En estos días se cumplieron 72 años de dos acontecimientos trágicos para la humanidad: el ataque de los Estados Unidos con bombas atómicas a dos ciudades japonesas, Hiroshima y Nagasaki, esos hechos sucedieron el 3 y el 9 de agosto de 1945. Gobernaba por entonces Estados Unidos el presidente N° 33 que había accedido al poder debido a la muerte de Franklin Delano Roosvelt. Hacer conjeturas respecto de cómo hubiera actuado este último pertenece al orden de las especulaciones y no tiene mucho valor, si bien puede pensarse que no hubiera sido lo mismo, pues Truman en el transcurso de sus dos presidencias representó como pocos el espíritu guerrerista de su país.
Traigo a cuento esto, pensando que no es un dato menor quién o quiénes nos gobiernan en determinado momento. De ahí la enorme responsabilidad que nos cabe a los ciudadanos cuando emitimos nuestro voto, como sucederá una vez más afortunadamente este domingo 13 de agosto. No podemos modificar la realidad, es cierto, si nos pensamos como individuos aislados pero la suma de voluntades, como se da en cada elección tiene enorme valor y efectos muy importantes en la marcha de los acontecimientos de cada comunidad.
Pero volviendo a la conmemoración de los hechos trágicos aludidos creo que es importante no olvidar y sobre todo tratar de comprender dentro de lo posible el porqué de los mismos. No es tarea fácil, los hilos de la compleja trama de la historia, se entrecruzan, aparecen y desaparecen y no siempre nos resulta comprensible, es más muchas veces nos llena de espanto y de miedo lo tenebroso de la condición humana cuando responde a oscuras motivaciones.
Respecto del lanzamiento de estas bombas se han dado explicaciones no muy creíbles, por ejemplo que fue para terminar con una guerra que en los hechos ya estaba terminada, o que fue por razones humanitarias para evitar más muertes futuras si se extendía el conflicto, más creíble resulta pensar que fue una seria advertencia a Rusia, a la sazón incomodo aliado que a su vez le había declarado la guerra a Japón y ocupado Manchuria. También se ha hablado de un propósito experimental razones que nos estremecen de horror. Por todo esto, no se trata pues de un mero ejercicio de la memoria. Se trata de recordar para no repetir, para aprender de la experiencia.
Una indispensable referencia a la actualidad
La referencia a la actualidad a la que nos remiten estos hechos se vuelve en estos tiempos más y más dramática cuando como sucede en estos días, parece revivirse la posibilidad de reeditar estos hechos. Estoy pensando en el muy grave enfrentamiento, por ahora verbal entre Corea del Norte y Estados Unidos. Por otra parte, no vamos a recordar, aunque no olvidamos el infierno que se vive en buena parte del mundo. La ciencia, la bendita ciencia, capaz de tantas maravillas contribuye, ante nuestro asombro a producir una parafernalia armamentista que no podemos ni siquiera imaginar. Y no están locos, por lo menos en el sentido más obvio.
Si entiendo, que algo del orden de la locura enceguece a la humanidad y que eso puede conducirnos a la autodestrucción. Yo me pregunto ¿Por qué los pueblos terminan poniendo su destino en manos de personajes tan nefastos? No lo sabemos. Creo que es esta una cuestión nada menor que debemos tener en cuenta y preguntarnos en tanto ciudadanos o simplemente como seres humanos que pretendemos un mundo mejor.
Caminos para la paz
Hay que apostar a que el camino de la guerra, y en términos más generales el de la violencia no es inevitable. En nuestro país ha habido gobernantes y pensadores que apostaron a la paz. Para dar un ejemplo pensemos en Alberdi, cuando escribe “El crimen de la guerra” con el que se opuso decididamente a la guerra contra el Paraguay.
Alberdi imaginaba que podrían crearse organismos internacionales que mediaran en los conflictos entre las naciones. Eso de algún modo se llevó a la práctica posteriormente con la creación de instituciones como las NACIONES UNIDAS, por citar la organización más importante en esta materia, creada después de la Segunda Guerra Mundial.
Sus logros en este sentido han sido insuficientes, sin embargo, tal vez porque en su organización sigue operando la hegemonía de ciertos países, los que triunfaron en aquella oportunidad. Sin embargo no todo es deleznable y a fuer de optimista pienso que su rol podría ser más efectivo en cuanto a preservar la paz en la medida en que democratice algunos de sus organismos atendiendo al reclamo de muchos de sus miembros.
La experiencia latinoamericana
Me permito recordar que en los últimos años los países latinoamericanos, que retornaban a la democracia después de feroces dictaduras fueron creando interesantes instituciones supranacionales de carácter regional: MERCOSUR, UNASUR por nombrar sólo a dos, que han cumplido un papel interesante ante la aparición de determinados conflictos, sin embargo últimamente, cuando a mi criterio se está produciendo un preocupante retroceso democrático, todo parecería indicar que especialmente nuestro país no cumple el papel que muchos esperaríamos.
Recuerdo a título de ejemplo la intervención para resolver un grave conflicto entre Venezuela y Colombia que disipó una inminente guerra. En esa instancia nuestro país hizo honor a su espíritu pacifista. Tengo la impresión de que quienes nos están gobernando, en gran medida por ignorancia, pero también por responder a intereses no siempre confesables no están cumpliendo el mejor papel. Creo, sin embargo, que tenemos la necesidad de ejercer un optimismo constructivo. Porque como dice la canción “No todo está perdido” y nos queda el inapreciable bien de la Democracia, cuyo ejercicio no es fácil, pero que entiendo que es el único sistema aceptable. Democracia que no se agota en el voto popular ni en las instituciones, que valoramos, sino que debe expresarse en el respeto irrestricto de los derechos humanos.
Hago este comentario porque con enorme preocupación asistimos hoy a hechos y declaraciones de funcionarios, que sobre todo, en materia de seguridad (pero no solo en ese campo) dejan mucho que desear en relación a este tema.
En estos días precisamente se ha producido un hecho que enciende todas las alarmas: la desaparición forzosa, según innumerables testimonios en manos de la gendarmería de Santiago Maldonado, en una Comunidad Mapuche cercana a Esquel. Esperamos ansiosos que este episodio se resuelva, es demasiado grave para no tenerlo en cuenta. Hay un pasado no tan lejano que ha dejado terribles heridas en el cuerpo social y la convicción de una mayoría silenciosa en cuanto a que eso no debe repetirse NUNCA MÁS.
E.R.
Atahualpa nos habla de Hiroshima
Atahualpa Yupanqui fue hombre de recorrer muchos caminos. Por elección personal o por la fuerza de los hechos, muchos fueron los lugares que lo vieron llegar con su guitarra y su canto. Es interesante destacar cómo uno de los más importantes (sino el más) cultores del arte nacional es al mismo tiempo un artista que fue creciendo en hondura y universalidad a través del tiempo. Y fue Japón un ejemplo paradigmático de esto que decimos.
Cuando llega a Japón, por primera vez en el año 1964 (visita que se repite en 1966 y 1967) se produce un encantamiento mutuo. El contacto con el pueblo japonés (Yupanqui recorrió Japón pueblo por pueblo) fue enormemente enriquecedor para este artista. Por otra parte la devoción por el arte de Yupanqui en Japón habla de la huella trascendente que dejó.
La experiencia de Hiroshima con su tragedia y su enorme apuesta a la esperanza lo conmovió profundamente. El dolor y la esperanza como experiencias humanas que trascienden toda frontera ocuparán un lugar importante en los textos que se nutren de aquel mítico viaje. Recordemos que Yupanqui tiene un libro al que tituló “Del algarrobo al cerezo” en el que vuelca lo esencial de aquella experiencia.
El siguiente poema que se titula precisamente Hiroshima expresa en el estilo yupanquiano esa extraña sociedad entre el dolor y la esperanza, combinación tan clara en la historia de Hiroshima.
En estos días el mundo recuerda o debería recordar que hace 72 años una bomba atómica destruyó la populosa Hiroshima, la que sin embargo renació de sus cenizas. Nos unimos a esa evocación, como siempre lo hacemos compartiendo lecturas con nuestros lectores. En este caso un conmovedor poema al que Don Ata tituló ¡Hiroshima!
¡Hiroshima!
(La ciudad que no olvido)
Como el Ave Fénix , de las cenizas renaciendo.
como una sinfonía de Beethoven
que alcanza la alegría a través del dolor.
Como un héroe legendario resucitando en cada célula,
Organizando el pulso en las arterias,
Vigorizando el músculo,
Lavando el alma con agua y luz de siglos
Hasta recuperarte y consagrarte
Al oficio y al libro,
Al canto y la esperanza.
Labrador del futuro, gran sembrador del sueño.
Así mi corazón te siente, enamorado
¡Hiroshima!
Qué noche fue tu noche, kimono desgarrado.
Cuando todo era sol sobre la tierra.
El horror sin fronteras y la ciudad sin niños.
Ni pinos en la sierra, ni arrozal en los prados.
Ni un ave, ni una flauta de bambú
Contando historias bajo las estrellas.
Todo fue un gran silencio, sin salmo, sin adioses.
Ni lágrima, ni salmo.
Sólo un inmenso asombro horrorizado.
¡Hiroshima!
Pero Dios custodiaba tu ternura,
Tu sagrada semilla, tu voz profunda.
Y te recuperaste y renaciste,
Hasta pintar de nuevo la timidez graciosa del cerezo.
Y las madres pudieron en la tarde
Recomenzar el canto interrumpido.
¡Nem-Kororó! ¡Nem-Kororó!
Así te siente mi corazón enamorado
Así te canta mi guitarra argentina.
Así te digo adiós y en ti quedo.¡Hiroshima!
Noviembre de 1976
Poema extraído de LA CAPATAZA. Ediciones Cinco. Buenos Aires. 1992.
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