El 24 de agosto ha sido designado por una ley nacional la 26754/12 como “Día del Lector“ en homenaje a Jorge Luis Borges nacido precisamente el 24 de agosto de 1899 en la ciudad de Buenos Aires. Esta designación se inspiró, sin duda, en la afirmación reiterada del gran escritor de que se enorgullecía más por lo que había leído que por lo que había escrito.
La indispensable y valiosa misión del lector, complementaria y constitutiva de todo texto, es enfatizada por Borges. Todo texto se renueva, se recrea en cada lectura, que en gran medida es única e irrepetible.
Jorge Luis Borges, como hemos dicho, nació el 24 de agosto de 1899, cuando asomaba el problemático siglo XX. Sus comienzos, como suele suceder, estuvieron asociados a la poesía, Fervor de Buenos Aires (1923), Luna de enfrente (1925) y Cuaderno San Martín (1929), son poemarios de su juventud.
Las reflexiones, los jugosos ensayos y más tarde los cuentos irán mostrando otras vetas de su genio creador, la poesía volvería a estar presente en sus últimos años, durante los cuales la ceguera no impidió que su creatividad siguiera fructificando.
La preeminencia de la lectura en el hecho literario, destacada por Borges, es sin duda el motivo por el que se ha designado el día de su nacimiento como “Día del Lector”. En este espacio de lecturas compartidas te ofrecemos dos de sus textos que reflexionan en torno a dicho tema: un poema, ”El Lector” y un fragmento de una de sus inolvidables conferencias.
La poesía
Señoras, señores:
El panteísta irlandés Escoto Erígena dijo que la Sagrada Escritura encierra un número infinito de sentidos y la comparó con el plumaje tornasolado del pavo real. Siglos después un cabalista español dijo que Dios hizo la Escritura para cada uno de los hombres de Israel y por consiguiente hay tantas Biblias como lectores de la Biblia (....) Cabe pensar que estas dos sentencias, la del plumaje tornasolado del pavo real de Escoto Erígena, y la de tantas Escrituras como lectores del cabalista español, son dos pruebas de la imaginación celta la primera y de la imaginación oriental la segunda. Pero me atrevo a decir que son exactas, no sólo en lo referente a la escritura sino en lo referente a cualquier libro digno de ser releído.
Emerson dijo que una biblioteca es un gabinete mágico en el que hay muchos espíritus hechizados. Despiertan cuando los llamamos; mientras no abrimos un libro, ese libro, literalmente, geométricamente, es un volumen, una cosa entre las cosas. Cuando lo abrimos, cuando el libro da con su lector, ocurre el hecho estético. Y aún para el mismo lector el mismo libro cambia, cabe agregar, ya que cambiamos, ya que somos (para volver a mi cita predilecta) el río de Heráclito, quien dijo que el hombre de ayer no es el hombre de hoy y el de hoy no será el de mañana. Cambiamos incesantemente y es dable afirmar que cada lectura de un libro, que cada relectura, cada recuerdo de esa relectura, renuevan el texto. También el texto es el cambiante río de Heráclito. (...)
Fragmento de una conferencia pronunciada por Jorge Luis Borges el 13 de julio de 1977 en el Teatro Coliseo de Buenos Aires
Un lector
Que otros se jacten de las páginas que han escrito;
A mí me enorgullecen las que he leído
No habré sido un filólogo
no habré inquirido las declinaciones,
los modos, la laboriosa mutación de las letras,
la de que se endurece en te,
la equivalencia de la ge y de la ka,
pero a lo largo de mis años he profesado
la pasión del lenguaje
Mis noches están llenas de Virgilio;
haber sabido y haber olvidado el latín
es una posesión, porque el olvido
es una de las formas de la memoria, su vago sótano,
la otra cara secreta de la moneda.
Cuando en mis ojos se borraron
las vanas apariencias queridas
los rostros y la página,
me di al estudio del lenguaje de hierro
que usaron mis mayores para cantar
espadas y soledades,
y ahora, a través de siete siglos,
desde la última Thule,
tu voz me llega, Snorri Sturluson.
El joven ante el libro,
se impone una disciplina precisa
Y lo hace en pos de un conocimiento preciso;
A mis años, toda empresa es una aventura
que linda con la noche.
No acabaré de descifrar las antiguas lenguas del Norte,
no hundiré las manos ansiosas en el oro de Sigurd;
la tarea que emprendo es ilimitada
y ha de acompañarme hasta el fin,
no menos misteriosa que el universo
y que yo, el aprendiz
Texto perteneciente a “Elogio de la sombra” (1969)
BORGES, Jorge Luis (argentino 1899-1986)
Su obra comprende poesía, ensayos, cuentos, crítica. Entre los numerosos premios y distinciones recibidas podemos recordar el Premio Nacional de Literatura y el Premio Cervantes. Independientemente de los premios y distinciones recibidos la figura de J. L. Borges ha ido creciendo a través de los años alcanzando un lugar indiscutible en el canon universal.
Entre sus obras mencionaremos Fervor de Buenos Aires, Luna de Enfrente, El otro, el mismo, La rosa profunda, Historia de la noche, La Cifra, El hacedor, Elogio de la sombra (poesía y prosa), Inquisiciones, El idioma de los argentinos, Evaristo Carriego, Historia de la eternidad, Siete Noches (ensayos y conferencias), El jardín de los senderos que se bifurcan, Historia universal de la infamia, Ficciones, El Aleph, La muerte y la brújula, El informe de Brodie (cuentos), entre muchas otras obras algunas de ellas en colaboración con Adolfo Bioy Casares.
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