Sábado 23 de Noviembre de 2024

Ezequiel Martínez Estrada, la amarga lucidez de un pensador


  • Sábado 16 de Septiembre de 2017
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Uno de los géneros frecuentados por nuestros escritores es el ‘ensayo’ y en especial el que  desarrolla cuestiones acerca de nuestra manera de ser, o bien, en torno a las vicisitudes de nuestra historia. Estos textos nacen generalmente al calor de los conflictos y peripecias de la vida política y social. Desconcertados por las paradojas que exhibe, abrumados por  las repeticiones que parecen dibujar la fatalidad de un destino, muchos hombres pensantes han intentado  encontrar algunas respuestas o descubrir caminos de salida para lo que se presume un laberinto. ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Hasta cuándo? son algunas de las tantas preguntas que  recorren páginas y páginas. Entre esos textos sobresale, sin duda el Facundo de Domingo Faustino Sarmiento y muchos otros. Hoy queremos referirnos a un autor y a un libro que tienen con ese libro inaugural una relación muy clara. Me refiero a Ezequiel Martínez Estrada y a su ensayo “Radiografía de la Pampa”. Martínez Estrada fue hasta cierto punto un pensador solitario, difícil de asimilar por la enorme dosis de amargura que trasciende de sus páginas. Me resisto sin embargo a atribuirle la condición de un oráculo, porque no lo fue, afortunadamente no  lo fue. Si cabe observar que como muchos de su generación fue profundamente antiperonista, lo que le vedó la posibilidad de analizar sin anteojeras un fenómeno mucho más complejo y rico de lo que suele pensarse. Aún hoy en día, considerando comentarios reiterativos y cargados de intolerancia y resentimientos descubrimos la dificultad de entender algo que no se corresponde sólo con un relato sectario y empobrecedor sino que encierra las luces y sombras de una sociedad que alguna vez se pensó en términos de soberanía. Cuando se produce la Revolución Cubana, Martínez Estrada tuvo oportunidad de ser testigo de los tiempos épicos de los comienzos y se permitió por una vez en su vida ser  hasta cierto punto de vista optimista. Y se convirtió en un escritor de culto para muchos intelectuales cubanos, que le dedicaron muchos  artículos y ensayos. Sabido es que las posturas extremas en cualquier materia encierran causas que oscurecen la visión de los hechos. Siempre he sentido desconfianza de los  pesimismos y optimismos a ultranza. Siento que al volver a los textos y al pensamiento de este intelectual argentino no se está hablando sólo de un tiempo pasado sino de algo que está sucediendo y que eso que está ocurriendo resulta enmascarado por un discurso superficial y triunfalista, negador de una realidad que no deja de doler. Una relectura del Facundo Retomando las circunstancias en que aparece “Radiografía de la Pampa” recordemos que   el 6 septiembre de 1930 aconteció un golpe militar que además de derribar a Hipólito  Irigoyen -presidente constitucional que transitaba su segunda presidencia- dejó gravemente herida nuestra incipiente democracia al tiempo que instauraba un largo período de incertidumbre institucional y de prácticas electorales corruptas. Este golpe, que retomaba una tradición de autoritarismo y desprecio por las instituciones democráticas, fue en muchos casos el disparador de un pensamiento crítico que buscaba descubrir la lógica profunda que regía estos hechos. Dice Ezequiel Martínez Estrada a su entrevistador, veinticinco años después de la aparición de “Radiografía de...” (1933)  que la observación y el análisis de los acontecimientos del 6 de septiembre de 1930, operaron en su ánimo como una revelación que ofrecía “una clave de interpretación válida para la relectura del ‘Facundo’” y para los hechos que a la sazón acontecían. Detrás de la aparente diversidad de los hechos históricos cree Martínez Estrada descubrir una estructura de invariantes históricos cuya presencia recorren textos significativos como el ya mencionado Facundo de Sarmiento, Las Bases de J.B. Alberdi, la Ojeada retrospectiva de E. Echeverría y diversos escritos doctrinarios de Moreno y Monteagudo. Pero, fue especialmente el Facundo, un texto que Estrada entendía que iluminaba aquella realidad; ya que lo releía “con asombro de lo  que hallaba en él de viviente y actual, no advertido antes, cuando acaeció la asonada del 6 de septiembre de 1930”. Claro está que varias décadas después no puede soslayarse en qué medida esa mirada (la que recorre el Facundo) estaba atravesada por las falencias del pensamiento occidental, europeo, que como se vería no fue capaz de auscultar su propia barbarie. Otras lecturas, otras influencias Pero volviendo a Radiografía de la Pampa, debemos decir que fue un libro único en su género, lo que no quiere decir que no sean visibles en su pensamiento, en su textura y en su construcción influencias muy claras a las que nos remite su autor tales como Sarmiento, Alberdi, Groussac y una extensa bibliografía de viajeros, exploradores y testigos oculares fidedignos. Se referirá también a Spengler de quien aprendió que la historia no es la crónica militar y diplomática sino la biografía cultural de los pueblos. “La otra guía, la segunda tras Spengler, fue Freud“ recordará Martínez Estrada   asignándole singular importancia a la obra del fundador del Psicoanálisis, en particular a la lectura cuidadosa y atenta que hizo de Tótem y Tabú y que lo llevaría a proyectar en el plano de lo social mecanismos estudiados en el plano de lo psicológico. Cada una de las seis partes en que se divide Radiografía de la Pampa corresponde a un tema de psicoanálisis social. Por otra parte señala el autor, su deuda con el método configuracionista de Simmel, sobre todo en cuanto a la organización del material en   temas y variaciones. El título algo más que una metáfora El título de este complejo ensayo nos remite a una intención diagnóstica, operación previa a cualquier acción transformadora; pero también alude a la posibilidad y a la necesidad de ver lo que no aparece a simple vista, lo que  requiere de una mirada especial para ser descubierto. Develar, analizar, interpretar, exponer ese complejo material es lo que hace el autor, seguirlo no es una tarea sencilla. Sí, así es, la lectura de Radiografía de la Pampa  no es fácil, y nos obliga a acompañar al autor en el plan de su obra, en su afán de exposición sistemática en el desarrollo de sus tesis y en un laborioso entretejido que no deja cabos sueltos, o en todo caso subsisten como interrogantes. El Ensayo está dividido en seis partes: “Trapalanda”, “Soledad”, “Fuerzas primitivas”, “Buenos Aires”, ”Miedo” y “Seudoestructuras” cada una de las cuales corresponde a un tema fundamental y se subdivide a su vez en capítulos interiores. Podríamos decir que en “Trapalanda” el tema central son los ‘factores históricos’, en “Soledad” se explaya sobre los ‘factores geográficos’; ‘los rasgos culturales’ del campo y la ciudad están expuestos en “Fuerzas primitivas” y en “Buenos Aires” en tanto que las ‘formas institucionales’ donde confluyen los otros factores son objeto de la consideración de las dos últimas partes: “Miedo” y “Seudoestructuras”. En este entretejido de factores dinámicamente interrelacionados se configuran lo que podrían llamarse “características nacionales” . Del Miedo dirá el autor que es “un trauma inhibitorio de nuestra vida nacional” y de “Las Seudoestructuras” que son “lo que hemos construido sin cimientos en la tierra, para sostener un edificio que es un laberinto  de equívocos.” Amargo y saludable Así califica a su libro Martínez Estrada. El párrafo final del mismo nos esclarece acerca del sentido último de este  texto: “los baluartes de la civilización habían sido invadidos por espectros que se creían aniquilados, y todo un mundo, sometido a los hábitos y normas de la civilización, eran los nuevos aspectos de lo nuevo y de lo irremediable. Conforme esa obra y esa vida inmensa van cayendo en el olvido, vuelve a nosotros la realidad profunda. Tenemos que aceptarla con valor, para que deje de perturbarnos, traerla a la conciencia, para que se esfume y podamos vivir unidos en la salud”. Contrariando “el sino de la fatalidad” Este objetivo, aparece así como un camino posible de reparación. Sin pretender forzar los dichos ni los hechos me atrevería a decir que el enorme esfuerzo a veces fallido con el que tratamos de recuperar la memoria, de insistir en la búsqueda de verdad y justicia, se inscribe en este camino de no aceptar la mentira y el engaño. Afortunadamente una parte significativa de los habitantes de nuestro país, ponemos el grito en el cielo cuando se trata de encubrir, disfrazar hechos inaceptables, que apuntan  a dolorosos estigmas de nuestra historia, como sucede en  el caso de la desaparición forzada de Santiago Maldonado en el marco de acciones represivas. Algo está cambiando en nuestra identidad ciudadana y no existe el anuncio de ninguna Trapalanda, llámele “lluvia de inversiones extranjeras” que pueda acallar nuestra indignación. Elsa Robin
Los miedos eufóricos (Fragmentos) El dueño de su vida , que no amenazaban contingencias de bulto ,quiso la posesión de la  fortuna a breve plazo. Ahora tomaba el aspecto  del apuro ,su temor, de ganar y escapar. La sensación de vivir sin mayores obstáculos generaba la conciencia falaz del poderío. A todos acometió la fiebre palúdica de enriquecerse sin trabajar. La manera más rápida de lograr fortuna era el juego, y mil circunstancias ofrecieron pábulo a la aventura. Cosechar, comprar títulos , invertir fondos en hipotecas, ahorrar , adquirir propiedades, todo era como apostar en un gran garito sin paredes. Arrojado el miedo de un lugar a otro, sacado de las casas y puesto en transacciones y especulaciones de Bolsa, era exactamente el envés de lo mismo. Quien poseía un terreno soñaba con la fábrica del vecino ; todo se vendía y compraba mediante operaciones bursátiles; la tierra era como la moneda ; la moneda era como el billete de lotería; y grandes fortunas se esfumaban o multiplicaban como sueños. Documentos , escrituras, boletas, contratos, pólizas, parecían naipes, y la riqueza a nada se asemejaba tanto  como a una baraja de abundantes oros y espadas en mano de una cartomántica. El dinero no tenía un valor fijo, y la danza macabra de los valores y títulos era el  ‘delirium tremens’  de la ambición. El oro surtía el mismo efecto que el alcohol. El gobierno que  obtenía el empréstito caía en un estado  eufórico que trasmitía al pueblo, porque las operaciones financieras tienen carácter mágico, como la compra a crédito , y las esterlinas eran la lluvia de maná en el desierto. Para el pueblo ese alcohol era confianza, fe, entusiasmo; y emprendía con intrepidez todas las obras propias del entusiasmo  y el coraje. A cada remesa subía el precio de los bienes raíces y de las mercaderías, y aumentaban los sueldos. Ingresaba a la circulación un tóxico que relevaba de responsabilidades y preocupaciones, pensándose  que ese estado de euforia transitorio era la realidad, el estado definitivo. En manos de gobiernos cartománticos, del  oro–maná  podía sacarse partido hasta para los fraudes electorales. (...) Naturalmente , ese inverecundo frenesí de grandezas provenía de la abundancia cretácea de la tierra, de la fecundidad de los ganados y las simientes en contraste con la esterilidad de las mentes, con la aridez humana y con la holganza que se complacía en contemplar un adelanto general que no era obra de sus manos sino dádiva. Fue otro aspecto del fruto adulterino de la pasión del hombre estéril y de la naturaleza fecunda.(...) .Si esa nos es la reacción del miedo colectivo, es la conciencia que teme despertar y se lanza a la mentira y el fraude. Nada más cobarde, pues ,que soñar con los ojos cerrados frente a la realidad conminatoria, urgente, fuera de la lógica y del cálculo. Todos tenían la intuición de que se vivía al borde de un cráter. (...)Entonces como ahora proclamar la grandeza, el progreso, la potencialidad económica, la excelencia de nuestras obras literarias y artísticas, eran transferencias de un orden muy complejo, relegándose al subsuelo los pensamientos tabú , aquellos pensamientos que tenían voz potente como para pronunciar la palabra que destruiría el encanto. Estadistas y legisladores, comerciantes que giraban a crédito, empleados que adquirían a pagar por cuotas, terratenientes que habían hipotecado sus campos, y todos en fin los que poseían bienes sujetos a quiebra, eran los interesados en falsear el verdadero sentido de la riqueza hipotecaria. Los que tenían su lugar asegurado en el espectáculo, insistían con toda la fuerza del temor en acentuar ese optimismo desesperado. En virtud de ese esfuerzo por desfigurar la realidad, el pueblo adquirió esos matices psicológicos que el forastero percibe de inmediato como “el espíritu a la defensiva” , “la tristeza”,   “la espera del mañana”. Los irremisibles vencimientos de esos créditos llevaron al pueblo a la neurosis de vivir en el estado de ánimo  de quien tiene que salvar ,mediante una prorroga de un crédito que se ha tomado sobre el porvenir, la falencia actual. (...) Ezequiel Martínez Estrada El texto precedente  pertenece a  la V parte de “Radiografía de la  Pampa” titulada LOS MIEDOS pp.282 y 283 de  “Radiografía de la Pampa”  Editorial LOSADA  S.A   Buenos  Aires   13° edición 1991.

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