Esta curiosa relación de los sucesos que ocurrieron en mayo de 1810 puede ser considerada como una obra de ficción, boceto de novela epistolar la llamó Ricardo Rojas, tiene sin embargo un sólido material histórico que hace interesante su lectura actual para quien pretenda incursionar en aquel momento histórico.
Vicente Fidel López era hijo de Vicente López y Planes, el autor de nuestro himno, y padre a su vez de Lucio V. López. Estamos así ante una familia de escritores y políticos que tuvieron la suerte de participar activamente en distintos momentos de la vida del país. Esa relación tan cercana con estos sucesos, de los que seguramente se hablaba en el seno de la familia como quien recuerda una historia familiar, le dan a estas crónicas el carácter de un material tradicional: algo que pasó de boca en boca, que se repetía en las largas sobremesas, o en las veladas con amigos. Esas historias contadas tienen la virtud de trasmitir la calidez de lo vivenciado y el defecto de padecer de las distorsiones de la subjetividad.
Una polémica interesante
Estos ejercicios ficcionales de V. F. López eran obra de un historiador, que había trabajado largamente en la materia tanto en Chile, durante su exilio, como en nuestro país y reflejaban entre otras cosas ciertas posiciones de López que dieron material para una famosa polémica con Mitre. López no desdeñaba el rigor del documento, pero entendía que había que extraer de ellos “el colorido y el movimiento de los sucesos”.
Veíase en esto la filiación romántica del autor quien se diferenciaba de Mitre, otro de los grandes constructores de nuestra historiografía en el siglo XIX y quien había optado por acreditar sus afirmaciones con documentación fidedigna. La postura de Mitre, cuyo aporte a la historiografía nacional es invalorable, nos remite al positivismo finisecular. El recurrir a documentos beneficia sin duda el grado de objetividad buscada, pero la subjetividad suele reaparecer, por ejemplo en la forma en que se seleccionan (o se omiten) y valoran dichas fuentes. Y, en rigor de verdad, también Mitre a pesar de sus esfuerzos por fundar una historia científica le dio un sesgo personal a su trabajo, con lo cual desde nuestro punto de vista enriquecía el abordaje de la historia con una perspectiva intransferible.
El novelista, el historiador
Como muchos de sus compañeros de generación V. F. López escribió novelas, y siguiendo su inclinación personal y los gustos de la época, ubicó los personajes y sus conflictos en un fondo histórico que les otorgaba verosimilitud.
Una novela de esas características es “La novia del hereje o La Inquisición en Lima", novela folletinesca, cuya acción transcurre en Perú en el último tercio del siglo XVI y que fuera publicada en Chile en 1846. Ya al final de su vida insiste con el género ya que publica en 1896 “La loca de la guardia”.
La recreación de un hecho histórico real
Así debe ser entendido el texto al que nos estamos refiriendo: “LA GRAN SEMANA DE MAYO DE 1810”, pero es importante tener en cuenta que no es una obra histórica sino una obra literaria y desde este punto de vista dice David Maldavsky en un trabajo que le dedica “no son reprochables algunas inexactitudes en las que incurre en cuanto a la verdad de los hechos”.
Resulta importante sin embargo valorar el aporte que hace esta obrita, pues infunde a estos hechos y a estos personajes, una vitalidad y un encanto que los rescata del mundo acartonado en que los recluyó cierta historia oficial.
Otro aspecto interesante de esta crónica novelada es que V.F. López recurre a las cartas para organizar la materia narrada y sobre todo para aportar distintos puntos de vista de los acontecimientos, es en este sentido un verdadero hallazgo y en este terreno el autor se anticipa a obras posteriores.
Los autores de las distintas cartas firman con iniciales, son en algunos casos personajes conocidos como Cosme Argerich, por poner un ejemplo, y en otros casos creaciones ficticias. Lo cierto es que el recurso le da riqueza al texto y obliga al lector a hacer un armado de los sucesos a partir de la información así aportada.
En algunos momentos los relatos adquieren dramaticidad y emoción como en el siguiente pasaje que pertenece a una supuesta carta de Cosme Argerich dirigida a un tal Juan Ramón Rojas en el que le relata los acontecimientos vividos el día 25 de mayo en ocasión de la jura de los miembros de la Primera Junta.
“A una señal que les hizo el Alcalde Mayor, los miembros de la Junta se postraron de rodillas por delante de la mesa municipal: el síndico le alcanzó los evangelios al presidente Saavedra, y le hizo poner sobre ellos la palma de la mano; Castelli puso la suya sobre uno de los hombros de Saavedra, Belgrano la puso sobre el otro, y sucesivamente los demás, los unos sobre los hombros de los otros según la posición que ocupaban.
¿Qué crees tú que hacíamos todos nosotros sin excepción...? ¡llorábamos y llorábamos todos de gozo, amadísimo Juan Ramón! Llorábamos como unos niños, sentíamos el hálito de Dios sobre nuestras frentes al vernos pueblo libre, pueblo soberano y a nuestros queridos condiscípulos y amigos en el solio de los virreyes... ¡Que virreyes! ¡Que virreyes! ¡Al diablo los virreyes! En el solio de la soberanía popular que es más que los reyes (...)”.
Como siempre entendemos que no hay comentario que reemplace la lectura del texto original. Buscar en los estantes de las bibliotecas estos pequeños grandes libros de nuestra literatura puede ser una buena experiencia.
E.R.
López, Vicente Fidel (1815-1903): Escritor, político e historiador argentino. Autor entre otras obras de Manual de la Historia de Chile (1845), La novia del hereje (1946), Compilación de documentos sobre las invasiones inglesas en colaboración con Valentín Alsina (1851), Galería de celebridades argentinas (1857), Historia de la República Argentina: su origen, su revolución y su desarrollo político hasta 1852 (1883-1893).
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