“A mí se me hace cuento que empezó Buenos Aires”. Jorge Luis Borges
Así decía Borges en un famoso poema que titulara originariamente “Fundación mitológica de Buenos Aires”, cambiado años más tarde por un más significativo “Fundación Mítica...”. Tan arrojados estamos en nuestra cotidianidad, tan pendientes de lo que adviene que raramente volvemos la vista atrás. Si esto es cierto en términos de la vida individual mucho más lo es cuando del pasado histórico se trata. El 11 de junio, hace 438 años, nada más y nada menos, que empezó precisamente esta ciudad tan nuestra, tan entrañablemente nuestra, amada y denostada.
“Mi Buenos Aires querido...” repite eternamente nostálgica la voz de Gardel (curiosamente, un francés) modulando la letra de un poeta (curiosamente, brasileño). Sí, aunque usted no lo crea Lepera era brasileño y ambos innegablemente porteños, pero porteños de Buenos Aires, no de cualquier puerto.
El 11 de junio cumple 438 años Buenos Aires, si empezamos a hacer la cuenta desde la segunda fundación, porque a Buenos Aires la fundaron dos veces y entre las dos fundaciones hubo un lapso de 44 años. Volviendo a Borges y su poema, debemos aclarar que evoca la primera de ellas. Esa trágica intentona, donde la ambición y la soberbia de los conquistadores se estrelló con la dura realidad de un mundo que comenzaba a resistir.
Eran muchos, muchos barcos, muchos hombres con empaque de caballeros andantes y aire de superioridad. El intento de fundar una ciudad duró apenas cinco años. Los pocos que resistieron y se empecinaban en echar raíces en nuestra tierra se fueron por fin en 1541 a Asunción, recientemente fundada donde se afincaron. Y donde al cabo de pocos años la población original se había multiplicado notablemente. Asunción era una ciudad con altísima proporción de mestizos. Una ciudad criolla.
A quienes nacían en América, en su inmensa mayoría mestizos, se los llamaba “mancebos de la tierra”, Mancebo de la tierra fue Ruy Díaz de Guzmán, Mancebos de la tierra lo fueron los hijos de Irala. Cuando una población crecía, el afán expansivo de la conquista los empujaba a nuevas empresas. Juan de Garay, un vizcaíno hecho a la vida dura de estas “Jornadas”, como le decían, de exploración y colonización de las tierras americanas, siete años después de fundar Santa Fe (1573) se propuso refundar Buenos Aires. Lo acompañaron en esta aventura un puñado de españoles y un nutrido contingente de “mancebos de la tierra”. También vino un número importante de familias guaraníes.
La ciudad en su renacimiento fue mestiza, aunque muchas veces ha renegado de su origen americano. La ciudad de la Santísima Trinidad como la denominaron, reservando el Santa María de los Buenos Aires para el puerto, tuvo su ceremonia inicial según lo prescribían las Leyes de Indias en la Plaza Mayor (hoy Plaza de Mayo), se instaló el árbol de la justicia, un robusto rollo de algarrobo, se leyó el acta fundacional, se hicieron los juramentos de práctica, se repartieron lotes y solares, se designaron autoridades, se celebró una misa. Así nació Buenos Aires, por entonces un villorrio con aires de ciudad.
El nombre de algunos de los protagonistas persiste como denominación de calles en barrios porteños como Villa Devoto, o Villa del Parque, sin que la inmensa mayoría se pregunte quién habrá sido ese Pedro Morán o ese Lázaro Griveo que designa ésa, su calle, en su ciudad. Vagas huellas de un pasado que probablemente persista calladamente en nuestros genes, en costumbres, entonaciones, giros, voces aportando a ese misterio que llamamos identidad.
Alguna vez evocó ese acontecimiento Eladia Blázquez en una hermosa habanera titulada:
“Si te viera Garay”, que transcribimos para compartirla con nuestros lectores.
E.R.
Si te viera Garay...
Te pueblan tantos ecos y tantos sones,
Que cuesta imaginarse tu voz primera...
Una cadencia “tabna” con acordeones
y la raíz hispana de la habanera.
Quien te fundó sabía que en la mixtura
Acaso encontrarías por elegida,
Ese crisol de razas y la ternura
Que sentiría luego, su propia vida,
¡Ay ¡ ...si te viera Garay
Si te ve...
Lo bonita que estás,
De orgulloso nomás,
El te funda otra vez
Quien inventó tu puerto... ¡Qué bien lo hizo!...
Con sus ojos abiertos mirando al mundo
fueron las aguas tuyas como bautizo
para aquellos que anclaban en tu terruño.
En las crecidas rosas de tu progreso
hay un poco de sangre de mis abuelos
que llegaron soñando con el regreso
y eligieron morirse bajo tu suelo.
Eladia Blázquez
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