspiración hubiera sido presentar ahora una lista provincial para intervenir en las PASO con los intendentes del Conurbano y de la Primera Sección Electoral apoyando para lograr una muy buena posición en estas elecciones, como para jugar “en primera” dentro de cuatro cortos años.
En lo que a nuestro distrito se refiere, un giro “a tiempo” del líder justicialista Humberto Zúccaro, lo posiciona de nuevo en la escena política con pocas heridas, pero con mucho sacrificio, en especial, el de tener que “volver con la frente marchita” al lugar que, según algunos, nunca debería haber dejado.
Moraleja: “en las PASO del próximo 9 de agosto, medirán sus fuerzas los dos líderes del Justicialismo pilarense y tras estas, ¿quedará todo como era entonces…?”.
Augusto Zamarripa
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